Cierto es que cuando un Gobierno consigue el respaldo de una amplia mayoría no gusta que los partidos en la oposición le digan cómo debe gobernar. No es sólo por prepotencia (que también) sino porque ellos aplican la forma política que entienden más favorecedora para llevar las riendas de la institución. Quizá por eso la Ciudad siempre ha hecho oídos sordos a esas peticiones hechas desde la bancada opositora de cómo se tenía que adjudicar el contrato de la basura. Intuyo que dirán eso de que ‘¿por qué esta gente tiene que decirme como organizo mi casa?’. Y así pasan olímpicamente de contestar a esas voces que reclaman claridad, transparencia y sobre todo análisis, mucho análisis, de lo que ofrecen las distintas empresas que optan a llevarse el pastel. Y en el contrato de la basura, el pastel es enorme. Son muchos los millones que caracterizan una adjudicación que lleva años arrastrando polémica. Desde la fatídica época PP-GIL, con Simarro y la ‘olorosa aprobación’ del contrato que cayó en manos de Urbaser, hasta la actualidad es mucho lo que se ha dicho y escrito sobre este asunto. Ahora nos enteramos de que Contratación tiene que decidir si aborta o no el concurso de limpieza, después de que el pasado martes se abrieran las plicas. Al margen de lo que decida, la Ciudad ha dejado pasar una buena oportunidad de llevar todo este asunto con la mayor claridad posible, sin dar que hablar a los partidos en la oposición, sin dejar espacio para la más mínima duda, sin alimentar los rumores, sin dejar que los fantasmas de esa época de la pinza en la nariz sigan apareciendo en escena.
Es mucho el dinero que se pone encima de la mesa en torno a un servicio que siempre genera quejas. Y buena parte de ellas con fundamento, a pesar de que luego nos publiciten todo tipo de premios conseguidos en la península sobre lo limpia que está Ceuta o todo tipo de encuestas en las que siempre sale bien parada esto de la limpieza. Cabría preguntarse quién subvenciona este tipo de premios o quien está detrás de esas encuestas para entender el porqué unos salen mejor parados que otros.
Un Gobierno mayoritario puede plantear sus estrategias políticas como le venga en gana, con el talante que estime, pero en asuntos de este tipo mantener posturas contrarias a una publicidad absoluta no hace más que alimentar la crónica negra. Será que gusta.