De la noche a la mañana nos topamos con otra agresión. Y esta vez nos toca al bolsillo. De golpe y porrazo nos topamos con que el precio del billete del barco nos lo duplican por no se qué orden ministerial. Llega la OPE y se quiere hacer el negocio del siglo. ¿Y saben cuál es el negocio? Poner los precios que quieran. Pero claro, esta vez no han contado con los ceutíes. Se les ha olvidado (qué raro ¿no?) que existimos y han ordenado una subida del billete que no tiene en cuenta si eres o no residente.
La Ciudad ha hecho lo que se esperaba en situaciones así: protestar y exigir explicaciones. Otra cosa es el tiempo que tarde Fomento en reaccionar después de un agravio de este tipo que, por mucho que se subsane, esconde la auténtica realidad a la que nos enfrentamos los que hemos elegido vivir a este lado del Estrecho: que no se nos trata igual. Esa es la verdad y por eso suceden situaciones de este tipo, abusos, castigos que fuerzan a la Ciudad a tener que salir y pedir explicaciones.
Nos encontramos ahora con un problema que no debería existir, pero que existe. Nos encontramos con un agravio sobre un sistema de comunicación, el que ofrece el barco, que es obligado para la gran mayoría de los que aquí vivimos. No nos queda otra que coger el barco para viajar a Algeciras, es una autopista única y obligada. Algo que nunca se ha tenido en cuenta y por eso suceden los agravios contra la población en forma de precios abusivos y suspensiones sin fundamento alguno.
Pero en el caso de marras no tienen la culpa las navieras. Aquí hay un único responsable, el que ha hecho una orden ministerial que debe tumbarse de inmediato. Y ese es el papá Estado, que no entiende que aquí también vivimos ciudadanos españoles con unas especificidades concretas a los que no se nos debe meter en el mismo saco del resto. ¿Se habrán dado cuenta ya del error? Esa no es la clave, cabría preguntarse ¿por qué se cae en este error?