El bullicio y el dinero no son lo que eran

Que el dinero no es lo que era se comprueba cada final de mes. No obstante, la subida del gas o la congelación del salario, la reducción del poder adquisitivo al cabo, debería preocupar lo justo al ciudadano. Solo lo justo. El dinero no es lo que era. Tampoco lo es todo.

Así lo intentan hacer ver ciertas tendencias socioeconómicas recientes. Sostienen algunos expertos que el Producto Interior Bruto (PIB), el valor monetario de la producción de un país, no puede seguir siendo el único parámetro que mida el desarrollo de una sociedad. A su cobijo, la Universidad de Oviedo ha elaborado un escalafón de calidad de vida entre las 643 localidades españolas de más de 10.000 habitantes.
Ceuta ha vuelto a salir mal parada en una investigación académica. Esta vez ha sido el dirigido por Eduardo González y publicado en el número de otoño de la ‘Revista de Economía Aplicada’. Ceuta ocupa la posición 601 –de 643 ayuntamientos– en calidad de vida tras llevar a la práctica estos novedosos métodos en los que el dinero no lo es todo. El estudio elaborado por este equipo de la universidad asturiana tiene en cuenta otros rasgos ciudadanos, que es como vienen a indicar las recomendaciones de la ONU, de la Comisión Europea o del nobel Joseph Stiglitz.
Conceptos como el desempleo, la polución, la ausencia de zonas verdes, la limpieza, el ruido, la delincuencia, el vandalismo, las comunicaciones, la condición socioeconómica, los equipamientos en salud o en cultura, la educación o los estudios universitarios son únicamente algunos factores tenidos en cuenta por los nuevos estudiosos para evaluar el bienestar social. El tanto tienes y tanto vales deja así de primar sobre la distinción entre precio y valor. Según la erudición académica, según ha publicado la revista de economía aplicada, tanto tienes equivale a tanto eres de preciado. Solo eso. Así de sencillo.
Basado en datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y del Anuario de La Caixa, el artículo revela que son las ciudades del norte de España las que mayor nivel de vida disfrutan. Para eso, los economistas han llevado a cabo un sofisticado método de agregación matemática de parámetros con los que han construido ese índice de 643 ciudades de más de 10.000 habitantes, ordenados no por la riqueza sino por el mayor o menor bienestar social.
El ‘Top50’ lo encabeza Laredo (Cantabria), seguido de Soria y Jaca (Huesca). Los primeros puestos en calidad de vida, como puede comprobarse, lo ocupan localidades del centro y norte peninsular. Además de las citadas, se encuentran también Pamplona, Huesca, Getxo, San Sebastián o Palencia. Y aunque no hay correspondencia entre el número de habitantes y bienestar, también es cierto que las diez más pobladas no constan entre las virtuosas: Madrid ocupa el puesto 246. También estarían Barcelona (75), Valencia (170) o Sevilla (358).
En cambio, los municipios del sur, Canarias, Andalucía o las propias Ceuta y Melilla, las regiones del sol, el bullicio y la fiesta, quedan posicionadas en los últimos lugares. Peor que la vida en Ceuta, la 601, la resisten otras 42: Conil (604), Al Algaba (605), Chiclana (608), Isla Cristina (617), Utrera (621), Los Palacios (625) o Sanlúcar de Barrameda (643 y última) son solo un muestrario que indica que ni el dinero ni la fiesta ni el bullicio tienen ya nada que ver nada con la calidad de vida.

La ‘paradoja Easterlin’ y los nuevos estudios

Desde su fijación en los años 30 del siglo pasado, el Producto Interior Bruto (PIB) ha sido el parámetro que ha servido de referencia del progreso y el bienestar de las sociedades. El cambio de tendencia se produjo a raíz del trabajo seminal de Easterlin (1974), que tras un estudio exhaustivo encontró que el PIB per cápita había mantenido en EEUU un crecimiento constante desde 1946 hasta 1970. Sin embargo, y de manera simultánea, los ciudadanos estadounidenses declaraban en las encuestas una progresiva pérdida de felicidad. Este hecho es conocido como la ‘paradoja Easterlin’. Últimamente están siendo dos recientes premios nobeles, Joseph Stiglitz y Amartya Sen, quienes más insisten en derrocar la supremacía del dinero en los estudios sobre bienestar.