La Ciudad confirma que sí, que será el próximo 15 de diciembre cuando la Gran Vía pueda quedar abierta al público y tráfico rodado, aunque la obra no esté terminada. Es el compromiso que se tuvo con los comerciantes y el que ahora, tras conversaciones con Tragsa, se sigue manteniendo de cara a la ciudadanía. La idea es que la arteria principal de la ciudad pueda quedar abierta y ser utilizada al menos en su práctica totalidad, quedando, a modo de prueba, esa idea de que solo sea permitido el tráfico de vehículos de servicio público, es decir, taxis y autobuses. Es la misma experiencia piloto que se aplicó en el Revellín y que funciona. La filosofía de esta zona de la ciudad ha cambiado completamente y ha pasado a ser un punto peatonal por excelencia que permite una mayor tranquilidad en las compras y unos beneficios para los comercios. Con la Gran Vía se quiere conseguir algo parecido. Con la inversión llevada a cabo, quiere potenciarse este lugar alejándolo del tráfico diario, de los colapsos y del caos que incide directamente, de manera negativa, en unos negocios que quieren ser revitalizados. Es una apuesta, una idea aportada ayer por el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, que deberá estudiarse, probarse y analizar después el resultado. De momento se está a la expectativa de lo que resulte de esta gran actuación urbanística en donde las críticas, ahora, son temerarias además de imprudentes. Dejemos que el Ejecutivo termine su compromiso, dejemos que muestre sus apuestas... después llegará la debida evaluación.