El calendario de la disputa

“El calendario escolar va mucho más allá de la ‘semana blanca’ y ese debate de abarcar, entre otros aspectos, el cumplimiento real de los días que se señalan como lectivos”.

Es la opinión, ya lejos del fragor de la ‘batalla’ que cada ejercicio se libra en Ceuta desde hace años alrededor de este asunto, de un antiguo responsable de la Dirección Provincial del Ministerio de Educación en la ciudad autónoma.
“Hace años”, recuerda, “CCOO hizo un estudio en el que concluía que los descansos era mejor espaciarlos a lo largo del curso que concentrarlos en grandes periodos que estaban condicionados en algún caso a la variable ubicación de las fiestas religiosas”.
Siempre en el ojo de la polémica desde la Administración socialista, los gobernantes tanto del  PSOE como del PP han esgrimido criterios “pedagógicos” para evitar juntar la ‘semana blanca’ a la Semana Santa o, como este año, para dinamitar la propuesta que ya se había asumido de tener el próximo curso tres semanas de descanso en Navidad y dos seguidas por Pascua.
Por un lado, las familias suelen pedir que se adelante el inicio de curso para espaciar las vacaciones, facilitar la conciliación de la vida familiar y laboral  y mejorar el rendimiento de los alumnos. Por otro, los docentes recuerdan que las primeras semanas de septiembre se utilizan para preparar el nuevo año escolar y se hacen los exámenes de recuperación.
“Nunca se encontrará un calendario escolar al gusto de todos y precisamente por eso es necesario insistir en que las decisiones deben contar con el mayor consenso posible” es una conclusión unánime que parece imposible llevar a la práctica.
“Para centrar las posturas en un debate de este tipo”, alertó hace ya más de diez años, cuando los tiempos escolares ya eran objeto de discusión, la italiana Elena Cordoni, “habrá que ver varios aspectos: qué fines nos proponemos y en función de ellos dar las soluciones; qué elementos deben entrar en el análisis para llegar a proponer una u otra solución; y cómo tomar las decisiones, quiénes serían las personas, colectivos u organismos encargadas de decidir sobre la solución o soluciones óptimas en función de los dos factores anteriores”.
“La actual organización anticuada y rígida del tiempo”, ha alertado Francisco Delgado, ex presidente de CEAPA, “ no permite flexibilizar los aprendizajes ni desarrollar los apoyos adecuados al alumnado con dificultades sociales o de aprendizaje”.
El calendario escolar tiene como fundamento básico “acomodar el año natural a la gestión del tiempo escolar y el tiempo docente, dando respuesta a la necesidad de mejora a un concepto de calidad educativa que sea respetuoso con las curvas de fatiga, los ritmos de aprendizaje, los requisitos para un aprendizaje cooperativo, así como la necesidad de contemplar tiempos para el trabajo cooperativo de los docentes, la preparación de las actividades lectivas y el correcto ejercicio de la función tutorial, directiva o de coordinación docente”.
En Europa hay tres grandes modelos de calendario escolar: los que empiezan en agosto, los que lo hacen a primeros de septiembre y aquellos que comienzan hacia mediados. En general, los dos primeros grupos tienen más repartidas las vacaciones, y el último un extenso descanso veraniego.
En España el debate sobre el calendario escolar, fruto de la tradición y los calores estivales, ha dado lugar a distintos calendarios en las comunidades autónomas, sobre todo con el inicio de curso. En Primaria, la mayoría de las autonomías comienzan ya en la segunda semana de septiembre. En secundaria, más del 80% de los alumnos empiezan más allá del día 15. En Ceuta, aún con una supuesta fecha única de inicio han llegado a registrarse diferencias de arranque de la actividad lectiva de hasta una semana.
“Mientras no se demuestre lo contrario, más tiempo de clase es mejor”, sentencia el catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca Mariano Fernández Enguita: “Está demostrado que los resultados de los alumnos se van igualando durante el curso y eso se pierde durante grandes periodos vacacionales”.
“Los mismos calendarios u horarios pueden ser buenos para unos y malos para otros”, alerta ese mismo especialista en una ponencia que el mismo ex director provincial recomienda vivamente. En ella, explica que “para un alumno que viva en un medio social y familiar estimulante, unas largas vacaciones representan la posibilidad de viajar, leer, hacer cursos de esto y aquello o, simplemente holgazanear sin consecuencias; pero para el que vive en un medio social y familiar desaventajado, para el que tienen en la escuela su principal o único asidero, numerosos estudios muestran que produce un deterioro de las mejoras acumuladas”.
“Para un alumno que se desenvuelva con holgura en la jornada escolar de mañana y tarde y al que su familia pueda proporcionar acceso a otros recursos”, amplía la comparación, “su condensación en la mañana puede suponer una mejor organización del tiempo que le permitirá realizar más tranquila y libremente otras actividades por la tarde; en cambio, para el que ya se encuentre bajo presión con el horario tradicional o no viva en el medio adecuado, su concentración matinal significará un aumento de la tensión sin compensación alguna, y su tarde libre lo convertirá simplemente en pasto de la televisión y de la calle, o de unas mediocres actividades carentes de interés”.