“El ciberacoso es muy serio: la víctima no se libra nunca de él”

“Dotar al profesorado de los recursos necesarios para detectar y prevenir el acoso y el ciberacoso” es el objetivo prioritario del curso ‘Formas de violencia presentes en los centros educativos’ que el inspector de Educación Pedro María Uruñuela, experto en convivencia escolar, imparte desde ayer y hasta pasado mañana en el CPR de Ceuta. –Ejerce usted como inspector en Madrid desde hace más de 20 años pero antes, entre 1979 y 1991, fue profesor de Filosofía. ¿Ha cambiado mucho la convivencia escolar desde aquellos años hasta ahora?
–Han cambiado las circunstancias. Entonces llegaban a  Bachillerato uno de cada cuatro alumnos del 70% que superaba la EGB. Era un alumnado muy seleccionado, muy homogéneo. Las cosas cambiaron con la LOGSE de 1996 y con la extensión de la Educación obligatoria. En cualquier caso, yo y muchos otros preferimos esta situación, aunque algunos docentes sientan que pasaron de ‘La vida es sueño’ a ‘Esperando a Godot’...
–¿Viene usted  a hablar de violencia en los centros o de convivencia escolar?
–A mí me gusta hablar de convivencia en positivo, de la calidad de las relaciones con nosotros mismos, con otras personas y con el entorno. Aunque no hubiese quiebras de la convivencia tendría sentido preocuparnos por esto. Hay estudios que dicen que hoy en día el 40% de las parejas se diluyen y tendríamos que preguntarnos, por ejemplo, si la escuela nos prepara también para algo así.
–¿Esa inquietud se cubre con una asignatura, con una Educación por la Ciudadanía, por ejemplo, o precisa de un enfoque integral?
–Cualquier centro educativo tiene dos dimensiones: la del aprendizaje, la de lo que se enseña y se aprende de Historia, Matemáticas, Literatura... Y la de la convivencia, la de cómo nos comportamos juntos, con otros, entre iguales, con el profesor... La escuela es la institución en la que todos pasamos al menos diez años y no podemos desaprovechar su valía para enseñar a relacionarse, a convivir, a ser feliz.
–¿La estamos desaprovechando?
–Es un problema de coste de oportunidad. De forma consciente o inconsciente se transmites unos valores, un modelo de autoridad, de respeto, de cooperación... Es lo que se suele denominar el ‘currículum oculto’. Si un docente fomenta sólo el trabajo individual e incluso la competitividad va a desarrollar un tipo de alumnado.
–¿Se enseñan estas cosas en las Facultades de Educación?
–Lamentablemente no a pesar de que muchos venimos reclamando que este tipo de preocupaciones y de instrumentos se incluyan en la formación inicial de los futuros docentes porque son clave. Hay muchos profesores estupendos en su materia, grandes expertos, a los que nunca se les ha enseñado cómo son los adolescentes en grupo. Eso conduce al  aprendizaje por ensayo y error, o lo que es lo mismo, a base de meter la pata.
–¿Algún cambio legal ha servido para avanzar en este camino?
–La legislación puede responder de una forma doble: con un enfoque reactivo que va por detrás de los acontecimientos, con sanciones, o de forma proactiva, adelantándose, promoviendo la adquisición de competencias y habilidades sociales, preocupándose porque el alumnado sepa dialogar, llegar a acuerdos, reclamar lo que es suyo... La LOMCE dice que el docente tendrá “la consideración de autoridad pública” y yo no creo que eso vaya a resolver nada. El maestro es una autoridad moral que se gana con el prestigio, con el ejemplo.
–¿La violencia escolar es un fenómeno en expansión?
–El acoso escolar ha existido siempre. Lo que ha cambiado es la conciencia con la que se contempla. Yo recuerdo que en mi época como estudiante ya se le hacía la vida imposible a algún compañero. Entonces se pensaba que era una forma de socialización, se justificaba. Hoy sabemos que no sólo no conduce a nada sino que genera graves problemas. El acoso entre iguales pasa muy desapercibido para el docente porque se produce en los espacios muertos, en las escaleras, entre clase y clase...  Uno de nuestros retos es hacerlo aflorar, luchar contra el prejuicio del ‘chivato’, creando climas de diálogo.
–¿Y el ciberacoso?
–Es un tema mucho más serio porque siempre se lleva encima, no se abandona nunca, en ningún espacio físico ni temporal, y se propicia desde el anonimato. Ahí debemos educar para prevenir en lo digital para que el alumno sepa de los riesgos a los que se expone y no sea tan ingenuo.
–¿Hay unas edades más peligrosas que otras?
–Para el acoso escolar, entre 9 y  14 años. A partir de ahí decrece y aumenta el ciberacoso
–¿Hay un perfil típico del acosador o el acosado? ¿Lo hacen de forma distinta chicos y chicas?
–El acosado suele ser el diferente, sea por la razón que sea, por su color de piel, por su físico, porque sea más estudioso... El acosador es más difícil de perfilar. En cuanto al modelo de acoso, en las chicas está más extendido el verbal y entre los chicos el social. El físico tiene mucha menos incidencia.