El civismo del Príncipe

En sus contratos no figura que deban dedicarse a proporcionar seguridad en el barrio y eso es lo primero que quieren dejar claro. “Estamos aquí para ayudar al vecino, somos animadores comunitarios y estamos a su servicio”, explica uno de los diez brigadas que cada día recorren las calles del Príncipe para acompañar a los vecinos, acercarles a las instituciones, comprobar que los servicios marchan con normalidad e impartir civismo para que la tranquilidad y las buenas costumbres sigan acampando en las calles del barrio. “No estamos para recriminar, sino para explicar lo que está bien y lo que no, desde tirar la basura a su hora hasta el comportamiento de un estudiante en el autobús”, comentan. Fue en 2004 cuando se decidió crear este equipo partiendo de unas necesidades de mediación entre los vecinos y las autoridades que “aún hoy siguen sin resolverse pero se han dado pasos a pesar de que quedan muchos más que dar”. Conocen lo que les rodea. Allí se criaron y saben que los vecinos están cansados de anuncios de inversiones millonarias “que si se hubiesen llevado a cabo, caminaríamos sobre alfombras rojas en calles de mármol”, aseguran. La realidad es distinta y la lucha diaria contra la exclusión les cansa pero no se rinden. Saben que en su barriada “hay muy buena gente pese a que soporta el peso de una población sumergida que muchas veces trae problemas. Unos y otros, al fin y al cabo, sienten que se les trata peor que al resto de ciudadanos ceutíes”.
La realidad es compleja y la Brigada Cívica aporta continuamente propuestas para mejorarla. Las cosas, explican, no han cambiado tanto en las calles desde que sus abuelos jugaban en ellas.  “Llevamos arrastrando los problemas de nuestros padres y de nuestros abuelos de abandono y exclusión, a nadie le interesa realmente mejorar el barrio porque todos dejarían de recibir ayudas. Si las invirtieran como debería ser, las cosas cambiarían”. Y dan un ejemplo: tuvieron la oportunidad de que muchos vecinos se reinsertaran laboralmente pero “los políticos han ido a favores políticos con las Brigadas Verdes y nadie del Príncipe a no ser que estuviera en el Pacto Territorial ha entrado con la oportunidad de reinversión que hubiese significado”.
Los vecinos de la barriada están cansados y los miembros de la Brigada lo saben. Pagan servicios que no se conceden como el saneamiento, carreteras sin asfaltar, impuesto de circulación... Son los propios vecinos los que se ven obligados a aplacar ánimos en discusiones violentas, tiroteos en ocasiones, trasladar en coche al hospital a gente que necesita asistencia o perseguir a los cacos. “El ejemplo es claro: quince agentes vigilando una carnicería y ninguno cuando le llamamos y si llega tarda mucho en llegar y a veces ya es demasiado tarde”. Pero todos saben algo: “No han aparecido en cuatro años y ahora las autoridades vendrán por las elecciones, pero los vecinos se acuerdan de que sólo han venido a pasear al Santo en Semana Santa y allí ninguno pasa miedo”, comentan. “Si pusieran los efectivos y las medidas de seguridad que ponen el día de la procesión, el Príncipe sería el barrio más seguro del mundo”. Seguro o no, lo que si es, es más cívico y sigue luchando “a veces en solitario” por la integración.

Vertederos incontrolados: “Lo suyo sería dar zonas verdes y aparcamientos”

La Brigada Cívica del Príncipe vigila que los ciudadanos no contribuyan a la creación y aumento de vertederos y respeten las normas medioambientales. Es en las zonas exteriores de las barriadas donde existe el problema y hasta allí se desplazan a diario para controlarlo. Apuestan por terminar con el problema de aparcamientos, que a su vez contribuye al problema con los autobuses, con la creación de algún aparcamiento en esas zonas cuando se recuperen, como el vertedero de Arcos Quebrados, pero entonces haría falta “más seguridad para que la gente dejara allí sus coches sin peligro a que se los destrozaran”.

Los autobuses realizan el trayecto con problemas por la actitud de los estudiantes: “Un autobús escolar solucionaría todo”

A partir de las 14:00 varios brigadas se ocupan de acompañar las rutas de los autobuses que acercan a los estudiantes a sus casas una vez finalizadas las clases. El ambiente no es bueno. “Los chiquillos juntos alborotando, pues ya se sabe y molestan al resto de los usuarios del transporte público”, comentan los brigadas que realizan los turnos concretos de vigilancia de las rutas del autobús. Si a eso se une “la masificación, entonces el jaleo que se forma es mucho mayor. Ellos creen, que por eso es importante que “se establezca un autobús escolar para ellos exclusivamente. Pero no creen que sólo sea eso lo que provoque altercados. “La estrechez de las calles, los atascos que se provocan a diario y la pérdida de nervios de los conductores es el pan nuestro de cada día”.

Los brigadas: “Nos gusta este trabajo en el que resolver los problemas del vecino es nuestra mejor recompensa”

Los brigadas se organizan a primera hora de la mañana para realizar los grupos que salen a la calle. Rosa, que hace laboras de administración, recibe los partes y los remite a las autoridades competentes para que intercedan y solucionen el problema. Desde una alcantarilla que no filtra, a un lugar lleno de residuos, un coche abandonado o un vecino que necesita asistencia social. Javiva se encarga del acompañamiento a vecinos que “se pierden al realizar el papeleo para tramitar ayudas u otras gestiones”. La Brigada conoce a sus vecinos, los problemas del barrio y piden a las autoridades que pisen las estrechas calles del Príncipe Alfonso, hablen con los vecinos, les escuchen...o en su defecto al menos les escuchen a ellos que día tras día intentan solventar los problemas cotidianos que se van presentando. Mustafa, Aldelhuaed y Ahmed (izquierda, centro y derecha, respectivamente), forman parte de un equipo que quiere ver a su barriada  “como se merece porque aquí somos muchos vecinos y mucho dinero a recaudar con los impuestos que nos exijen”.

Los vecinos: “Los brigadas nos ayudan pero a veces creo que necesitan más respaldo”

Él mismo tuvo que ayudar a una enferma junto a otros vecinos mientras pasaba el tiempo y no llegaban los servicios de auxilio. Las brigadas cívicas les ayudan “pero sin respaldo a veces no pueden solucionar un problema”. Abdelhuaed Said habla sin miedo “porque conozco este barrio muy bien”. Dice que “no hay justicia, que el Príncipe es un basurero y que si sale algo limpio no ayudan a conservarlo y el Gobierno no lucha contra la degradación y la injusticia que nosotros sufrimos a diario”.

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