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El árbol y su importancia

Todos sabemos que es un árbol. Es una planta perenne de tallo leñoso, que se ramifica a cierta altura  y … Pero yo añadiría más. Es un ser vivo; que nace, vive y muere. Y de todos los seres vivos que pueblan el planeta Tierra, también es el más cercano al hombre. Desde tiempos inmemorables, el árbol ha sido compañero inseparable nuestro. Cuando nacemos, la mayor parte de nuestro tiempo, transcurre en una cunita, fabricada de madera, producto del árbol. Hasta hace poco tiempo, la gran mayoría de nuestras viviendas estaban hechas de madera -en la actualidad aún existen y especialmente en los Estados Unidos y Japón- y al fallecer, nuestros restos también quedan depositados, en un habitáculo o féretro de madera, donde dormimos el sueño eterno. Puedo relatar la utilidad de la madera y las múltiples aplicaciones que le damos, pero entonces este artículo se haría interminable. Me ceñiré tan solo a la gran importancia que desempeña el árbol en nuestra vida.
Los árboles aportan el elemento más esencial que precisa el hombre para vivir, el oxígeno. Sin él sería imposible la vida en el planeta de la mayoría de los seres vivos. Aunque no se puede atribuir a los árboles, todo el oxígeno del mundo. Las algas y otras plantas marinas se estima que aportan el 70% del oxígeno del planeta, por el proceso de la fotosíntesis en los océanos. También es verdad que en países como Indonesia y su vecina Malasia, los ciudadanos tienen graves problemas respiratorio originado por la falta de árboles, que han sido devorados por gigantescos incendios. Como también es verdad que los océanos ocupan las tres cuartas parte del globo terrestre.
Durante su existencia, los árboles pueden eliminar de la atmósfera grandes cantidades de dióxido de carbono (el gas principal que origina el efecto invernadero), lo que significa, que plantar un árbol es una manera eficaz de luchar contra el calentamiento de la atmósfera. Cada ejemplar maduro consume por término medio, 6 kilogramos de dióxido de carbono al año y puede aportar el oxígeno que precisan hasta 18 personas, según el porte y la clase.
Al dar sombra y refrescar debido al agua que retienen y evaporan, los árboles también afectan la temperatura local en su entorno. Los grupos de árboles urbanos, refrescan el aire hasta 10 grados y reducen la demanda de energía de aire acondicionado hasta en un 50%. De hecho, el lugar más fresco de Ceuta, son los Jardines de la Alhambra, debido a la frondosidad de los ficus que ordenó plantar José E. Rosende,  alcalde de la ciudad entre 1928 y 1931.
A groso modo y muy superficialmente estos son los favores que el árbol concede al hombre. En contra partida, nosotros parece que le tenemos declarada la guerra. Hace 10.000 años los bosques ocupaban 7.000 millones de hectáreas del planeta. Hoy apenas ocupan 4.000 millones. Unos estudios realizados por la FAO en 1980, sugerían que se estaba derribando 11,4 millones de hectáreas de bosque tropical al año. Sin embargo un nuevo estudio de junio de 1990, en el que por primera vez se emplean imágenes obtenidas por satélite, demuestra que el ritmo de destrucción se ha incrementado hasta 20,4 millones de hectáreas al año.
Ceuta desgraciadamente, no es ajena a esta cultura antiárbol. En el año 1860, fueron requeridos por el Ministerio de la Guerra, los ingenieros de montes Don Máximo Laguna y Don Luis Satorras, para llevar un reconocimiento e inventario de los montes de Ceuta y Sierra-Bullones. El resultado fue el siguiente: Alcornocal, 419 hectáreas y 8 hectáreas el pinar del Hacho. Apuntando la existencia además de dos pequeños rodales de olmos y castaños. Hoy la masa forestal de nuestra ciudad está aproximadamente en 300 hectáreas, siendo la gran mayoría eucaliptos. El rodal de unos 30 castaños que se ubicaban en la parte alta del arroyo de Buena-Vista fueron talados por la empresa que construyó la Carretera de Impermeabilización entre Benzú y Tarajal. Presenté la correspondiente denuncia, pero ... Por muy escalpado que esté el camino, todo se arregla ante una buena mesa y un buen vino en casa "Silva". Me equivoqué, aquella denuncia debería de haberla llevado a cabo a través del SEPRONA, que por entonces mandaba el sargento León -este no era vendible-, para que aquellos indeseables hubieran pagado sus culpas, no que solucionaron el problema con una comida.
Son varias las anécdotas que me tocó vivir en mis tiempos como funcionario de la Concejalía de Medio Ambiente, primero y Consejería más tarde.
En una ocasión me llamó a su despacho el consejero de Medio Ambiente. Me dijo: Pepe, con esta señora quiero quedar bien porque es amiga y votante nuestra. Residía en la Barriada de Juan Carlos, y le había pedido que talaran un árbol que estaba delante de su casa y le molestaba. Como es preceptivo en estos casos, la nota se la pasé a Manuel Carmelo, agente forestal de la Asamblea y un profesional como la copa de un pino. Al día siguiente me pasa una nota donde explica, no ver motivo ninguno que justifique la tala del árbol, que en este caso se trata de un "Plátano híbrido" de unos 50 años de edad. Como había visto el gran interés por parte del consejero en talarlo, decidí personarme en el lugar. Cuando hablé con la señora y vi donde se ubicaba, mi indignación era tremenda. Resulta que el árbol no había levantado la acera, ni sus ramas se colaban por ninguna ventana, que suelen ser los casos más corriente. Estaba plantado en la acera de enfrente de la casa de la señora, en una placeta, pero según esta, le tapaba la vista porque de su ventana no podía ver a los que se sentaban en el banco. De vuelta al despacho del consejero, le expuse los hechos y que no encontraba ningún motivo para talarlo. Apuntándole también que el plátano daba una gran sombra a un banco de la placeta y que varias señoras, se sentaban todas las tardes bajo él mientras sus hijos jugaban. El consejero dio orden directa al capataz de jardines para que lo talaran. A los pocos días, recibí una comisión de vecinas en mi despacho y me pusieron a parir. Tuve que justificar la tala, alegando que el árbol en cuestión tenía una enfermedad contagiosa y la podía transmitir a los demás especímenes de la barriada. Desgraciadamente, la mayoría de las veces, te toca trabajar con politicuchos de tres al cuarto, que se creen superdioses y no saben o no valoran, lo que ganaría la ciudad si se quedaran en su casa en vez de ocupar un cargo público.    
En otra ocasión me reclamaron en presidencia, para pedir mi opinión sobre que árboles de carácter urbano me parecían los más adecuados para la calles Independencia y avenida Otero. Yo expuse que jacaranda (Jacaranda mimosifolia) y la palmera washingtonia. Apunté que la primera para la Avd. Otero y la palmera para la calle Independencia. Al poco tiempo observé que las palmeras las estaban plantando en la Avd. Otero y de inmediato fui a ver al viceconsejero de Obras a la que pertenecía Parques y Jardines. Solo le pregunté donde iban a plantar las jacarandas. Me respondió de mala forma, como enfadado. Entonces le hice saber, que en la calle Independencia no se le ocurriera hacerlo, dada la sensibilidad de este espécimen a los aires salinos. No lo entendió muy bien y se lo dije en “cristiano”. En esa calle combate mucho los vientos de levante y ese árbol no lo resiste. Por el gesto que hizo, me di cuenta que acababa de condenar a muerte a todas la jacarandas. Efectivamente, a los pocos días se estaban plantando en dicha calle. Me sentí impotente observando  tanta injusticia, maldad y por qué no decirlo, ánimo de lucro. Si te llevas una parte de una compra de árboles y esa partida no agarra o se muere, tendrás que traer otra, y entonces en vez de una parte, te llevas dos. Indignado me dirigí a Domingo, capataz de Parques y Jardines y le solicité me plantara uno de aquellos árboles, frente a la puerta del edificio de la Asamblea, y allí está, solemne, esbelto y único superviviente de aquella partida que se solicitó para la Avd. Otero. Como si fuese un monumento al gran grupo de políticos ineptos, incapaces y “chorizos” que desgraciadamente Ceuta ha tenido que soportar. Tengo referencia de que la “cosa” ahora funciona mejor y me alegro de ello.
Lo que me ha pasado en este artículo, no me había sucedido nunca, inicio el escrito con los árboles y conforme voy escribiendo y recordando mi "mosqueo" ha llegado a tal nivel, que la he emprendido contra esos pobres inocentes y honestos paisanos nuestros, que sacrifican su tiempo libre, su familia y todo el ocio que la vida le ofrece, para trabajar por el pueblo. Para que los ciudadanos se vean mejor gestionados. ¡¡Pobrecitos!!. He sido muy duro con ellos.
Esto no quiere decir que siempre topé con gente del mismo grupo, todo lo contrario. He trabaja a las ordenes de políticos, que me han causado una gran impresión, y entre ellos, me vienen a la memoria; Andrés del Rio, Carlos Torres, Diego Sánchez Baglieto, José Luis Fernández Medina y Manolo Berlanga. A todos los recuerdo con afecto y gran respeto, pero mirando la lista, que pocos son  ¡¡joder!!.

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