Opinión

Educación en valores y los valores de la Educación

La tesis que he querido mantener en este artículo es que una cosa son los valores de la educación (y para ello ayuda una filosofía crítica y en diálogo continuo) y otra cosa muy distinta la educación en valores. Actualmente el único valor que estamos enseñando a nuestro alumnado es el más desgarrador y sobre el que debemos combatir: el “valor” de educar en la competencia. Uno de los aspectos que llaman la atención en nuestro país, o que al menos a mí me llama la atención es que no tengamos una ley de educación de larga duración. No pretendo hacer un recorrido histórico sobre las distintas leyes que hemos tenido. Primero por desconocimiento de las mismas en su mayoría, pero también, para que, a ti querido lector no te resulte algo pesado. En este artículo solo pretendo hacer algunas reflexiones sobre la educación intentando vincularlas con una disciplina que se encuentra en peligro de extinción en los planes de estudios: la filosofía La filosofía no está de moda y la pregunta que debemos hacernos es si lo ha estado alguna vez. Sin embargo, esto es secundario. Lo importante es que la filosofía nace como un ejercicio crítico – no rupturista- de las explicaciones míticas. Las insuficiencias que muestran estos relatos, hace que la voz de la filosofía poco a poco vaya apareciendo. Dos son los aspectos fundamentales que recorren todo el pensar filosófico: voluntad de escucha – y también, aunque también voluntad de sospecha, aunque no podamos desarrollar esto aquí- y respuesta tras dicha escucha. La filosofía debe ser (no por ello tiene que serlo necesariamente) un ejercicio en el que nuestro alumnado sea capaz de vislumbrar que las cosas no son como parecen. Sonará a tópico habitual, pero entre otras muchas “utilidades” que tiene la filosofía es la de enseñarnos lo antes mencionado.
Y sí, querido lector he usado la palabra utilidades y la he puesto entrecomillada. Las uso (las comillas) por el siguiente motivo: considero que en la educación –al menos hasta ciertos niveles- no debe regirse por valores meramente utilitarios. Sin embargo, nuestras leyes educativas no sólo van cargadas ideológicamente, algo que también tiene que criticar la filosofía, sino que además en la mayoría de los casos (o en todos) la educación nos conduce a la vida laboral de una forma paulatina. El último modelo de educación basados en competencias es el claro ejemplo. Se establece que el memorizar es una situación que no es justa y que además es ineficaz. ¿Dejamos la memoria a un lado? ¿Nos olvidamos de quienes somos, de dónde venimos y a dónde vamos? La memoria es lo que nos hace dignos y nos hace ser quienes somos. De esto algo saben las gentes que tienen familiares con esa enfermedad. ¿Por qué consideramos que una persona con alzhéimer, es decir con pérdida progresiva de la memoria, la consideramos enferma y no decimos lo mismo de la actual forma de evaluar por competencias donde la memoria parece – forzando las palabras- olvidada?
Alguien que lea esto puede pensar que se trata mi postura de una posición reaccionario, pero yo me pregunto: ¿Es reaccionario querer saber de dónde vengo o es más reaccionario hacer de la educación un modelo competencial? Uno de los males – entre muchos- que tenemos como sociedad es hacer ver que la individualidad es insuficiente y, que por mucho que nos hablen de autosuperación de desafíos, lo que todo esto oculta es una carta muy bien jugada por el sistema actual: la sustitución de la cooperación por el individualismo y, en último la competencia con su consecuente negación del otro. Sobre eso espero hablar en otro momento.
Por último, señalar que nos encontramos con una asignatura que es Educación en Valores Cívicos y Éticos. Una asignatura que sólo se dará una hora semanal en al menos un curso de secundario. La educación en valores siempre ha resultado problemática y más cuando algunos docentes la utilizan para hacer adoctrinamiento sea este del signo que sea. La tesis que he querido mantener en este artículo es que una cosa son los valores de la educación (y para ello ayuda una filosofía crítica y en diálogo continuo) y otra cosa muy distinta la educación en valores. Actualmente el único valor que estamos enseñando a nuestro alumnado es el más desgarrador y sobre el que debemos combatir: el “valor” de educar en la competencia.

*Manuel Lendínez Álvarez, graduado en Filosofía por la Universidad de Granada y Máster en profesorado por la Universidad de Málaga

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