Categorías: Opinión

El bloqueo comercial

La idea de fomentar que los comercios de Ceuta consigan atraer la atención de los propios ceutíes es una idea magnífica. El problema es que para trenzar una política del comercio interno a la altura de las circunstancia de la ciudad, los personajes claves han de poner en práctica una formación que parecen no haber tenido jamás. En un vano intento de resolver el caos comercial interno, la politiquería ceutí ha refulgido una vez más al transformar la principal receptora de paquetes particulares, Correos, en un órgano dedicado a tramitar la entrada de envíos certificado en la ciudad a un coste delirante. O lo que es lo mismo: una de las instituciones más ruinosas de España ha sido puesta manos a la obra para cobrar tasas prohibitivas que obliguen a los ciudadanos a hacer uso de los comercios ceutíes. Sí, esa ha sido la brillante decisión tomada, que no respeta ni al más elemental material cultural, los mismos libros, que suelen recibir un trato especial en cuanto a exenciones y (baja) carga impositiva por parte de los gobiernos nacionales de la mayor parte de los países occidentales, España incluida. Es posible que, en el caso de Ceuta, el enchufado de turno aún no se haya enterado de esta honrosa consideración. Pero hablemos más de la maravillosa idea para potenciar el mercado ceutí. Lo principal es plantear por qué los comercios de la ciudad no han conseguido dominar la cuota deseada. Para ello tan sólo basta comentar los tres puntos esenciales de cualquier transacción a nivel particular: el precio, la variedad de la oferta y la comodidad.
¿Son los precios ceutíes competitivos frente a los ofrecidos por el resto del territorio nacional?, ¿lo es la variedad de la oferta?, ¿y la comodidad tanto en la preventa como en la posventa? Evidentemente los precios de los productos ofrecidos por las tiendas ceutíes tienen muy poco que hacer, en general, con los que ofrecen tiendas externas, sobre todo en la actualidad con las grandes cadenas dominando la red. ¿Por qué he de pagar cien euros en lugar de 60?, ¿y si, como ocurre en muchos casos, no puedo permitirme esos cien euros pero sí esos otros 60?, ¿he de conformarme sin ninguna de las dos cosas pese a que pueda ser esencial en mi vida diaria? Es una lástima que, en sobresaliente contraste con la protección extendida sobre el comercio ceutí, los consumidores no recibamos ni una décima parte de la atención, ni siquiera cuando durante años hemos estado pagando IVA (porque las tiendas externas no se mostraban dispuestas a descontarlo) e IPSI (al pasar el producto por las aduanas de Ceuta) en las compras particulares.
Por supuesto, la variedad de la oferta tampoco es uno de los puntos fuertes de la estructura actual. ¿Por qué he de ceñirme a lo que se me ofrece?, ¿cómo puede un Gobierno limitar la opción de que pueda acceder a un producto determinado cuando este existe y se encuentra a mi alcance? Dicho punto es especialmente grave, en tanto que la idoneidad (mero eufemismo) de los productos, por ejemplo, electrónicos no es comparable a la pertinencia de los que pueden obtenerse mediante una búsqueda personalizada. ¿Por qué he de pagar 120  euros por algo que no es exactamente lo que busco cuando lo tengo a un click por un precio inferior?, ¿y si soy profesional en esa área y no puedo permitirme un mediocre producto remarcado por las grandes multinacionales?, ¿y qué hacemos con los libros que ninguna librería ceutí quiera traer a Ceuta por no compensarle?
Por último, la comodidad es el menos importante de los tres puntos, pero también influye. Para ver el exiguo catálogo de las tiendas físicas, es común el tener que desplazarse hacia ellas debido al bajo nivel de presencia de comercios ceutíes en la web. Asimismo, el hecho de tener que desplazarse y no esperar en casa a que el envío llegue es, para muchos, un plus de las compras externas. A ello se suma el lío (por las reticencias de algunos vendedores) a la hora de devolver a una tienda física un producto defectuoso dentro de los siete días estipulados, cuando otras tiendas, como Amazon, te ofrecen mayores facilidades. Algo parecido podemos decir de la garantía ante averías. En definitiva, la exánime politiquería ceutí muestra una vez más su excelsa capacidad para resolver problemas claves en el funcionamiento y desarrollo de la ciudad, teniendo en cuenta, siempre, que el objetivo es facilitar la vida del pueblo, como en este caso ha tenido en mente sin duda alguna. Tales son las luces del equipo de lumbreras que compone el ayuntamiento, que para nada me extrañaría que alguno de ellos entendiera ciertos tramos del artículo como verdaderas alabanzas hacia sus ejecuciones, sin percibir ni la más grotesca de las ironías. ¡Vaya panda!

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