El sociólogo Rontomé y Mohamed Said, presidente de Jóvenes Musulmanes de España, coinciden en que la crisis de identidad cultural favorece la captación de jóvenes yihadistas.
La educación es la mejor herramienta de la que dispone nuestra civilización para poner fin a la locura del Estado Islámico. Esa fue una de las conclusiones a las que llegaron ayer el sociólogo Carlos Rontomé Romero y Mohamed Said Alillech, presidente de Jóvenes Musulmanes de España. Ambos fueron los protagonistas de la mesa coloquio organizada en el Centro Cultural Al Idrissi. También coincidieron en subrayar que la crisis de identidad que sufren muchos jóvenes musulmanes es uno los aspectos que más influyen para que puedan acabar siendo captados por los radicales. Tan sólo discreparon a la hora de hablar de musulmanes de primera, segunda y tercera generación.
Rontomé empezó señalando que el proceso de radicalización tiene un alcance global. Dijo que llama más la atención su fase final, que es la comisión de un atentado o cualquier otro delito. Sin embargo, en su opinión, hay que estudiar el fenómeno en su conjunto teniendo cuenta que es un hecho al que ningún país es ajeno y que su objetivo final es llevar a cabo acciones violentas indiscriminadas para crear terror y en las que la principal víctima es la población islámica que no acata la visión radical del Islam.
En Ceuta, señaló, esta radicalización afecta a una parte de la población. Y subrayó que es un hecho que comienza a producirse a finales de los años 90, aunque no es hasta principios del nuevo siglo cuando se llevan a cabo labores de radicalización. Luego, tras la guerra de Siria y con la expansión de las redes sociales, el proceso se acelera. No obstante, quiso dejar claro que “rigorismo religioso” no es sinónimo de “radicalización”, aunque el primero puede concluir en la segunda. También subrayó que Ceuta, pese a la imagen que se pueda tener de nuestra ciudad, no es foco de yihadismo. De hecho, dijo, hay más actividades de este tipo en la provincia de Barcelona y en la zona de Levante.
Antes el perfil de las víctimas de los redes de captación coincidía con el de un hombre de unos 30 años, desempleado y con baja educación. Ahora se ha producido cambios. Según Rontomé, en la actualidad también son captadas mujeres y personas con familia y trabajo.
La consecuencias de esta actividad delictiva de los radicales no son sólo los atentados y la falta de seguridad, también genera “desconfianza en las relaciones sociales”. Se generan prejuicios hacia los musulmanes, se produce la victimización de una parte de la sociedad, surgen corrientes xenófobas y existe el riesgo de perder “capital social” si se relega a una determinada comunidad religiosa.
Sin formación
“Una persona que tenga una buena situación económica y esté formada profesionalmente no creo que cambie y se vaya a Siria a luchar por una bandera falsa”, señaló Rontomé. En su opinión, las personas que son captadas por los yihadistas son personas con ausencia de preparación académica y con carencias de formación religiosa. “Muchos de ellos eran delincuentes antes de ser radicales, incluso les hacen ver que con el radicalismo pueden limpiar sus pecados”. Es habitual también que se hayan criado en ambientes familiares desestructurados, con falta de afecto. Igualmente, en su opinión, la marginación social y la concentración de la población musulmana en determinados barrios también favorece la labor de quienes se dedican a captar a los jóvenes para radicalizarlos.
Rontomé también destacó el hecho de que algunos de los terroristas que han protagonizado los atentados más sangrientos estuvieron acogidos en centros de menores de Francia. En este sentido, Mohamed Said subrayó el hecho de que los terroristas no llegan a Europa para atentar, sino que es la propia Europa la que está ‘exportando’ terroristas. En su opinión, no se trata de un fenómeno relacionado con la ideología o la religión, aunque está vinculado con ambos “es un tema mucho más complejo”. Said se refirió a la discriminación que sufren los musulmanes en el ámbito laboral y social. Habló de la necesidad de educar en ciudadanía y criticó que los medios de comunicación provoque que se confundan algunos términos, lo que acaba beneficiando a los radicales. “Llamar a ISIS organización yihadista es lo que buscan. Precisamente ellos dicen que están haciendo la yihad, aunque en realidad eso no es la yihad”, señaló.
Said también echó en falta la existencia de una voz reconocida que hable en nombre del Islam. De hecho, en nuestro país existen 65 federaciones y una Comisión Islámica totalmente inoperativa.
También criticó que algunas personas se consideren, se presenten y actúen como expertos en esa religión sin serlo. Además, advirtió del riesgo de que se produzca un proceso de retroalimentación entre islamofobia y extremistas religiosos.
Por otra parte, rechazó la idea de que se produzcan procesos de radicalización en las mezquitas ya que, por ejemplo, los víctimas son habitualmente jóvenes que no dominan el árabe, que es la lengua habitual en la oración. Cuando quieren llenar sus carencias de tipo religioso, acuden a internet y allí pueden acabar siendo captados. También advirtió de la falta de referencias. “Los jóvenes buscan imágenes y héroes que seguir y a veces los encuentran en el ISIS”.
En conclusión, tanto Rontomé como Said coinciden en que la falta de formación y de educación religiosa convierten a muchos jóvenes en potenciales víctimas de las redes de captación yihadistas.
300 dólares, casa, mujer, armas y un coche 4x4
La promesa de una experiencia exótica, la oportunidad de manejar armamento o de conducir un 4x4, recibir un sueldo de 300 dólares al mes, contar con una vivienda y el ofrecimiento de una mujer con la que poder casarse. Ésos son algunos de los ‘argumentos’ del Daesh para captar radicales, explicó Mohamed Said. Sus víctimas jóvenes desempleados, sin formación y con una grave crisis de identidad que ven así la oportunidad de reafirmarse sintiendo la pertenencia a un grupo.
Una solida identidad cultural contra la manipulación
El Centro Cultural Al Idrissi acogió en la tarde de ayer una mesa coloquio compuesta por el sociólogo Carlos Rontomé Romero y Mohamed Said Alilech, presidente de Jóvenes Musulmanes de España. Ambos hablaron sobre la gestión de la diversidad cultural y religioso y sobre las causas y consecuencias de la radicalización violenta. Esta mesa redonda forma parte de los actos que Al Idrissi viene organizando tanto para su alumnado como para la población joven y adolescente en general con el objetivo de ofrecer mecanismos y herramientas que les permitan construirse una identidad cultural sólida. Precisamente en ese punto coincidieron los ponentes: la crisis de identidad favorece el radicalismo. Más de un centenar de personas asistieron al acto.
Hijos de musulmanes inmigrantes
Los dos protagonistas de la mesa coloquio se mostraron de acuerdo, aunque con alguna matización, en casi todos los aspectos sometidos a debate. Sólo discreparon en algunas apreciaciones al hablar de los hijos de musulmanes nacidos en los países a los que inmigraron sus padres. En opinión de Carlos Rontomé, algunos de estos jóvenes, a los denominó “musulmanes de segunda o tercera generación”, muchas veces son víctimas de un “problema identitario”. Sin embargo, advirtió de que es una circunstancia que no se da en Ceuta. Explicó que la concentración de la población musulmana en determinados barrios, las carencias educativas y la falta de formación y conocimiento de su propia religión hacen más fácil la manipulación a quienes se dedican a captarlos. Además, hay que sumar las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías a los extremista. “Ahora hay captaciones exprés cuando antes podían necesitar varios años hasta conseguir captar a un joven”, explicó Rontomé.
Por su parte, Mohamed Said no consideró apropiado hablar de musulmanes de primera, segunda o tercera generación porque eso significa marchar diferencias. Además, destacó el hecho de que los de primera generación, los social y culturalmente más vulnerables, no sufrieron ninguna radicalización hacia la violencia. Y subrayó que sus hijos “son ciudadanos con los mismos derechos que los hijos de otros trabajadores”.
En cambio, Said sí cree que los hijos de aquellos inmigrantes sí sufren hoy una crisis identitaria, como había señalado Rontomé, aunque existía el riesgo que con esa denominación se favoreciera su discriminación laboral o social.
A su vez, Rontomé explicó que el termino de “segunda o tercera generación” es de uso habitual en Sociología para denominar a los hijos de inmigrantes, con independencia de sin son musulmanes, de otra religión o proceden de un país determinado.
Además señaló que en los inmigrante de primera generación existía un menor riesgo de radicalización porque contaban con una valores y referencias culturales y religiosas que les permitían tener una identidad formada.
Por el contrario, su hijos, los musulmanes de segunda y tercera generación, deben tratar de compatibilizar unos valores y raíces familiares con un entorno en el que los ideales pueden ser diferentes. “Esto les hace estar a caballo entre dos identidades”, afirmó el sociólogo Carlos Rontomé.
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