Categorías: Sucesos y Seguridad

“El agua estaba muy fría, mucho”

Babakar, Sherif, Diame, Modibo y Seydi. Cinco nombres para una sola historia. Ellos son los subsaharianos que ocupaban la balsa que volcó la pasada madrugada en la costa de Benzú. Dos de Guinea Bissau, uno de Mali y los otros restantes del Chad. Todos dejan atrás unos países convulsos, machacados por la presión económica o la de las guerras. En una balsa por la que pagaron 2.500 dirhams quisieron encontrar la libertad y casi encuentran la muerte. “Menos mal que estaba la Guardia española, si no nos ven, hubiéramos tenido la fatalidad de morir”. Ahora, cansados, ya en el CETI, después de haber pasado por la Jefatura Superior de Policía para la oportuna filiación, toman conciencia de lo que fue esa madrugada y de lo que pudo realmente ocurrir.
Llevaban una semana en el bosque más cercano a Castillejos. Son de los ‘más nuevos’ en el ‘Gran Forêt’ en donde conviven decenas de inmigrantes, hombres y mujeres, habitando pequeñas tiendas de campaña por cuya ocupación pagan un dinero. “El sábado decidimos salir. Había llovido mucho, pero ese día no. Era cosa de Dios”, señala uno de los inmigrantes en la entrevista concedida a este medio.
Un marroquí les proporcionó la balsa. Una endeble embarcación que se ha convertido para la población de inmigrantes en el método idóneo para llegar a la península. A su vez, para quienes las venden, constituye todo un negocio. El negocio del siglo, a costa de la desesperanza de quienes se lanzan al mayor ataúd que separa dos continentes, el Estrecho.
A las once de la noche, estos cinco inmigrantes se “lanzaron a la aventura”, narran. Remaban poco a poco, sin problemas, acunados por la noche y una mar relativamente tranquila, hasta que “un cambio” hizo que comenzara a agitarse. Y ahí vinieron los problemas.
Una ola hizo que la balsa volcara, cayendo al mar todos los ocupantes. “El agua estaba muy fría, mucho”, recuerdan. Algunos llevaban chalecos salvavidas. Dos no. Así que la combinación era nefasta para ellos. Una patrullera del Servicio Marítimo de la Guardia Civil ya les había localizado, después de que las cámaras del SIVE les alertaran de la existencia de un punto de calor. Era la una de la madrugada y hasta las tres los guardias civiles no dieron con ellos, sorteando un mar imposible de burlar, oscuro, convertido en una trampa mortal para quien intenta sortearlo. Y este grupo quiso hacerlo, topándose con la fatalidad. De no ser por la presencia de una de las naves de la Benemérita habrían perecido en el mar. Hoy, 48 horas después del rescate, sus protagonistas van asimilando lo que ha podido pasar. “Si no nos ven... hubiera sido fatal. No llegamos a temer un peligro para nuestras vidas porque estaba la Guardia Civil y estábamos seguros de que venía a por nosotros”, apunta uno de los subsaharianos que, sonríe, conoce ya la embarcación del Instituto Armado.
Este intento por alcanzar Ceuta es el primero para tres de los subsaharianos. Otro en cambio está ya curtido en este tipo de experiencias. La de la madrugada del sábado al domingo fue la cuarta vez en la que decidía montar en una balsa.Todas las veces anteriores fue interceptado y detenido por la Policía marroquí. Otro de los protagonistas lo ha intentado un par de veces. Ahora están cuando menos tranquilos, en el CETI. Dejan atrás problemas bélicos en una Guinea Bissau en la que es muy difícil vivir. “Estás trabajando unos meses para ganar dinero para tu familia y te lo quitan todo”. El oriundo de Mali confirma lo dicho por su compañero. Ahora residir en esas tierras es una temeridad.
Cuando fueron rescatados por los agentes del Servicio Marítimo, les dieron mantas y empezaron a entrar en calor, tomaron conciencia de lo sucedido. “En el barco ya notamos lo que estaba pasando, lo que había ocurrido”, apuntan. La Benemérita les arrojó dos cuerdas a las que se agarraron para poder ser izados hasta la embarcación. Uno de los ocupantes agarró la cuerda y los demás se fueron acoplando poco a poco. “Nos fueron cogiendo uno a uno y la balsa se quedó allí, en el mar”, señalan.
Después vendría lo de siempre. El traslado al puerto deportivo, la llegada de las ambulancias, la atención de los casos de hipotermia que presentaban... Hasta que al final pudieron llegar al CETI.
Ahora, todavía cansados, intentan hacerse el cuerpo a esta nueva realidad. Nada saben del futuro que les espera, sí que conocen perfectamente lo que han dejado atrás. Sus familias les esperan en su África subsahariana mientras ellos esperan que esta otra punta del continente les sirva de trampolín para una nueva vida.

“La balsa se quedó a la deriva”

El servicio llevado a cabo por el Marítimo en la madrugada del sábado al domingo fue destacado por el riesgo en sí que conllevó. A la una de la madrugada se recibió el aviso del SIVE, cuyas cámaras habían advertido la presencia de un punto de calor en la costa de Benzú. Hasta las tres de la madrugada el Servicio Marítimo no logró localizar la balsa quedándose a su lado a la espera de la llegada de la Salvamar ‘Gadir’, siguiendo así los protocolos de salvamento establecidos. A las cuatro de la madrugada, y al producirse el naufragio de la balsa, los agentes tuvieron que proceder al rescate de los cinco subsaharianos que habían caído al mar, temiendo especialmente por la vida de dos de ellos que no portaban chalecos salvavidas. “La balsa quedó a la deriva”, apuntan desde la Guardia Civil, que ayer destacaba este servicio porque gracias a la rápida actuación se evitó que hubiera víctimas mortales. Estos cinco subsaharianos tuvieron suerte. No todos pueden contar la misma historia. El año pasado se cerró con varias muertes, demasiados naufragios y una salida a la desesperada de endebles balsas de plástico en las que llegan a montarse hasta siete inmigrantes, cuando su capacidad no debe exceder de tres. La temeridad de este tipo de salidas parece no importar a sus protagonistas, que se lanzan al Estrecho incluso con bebés. Desde el pasado 18 de enero no se tiene constancia de una balsa, igual que ésta, que partió cargada de compatriotas desde Tánger.

el faro El rescate, del Servicio Marítimo.

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