El círculo no pudo cuadrarse

En un artículo de enero de este año titulado “La cuadratura del círculo”, intentaba yo captar la atención de las autoridades académicas de la Universidad de Granada, respecto a los problemas que se presentarían en nuestro Campus de Ceuta, como consecuencia de la implantación de los nuevos grados, si en algunas titulaciones y departamentos deficitarios, no se procedía a contratar a nuevo profesorado, o se convertían contratos a tiempo parcial en otros a tiempo total. Una vez que se hicieron números, el problema quedaba reducido a dos o tres departamentos del Grado de Administración de Empresas. Económicamente era como el “chocolate del loro”.
Incluso me permití una pequeña licencia, en forma de referencia histórica  respecto al clásico problema de la cuadratura del círculo, imposible de resolver. Es más, llegué a calificar de zoquetes a los que lo seguían intentando. Pretendía yo disuadirles de adoptar decisiones equivocadas, siendo sabedor de las tentaciones de nuestros rectores, que al amparo de la reforma del ministro Wert, pretendían realizar sus propios ajustes presupuestarios. No conté con que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, como nos dice nuestro refranero. Tampoco tuve en cuenta a esos “diablillos” que hay en todas las organizaciones, que quizás por afán de notoriedad, o porque no saben hacer otra cosa, andan continuamente tocándole las pelotas a los demás y complicando las situaciones. Es lo que aquí ha ocurrido. Veamos.
El objetivo, como digo, era no contratar a nadie. Pero esto no nos lo decían a los afectados. Sólo nos hacían creer que estaban trabajando para nosotros. La primera alarma saltó cuando uno de los dos diablillos que tenía que cuadrar el círculo, dimitió y se fue a su Facultad a dar clases. A mí siempre me había parecido un buen hombre, y mejor profesional. Me quisieron hacer creer que tenía problemas personales y que la situación le superaba. Es decir, que era un incompetente. Pero no me convencieron. Continuó el otro. En teoría sabe mucho de números y tiene una fórmula mágica. Holgura. Esta palabra, que se utiliza mucho en los problemas de ingeniería, es la que emplean ahora los gestores “progres” de las universidades españolas, para colarnos la reforma Wert sin que nos demos cuenta. Lo que quiere decir, en palabras sencillas, es que, como a los Profesores Titulares y Catedráticos de Universidad que no investigan, no hay forma de hacerles que den más horas de clase, entonces se debe despedir a los asociados, para así obligarles a asumir su docencia, y además, intentar aplicar la medida también a los profesores contratados.
En nuestro caso, como había que contratar a un profesor nuevo para dar  las asignaturas que no podíamos atender los de la plantilla, pero había un profesor contratado de otro departamento que tenía “holgura” (aplicándole la reforma Wert de forma irregular), decidieron endosarle a él esta docencia. De esta forma se ahorraban la importantísima cantidad de 600 euros mensuales, aunque a este compañero le supusiera una carga adicional de trabajo totalmente inasumible e insoportable. Pero además, lo hicieron con tan poco estilo, que los afectados fuimos informados tres días antes del comienzo del curso, y mientras que algunos asistíamos a Congresos internacionales. Evidentemente, nuestro enfado fue mayúsculo y el puñetazo virtual que dimos encima del ordenador, se escuchó hasta en Berlín. Finalmente han rectificado, pero cuando ya ha comenzado el curso. Esto significa que mientras se lleva a cabo el proceso de contratación, hemos de asumir una mayor carga docente obligatoriamente. Política de hechos consumados. Evidente perjuicio al alumnado.
Pero también se han propiciado situaciones que ya se habían denunciado con anterioridad. Así, se han reducido las asignaturas optativas hasta la mínima expresión. Un caso. En el grado de Administración y Dirección de Empresas, de 15 optativas, se han ofertado sólo 8 (para así contratar menos profesorado), siendo obligatorio cursar 7. Esto neutraliza, de hecho, la optatividad, lo que impide que el alumno consiga elaborarse su propio currículo, adaptado a sus perspectivas profesionales. En otros casos se han agrupado departamentos, hasta hacer que la especialización y la excelencia sean un puro espejismo, privando con ello al alumnado de excelentes profesionales, a los que se les ha despedido sin contemplaciones (pese al ridículo sueldo -250 euros- que percibían).
Pero con ser lo anterior grave, hay algo aún más peligroso. Se ha comenzado a utilizar profesores contratados en Granada, para que impartan docencia en Ceuta, pero conservando su plaza y parte de su docencia en aquella ciudad, a pesar de que el Plan de Ordenación Docente aprobado en Consejo de Gobierno lo prohíbe expresamente (a petición de los representantes de personal de Ceuta y Melilla). A esto lo llaman los mismos progres, reajuste de efectivos. De esta forma, además de ahorrarse el plus de residencia, eluden los procedimientos legalmente establecidos de concurso de méritos, para así cortar el paso a posibles competidores locales, frente a los protegidos de ciertos catedráticos de Granada.  
Todo un puro disparate, que pretenden taparlo con un Campus de 30 millones de euros. Pero no lo van a conseguir.