Es difícil, viviendo en una sociedad civilizada, entender como hay personas capaces de jugarse la vida con tal de encontrar otra mejor. Muchos perecen en el intento, pero otros tienen la suerte de aferrarse cuando ya lo tenían todo perdido.
De esos casos tristes, pero que no terminan en tragedia, hemos tenido dos ejemplos durante esta semana. El primero ocurrió el juves, cuando en pleno temporal, un temporal que paralizó el tráfico marítimo y dejó numerosos desperfectos en la ciudad, dos argelinos intentaron cruzar a nado por el Tarajal. Quizás pensaron que la vigilancia bajaría, pero fueron justamente esos vigilantes, esos guardias civiles, los que evitaron que esa travesía a nado terminara en una fatalidad.
Menos suerte corrieron ayer dos de las tripulantes que intentaban llegar a Ceuta en una zodiac, que perecieron en ese intento de encontrar una vida mejor. No obstante, otros dos pasajeros lograron salvar la vida gracias de nuevo a los guardias civiles que se lanzaron a rescatarlos, logrando recuperarlos. Son historias que se repiten con demasiada frecuencia. Quizá sólo nos quedamos con las muertes y no con esas personas que se agarran a la vida y que en mitad de la desgracia encuentran ese brazo que les saca del agua.
La mayoría de las veces, los que intentan pasar de un lado al otro huyen de esos guardias civiles, intentan burlar la seguridad de una frontera que deja muchas vidas al año, pero en estos casos son esos agentes los que ayudaron a que hoy en día sigan aquí, entre nosotros.