Los tiempos cambian y la sociedad también, especialmente la conducta de la juventud. En los últimos años vemos, en algunas situaciones con temor, lo pronto que los menores empiezan a adoptar ciertos comportamientos más propios de los adultos.
Ya no es extraño ver a jóvenes de 14 o 15 años comprando alcohol para irse de botellón o consumiendo, no por primera vez, algún tipo de sustancia no recomendable. Al darse una vuelta por el Poblado Marinero, nuevo sitio de moda para beber en la calle, es fácil comprobar como los que allí hacen botellón, en muchos casos, no alcanzan la mayoría de edad.
Es ahí donde deben entrar las áreas destinadas a la prevención del consumo de drogas y de prácticas de riesgo y así lo hacen, por ejemplo, dispositivos como la RULE, la unidad sociosanitaria para promocionar la salud en el ocio nocturno.
Ellos mismos son los que reconocen que los jóvenes de hoy en día conocen y tienen acceso a un sinfín de sustancias, además de empezar a más temprana edad a mantener relaciones sexuales, no siempre guardando las medidas de seguridad adecuadas.
Como no es de extrañar, muchos hacen todas estas cosas a espaldas de sus padres, lo que hace plantearse si sólo hay que dejar la educación sexual y la salud de los hijos en manos de charlas en los colegios o de dispositivos de salud como la RULE. Quizás una conversación a tiempo o un buen regaño al llegar a casa en mal estado evite, en algunos casos, males mayores en un futuro.