Categorías: Opinión

El almirante español que humilló a los ingleses

Creo que los ingleses tienen bastantes virtudes, aunque luego son unos perfectos especialistas en divulgar y magnificar sus victorias de guerra y todos cuantos hechos de armas le sean favorables; lo mismo que también son unos auténticos expertos en silenciar, ocultar y olvidar batallas y hechos bélicos que les sean adversos; esto último, lo borran de los mapas y de la historia a costa de lo que sea. Ejemplos bien elocuentes de uno y otro caso se tienen en las dos batallas navales más importantes que en su historia han librado contra España. Me refiero a Trafalgar, que les fue favorable, siendo indiscutible e indiscutido que los españoles sufrimos en ella una gran derrota por la Armada inglesa y holandesa; pero que, para conmemorar su bicentenario, en 2005 invitaron a todas las potencias del mundo con gran pompa y boato para exaltar hasta lo sublime, a bombo y platillo, su orgullo y amor propio nacional. A sensu contrario, de la batalla de Cartagena de Indias (Colombia), en la que España infligió la más grande y vergonzosa derrota que haya sufrido la Marina inglesa, y en la que su héroe español, Blas de Lezo, consiguió humillarles, sobre esa siempre han guardado el más absoluto silencio, incluso habiendo dado en su día el rey Jorge II orden a los historiadores ingleses de que la ocultaran por completo, consiguiendo que dicha victoria española sea casi desconocida hasta por los españoles.
Blas de Lezo fue el azote y el pánico de los ingleses. Nació este bravo marino en Pasajes (Guipúzcoa); con sólo 12 años se enroló en la Escuadra francesa entonces aliada de España. Cuando en 1704, con 15 años, recibió su bautizo de guerra tomando parte en la batalla que españoles y franceses libraron contra ingleses y holandeses en aguas frente a Vélez-Málaga, un disparo de cañón inglés le destrozó la pierna derecha y se la tuvieron que cortar por debajo de la rodilla sin anestesia y sin que por ello llegara a quejarse; pero ya en aquella ocasión la Escuadra española infligió graves pérdidas a la inglesa, apresándole varios navíos y causándole 2.700 bajas (los españoles sufrieron 1.500). Tanto se distinguió en la lucha, que se le ascendió a Alférez de Navío. En 1710, estando en el puerto de Rochefort, rindió en combate a una docena de barcos ingleses. En 1713 perdió un brazo luchando en el segundo sitio de Barcelona. Estando defendiendo Tolón, perdió un ojo por un disparo en el Castillo de Santa Catalina. Por su valentía y ardor combativo ascendió por méritos de guerra a Capitán de Fragata. Con 25 años había perdido la pierna, un brazo y un ojo. De ahí que, siendo ya Almirante, le apodaran con los sobrenombres de “Almirante pata palo y medio hombre”. Pero parece como si los despojos de la carne convirtieran en más héroes todavía a los valientes, como ocurrió al mismo Blas de Lezo, Millán Astray, Cervantes (“Manco de Lepanto”), etc. En 1715 participó en la reconquista de Baleares, arrojando a los ingleses.
En 1713 España fue forzada a firmar el Tratado de Utrecht, por el que perdimos Gibraltar y otras posesiones en Europa. Gibraltar fue el robo más grande y más descarado de la historia perpetrado por Inglaterra, valiéndose de una fuerza tan dispar como que toda una flota anglo-holandesa, formada por 61 navíos y 23.000 hombres, hicieron la “gran proeza” de vencer a unos 100 defensores españoles que guarnecían el Peñón. Desde entonces, Gran Bretaña y Europa siguen teniendo con Gibraltar la más grande de sus vergüenzas. Los ingleses llevan más de 300 años riéndose de España, de Europa, de la ONU y del mundo, incumpliendo tratados, mandatos de descolonización de las Naciones Unidas, robándonos el territorio del aeropuerto, nuevos terrenos ganados al mar, arrogándose aguas que no tienen, permitiendo a los gibraltareños un referéndum que es ilegal y, en fin, cometiendo toda clase de atropellos e ilegalidades que suponen la mayor afrenta para España y los españoles. Gibraltar es como una lanza que atraviesa el corazón de los españoles, para mayor vergüenza de la Inglaterra europea del siglo XXI. El año 1704, además de Gibraltar, la misma escuadra inglesa conminó al Gobernador de Ceuta, Marqués de Gironella, para que le entregara la plaza, pero aquí no lo consiguió, porque se plantó, expulsó a los ingleses del Puerto y les dijo que moriría primero entre sus ruinas antes que ondeara otra bandera que no fuera la de España. Con ello los ingleses pretendían dominar ambas orillas del Estrecho.
Cuando todavía nos quedaban las posesiones en América, que eran bastiones críticos pasa nuestro comercio, del que Cartagena de Indias era una de las ciudades estratégicas más importantes, en Florida y  el Caribe actuaba el pirata inglés Robert Jenkins que permanentemente hacía contrabando y saqueos haciendo caso omiso de las continuas advertencias españolas, hasta que un día el buque La Isabela, mandado por el capitán Juan León Fandiño, le dio caza y éste le perdonó la vida, pero le amputó una oreja y le dijo: “Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”. Jenkins acudió con su oreja en una caja ante los Diputados en la Cámara de los Comunes en 1738, exigió que se le desagraviara y, así, el Primer Ministro Robert  Walpole se vio obligado a declarar la guerra a España el 23-10-1739, que por eso fue llamada “Guerra de la oreja de Jenkins”, con la que Inglaterra pretendía arrebatar el dominio en el Caribe a España y adueñarse así de todo el comercio. Poco antes, en 1737, había sido destinado a Cartagena de Indias el Almirante Blas de Lezo, como responsable de los buques que defendían aquella importante plaza.
Para vengar la oreja de Jenkins Inglaterra armó toda una formidable flota jamás vista en la historia (excepción del desembarco de Normandía), al mando del Almirante inglés Edward Vernon, formada por 195 navíos, unos 25.000 ingleses apoyados por 4.000 milicianos más de los EEUU, mandados éstos por Lawrence, hermanastro del Presidente Washington, y 3.000 cañones. Las fuerzas españolas eran muy exiguas, sólo 6 navíos y varios mercantes armados, más unos 3.000 hombres al mando de un Coronel de Ingenieros. Los ingleses sitiaron la plaza durante varios meses y la sometieron a tres grandes ataques. Antes habían tomado y saqueado Puertobelo (Panamá). Y como en Cartagena desembarcaron en la playa y tomaron posiciones, Vernon retó a Blas de Lezo diciéndole que lo mismo haría con Cartagena. Pero el almirante español le contestó: “Si hubiera yo estado en Portobelo, no hubiera Su Merced insultado impunemente las plazas del rey mi Señor, porque el ánimo que faltó a los de Portobelo me hubiera sobrado aun para contener su cobardía”. Vernon, no obstante, envió la corbeta Spencer a Inglaterra con un plano en el que vaticinaba la más humillante derrota de los españoles. Londres se adelantó entonces con fastuosas celebraciones y acuñó monedas y medallas en las que anunciaba la victoria de su Royal Navy, leyéndose en el anverso: “Los héroes británicos tomaron Cartagena el 1-04-1741”. Y en el reverso: “El orgullo español humillado por Vernon . “La arrogancia española humillada por el almirante Vernon y los héroes británicos tomaron Cartagena, abril 1, 1741”. Aparecía Blas de Lezo arrodillado con las dos piernas (pese a faltarle una) y entregando la espada a Vernon. Pero tan colosal mentira pronto saldría a flote.
Ante tan notoria inferioridad de fuerzas, Blas de Lezo dio cuatro órdenes: 1ª: Excavó fosos para que las escalas inglesas quedaran cortas y no tomaran el castillo. 2ª: Cavó trincheras en zigzag para impedir aproximarse a los cañones ingleses. 3ª: Envió a los ingleses dos españoles que se hicieron pasar por desertores, para que les engañaran indicándoles que había un supuesto flanco desprotegido, donde los ingleses fueron masacrados. 4ª: Mandó hundir 6 de sus barcos a la entrada del puerto para que no pudieran entrar ni navegar los ingleses. Éstos lanzaron durante dos meses hasta tres durísimos ataques a la desesperada, pero los españoles resistieron con indómita bravura, rechazándoles a cañonazos y a veces cuerpo a cuerpo, causándoles la pérdida de: 18.000 muertos, 7.500 heridos, 50 navíos hundidos o apresados, más 1.500 cañones. El pánico se apoderó de los ingleses que huyeron despavoridos. Fue la más grande derrota antes y después sufrida por la Royal Navy. Por parte española las bajas fueron: 800 muertos y 1.200 heridos. Ante tal desastre inglés, Vernon decidió retirarse enviando una carta a Blas de Lezo: “Hemos decidido retirarnos para volver pronto a esta plaza después de reforzarnos en Jamaica”. Lezo le contestó: “Para venir a Cartagena es necesario que el rey de Inglaterra construya otra escuadra, porque ésta sólo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres, lo cual les hubiera sido mejor que emprender una conquista que no pueden conseguir”. Vernon fue relevado y expulsado de la Marina en 1746, aunque la arrogancia y el orgullo inglés hizo que le enterraran en la Abadía de Westminster, panteón de los héroes, y en su tumba pusieron: “Sometió a Charges, y en Cartagena conquistó hasta donde la fuerza naval pudo llevar la victoria”; lo que era la forma más humillante de ocultar tan vergonzosa derrota.
Por su parte, el infausto Blas de Lezo, pese a haber sido uno de los héroes más grande que ha tenido nuestro país, al igual que a lo largo de la historia ha ocurrido con otros muchos bravos españoles, murió casi olvidado de su Patria. Falleció en Cartagena de Indias el 17-09-1741 víctima de la peste producida por tantos cadáveres corruptos de la guerra. A título póstumo se le concedió el marquesado de Oveco. El rey español Felipe V lo condecoró con la Orden del Espíritu Santo y el Toisón de Oro. Luego, en la Academia de Ingenieros de Hoyo de Manzanares hay una maqueta que explica la célebre batalla de Cartagena de Indias, lo que honra al Arma de Ingenieros. Y un buque de la Armada española ha llevado siempre, desde su muerte, el nombre de Blas de Lezo. No ocurrió tanto olvido en la fuerte plaza por él tan heroicamente defendida, en la que, siguiendo el deseo del propio Lezo antes de morir, colocaron una placa en la que se lee: “Aquí España derrotó a Inglaterra y sus colonias. Con sólo 3.000 hombres y su ingenio, Lezo derrotó a una Armada de unos 25.000 hombres, más otros 4.000 traídos de Virginia por el medio hermano de George Washington”. En las escuelas de Cartagena de Indias fue lectura obligada la siguiente: “Gracias a él (Lezo), nosotros no hablamos inglés”.
Blas de Lezo, fue uno de los mejores estrategas de la guerra naval. Fue todo un héroe sin paliativos. Su sólo nombre hace que cualquier español de bien se sienta importante por el solo hecho de serlo. Participó en 22 batallas. Y con él, la bandera de España se paseó ondeando, altiva y con honor, por la mayoría de los mares. El político español D. Emilio Castelar, último Presidente de la primera República, dejó dicho que: “Las naciones que no recuerdan ni honran a sus héroes, son inmerecedoras de su independencia”. Bien que valdría la pena tomar buena nota de ello, para que la historia de los grandes héroes españoles sea en España y en el mundo más conocida, como este artículo pretende.

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