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‘Efecto Pygmalión’ en las aulas

Un estudio sobre fracaso escolar constata que cuando el profesorado tiene bajas expectativas respecto el rendimiento de su alumnado, "estas acaban cumpliéndose".

María del Mar Estrada, licenciada en Psicopedagogía, maestra y orientadora educativa en Melilla; y Juan Manuel Trujillo, doctor en Ciencias de la Educación y profesor de la Universidad de Granada, firman en el último ejemplar del 'European Scientific Journal' un estudio descriptivo sobre la influencia de "las variables personales" en el fracaso escolar en la ciudad hermana, que con Ceuta suele compartir en todas las estadísticas el dudoso honor de ser las regiones con menores tasas de éxito académico de España.
El objetivo de ambos ha sido detallar y diseccionar "las variables personales que contribuyen de forma más significativa al fracaso y abandono escolar temprano" en una ciudad que, como Ceuta, cuenta con un elevado porcentaje del alumnado con otra lengua materna que no es el castellano, el idioma vehicular, y en cuya sociedad, también de forma equivalente con la caballa, "hay un alto índice de familias que provienen de entornos socio-culturales y económicos desfavorecidos en las que el índice de analfabetismo es grande, sobre todo entre las mujeres".
Tras entrevistar a cerca de 1.500 individuos, los autores del estudio constataron que un 46,2% de participantes sufría "ansiedad" ante los exámenes y un alto porcentaje de la muestra "dificultades específicas de aprendizaje", especialmente en el área de Matemáticas. Concretamente, al 40,9% de los participantes le costaba realizar las cuentas; al 39,8% de los encuestados le resultaba difícil realizar los problemas y el 26,9% tenían dificultades de memoria relacionadas con la materia.
Por lo que se refiere a la lectura el 20,4% de la muestra asumió que tardó "bastante" en aprender a leer y el 22,6% de los participantes reconoció que le costaba entender lo que leía. En relación a la escritura, uno de cada tres dijo que su escritura estaba "llena de faltas de ortografía" y el 19,4% dio por bueno que era "muy difícil" entender su escritura.
Por otra parte, para los autores son de destacar "las dificultades relacionadas con la memoria": el 33,3% de la muestra afirma que tardaba mucho en aprenderse los temas y el 26,9% opina que le suponía mucho esfuerzo memorizar las tablas de multiplicar o el proceso necesario para la realización determinados cálculos matemáticos.
Sobre motivación, uno de cada cinco no atendía a las explicaciones del profesorado; y el 30,1% no preguntaba las dudas a los profesores. El 19,3% ni siquiera llevaba a clase el material necesario. "Es muy significativo que el 36,5% de los encuestados afirma que no le gustaba estudiar y el 36,6% dice que lo hacía de memoria "solo para aprobar". Un porcentaje algo superior, el 20.4%, buscaba "evitar castigos o que los padres se enfadaran".
Respecto a las atribuciones de éxitos y fracasos, para el 28% el suspenso se deba a "no ser capaz de entender las explicaciones. El 21,5% de los encuestados cree que suspendía porque los exámenes eran "demasiado difíciles". El 12,9% de los participantes opina que aprobaba solo porque "tenía suerte" y un 11,9% apunta que se debe a que el docente era "muy bueno" con él.
En relación con las expectativas se subraya que el 24,7% de los encuestados piensa que aunque se esfuerce no va a aprobar y el 17,3% de la muestra está de acuerdo con que en el futuro los estudios no le servirían "para nada". El 22,6% de los participantes opina que no vale para estudiar y el 21,6% de los encuestados no se considera inteligente. El 23,6% no se considera trabajador y el 11,5% de los encuestados piensa que ni le valoran ni le aprecian.
Los autores destacan el "alto porcentaje" que muestra expectativas negativas en relación a los estudios y que percibe que el profesorado tiene expectativas bajas sobre su capacidad y rendimiento. "Hay que incidir en la importancia de las expectativas mostradas por el profesorado y la relación con el éxito de sus alumnos, ya que cuando el profesorado tiene bajas expectativas respecto el rendimiento de su alumnado, estas acaban cumpliéndose; es el conocido 'Efecto Pygmalión", advierten.
Para combatir esta deriva recomiendan cursos al profesorado con formación en factores afectivo-emocionales que afectan al aprendizaje y formas de llevarlo a la práctica diaria del aula: motivación, expectativas, atribuciones, autoestima, estrategias para mejorar el clima social del aula, etcétera".

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