Ya se ha convertido en una costumbre en el pleno que el consejero de Fomento se queje de la situación provocada por el gran número de obras que no pueden comenzar debido a las bajas temerarias por parte de las empresas para llevarse algún tipo de licitación en las administraciones públicas.
Y, por otro lado, las confesiones continúan por parte de los dos líderes de Caballas, alabando el precio como elemento justificante de las adjudicaciones y cómo ello ha permitido ahorros importantes a la Ciudad Autónoma de Ceuta durante los últimos años.
Tienen razón uno y otros, pero es verdad que causa muchos perjuicios, porque nos encontramos con situaciones verdaderamente dantescas, como las que está padeciendo la Ciudad Autónoma para poner en marcha las obras que están inscritas en el Plan de Barriadas.
De ahí que se haya terminado por contratar a Tragsa para todo, incluso para un descosido, y que al final, que nadie se llame a engaño, si la empresa pública, de la que forma parte la Administración autonómica, no termina ejecutando más de ese tercio del Plan de Inversiones.
Es decir, mucho más que esos cuarenta millones sobre los ciento veinte que conforman las inversiones previstas para todo este período por el equipo de gobierno.