Ceuta esconde parte de su historia en sus edificios. Hileras de pisos que han sabido superar el paso del tiempo, que encarnan la intrahistoria de un pueblo y que hoy, en algunos casos, arrastran una muerte anunciada, exhibida incluso sin pudor alguno ante los ciudadanos.
Declaraciones de ruina que asoman, de la noche a la mañana, escritas en letreros sin que se dé explicación alguna del motivo. Auténticas leyendas de la sociedad caballa y su historia que mueren en cuestión de minutos, el tiempo que tardan las máquinas en ejecutar una particular eutanasia patrimonial avalada por las instituciones. Múltiples ejemplos de inmuebles que se pierden, que nunca más serán rescatados y que no hacen sino arrebatar, poco a poco, la personalidad de calles y barrios.
El presidente de la asociación Septem Nostra, José Manuel Pérez Rivera, lamenta que el dejar morir edificios al no actuar como se debe acelerando así su deterioro que terminará, lamentablemente, en su derribo, es una práctica “muy habitual” en los últimos años “para forzar la declaración de ruina de los edificios”, explica.
La maquinaria para causar este fin funciona de manera sencilla. Consiste en dejar que los edificios se deterioren con la falta de mantenimiento, que puede agravarse haciendo algo tan sencillo como dejar las ventanas abiertas de las viviendas abandonadas. También está siendo habitual la falta de actuación firme cuando se produce la ocupación ilegal de viviendas en edificios protegidos, como ya ha sucedido en varios bloques de barriadas emblemáticas como Alfau o en González de la Vega.
“No son sólo los particulares los que practican este tipo de técnicas torticeras. Este edificio es propiedad del Ayuntamiento y aún sigue con la fachada sin reparar”, lamenta Pérez Rivera, una de las personas que, a través de la asociación que preside, más ha luchado y denunciado para que se termine con este tipo de situaciones.
No solo lo ha hecho protestando en prensa, también cursando por registro peticiones de información sobre estas prácticas que aún no han sido contestadas. Así, en junio de este año, se pidió información sobre el porqué del estado de aparente abandono del edificio de la calle Espino número 11, incluido en el catálogo de inmuebles protegidos en el actual PGOU. Se quería conocer de la Consejería de Fomento respuesta sobre las medidas adoptadas para garantizar la conservación de un edificio protegido con el nivel 2. Aún no se ha dado respuesta cinco meses después.
Otro caso sangrante es el edificio de la calle Real número 9, en cuyos bajos estaba el conocido local Comercial Africana, incluido también en el catálogo de inmuebles protegidos y, sorpresivamente, declarado en ruina por decreto de Fomento y Medio Ambiente. Aún no se ha dado respuesta sobre la actual situación del expediente y el futuro de este edificio.
Ayuntamiento, particulares... miran hacia otro lado, pero también lo hace el estamento militar. La antigua fábrica de Harina en la avenida Otero, que fue durante muchos años el Archivo Histórico Militar de Ceuta, está abandonada. De igual manera sucede con edificios que salpican las distintas calles y barrios de la ciudad, que encierran parte de la historia pero que, incongruentemente, no son protegidos por políticas específicas de conversación.
Se va dejando que mueran, que se degraden lentamente sin exigir medidas de conservación para evitarlo. Edificios con las ventanas y las puertas tapiadas: síntoma evidente de que han sido condenados a muerte.
“La presión sobre el patrimonio arquitectónico es brutal en el centro urbano. En el PGOU que está ahora tramitándose se habla de la necesidad de renovar 568 viviendas. Se entiende que los redactores del avance cuantifican bajo esta denominación las viviendas que tienen que ser declaradas en ruina por ser inviable su recuperación. Nos preocupa que se hable de un número tan elevado de viviendas que deben ser eliminadas, sobre todo cuando observamos que erróneamente se suelen asociar con antigüedad y mal estado de conservación”, explica Pérez, quien considera necesario la activación de un grupo de Revisión de Obras que tenga entre sus cometidos la identificación de obras sin licencia y la ocupación no autorizada de la vía pública o la detección de desperfectos y averías diversas en las calles.
“Los problemas de conservación de los inmuebles no se deben a su antigüedad sino a la falta de su cuidado y mantenimiento”, añade. Septem Nostra busca en la comparativa con lo que sucede en otras ciudades la clave de lo que debe hacerse en Ceuta. “Basta darse una vuelta por los centros históricos de muchas ciudades europeas para apreciar su buen estado de a pesar de sus muchos siglos de antigüedad. Es precisamente la inobservancia intencionada de la obligación de mantener los edificios en condiciones de ornato y salubridad la que, a nuestro entender, explica el alto número de viviendas en mal estado en Ceuta. Desgraciadamente, son muchos los inmuebles del centro histórico que se están dejando morir con fines especulativos”, mantiene. Denunciar es la clave pero puede que, aún siéndolo, llegue demasiado tarde. Es lo que pasó con el derribo del antiguo juzgado, en la calle Ramón y Cajal. Una auténtica barbaridad, un atentado contra la obligada conservación del patrimonio cultural que no pudo ser frenado. “Pocos inmuebles en nuestra ciudad gozaban de la belleza estética, la singularidad y el encanto que poseía esta edificación de estilo neoárabe”, lamentaba la asociación. En vez de apostarse por la rehabilitación se optó por el derribo.
Desgraciadamente no es el único caso. Demolición y abandono se dan la mano. El primero, evidente, es grave; el segundo, por silencioso, es aún más inmoral ya que provocando la declaración de ruina no se persigue más que obtener un beneficio último de tinte especulativo.
“Para combatir esta deleznable actitud especulativa muchos ayuntamientos han tomado medidas administrativas y jurídicas para impedir la proliferación de este tipo de acciones. Sin ir más lejos, la Ciudad Autónoma de Melilla promulgó, hace ya algunos años, la Ordenanza sobre Conservación, Rehabilitación y Estado Ruinoso de las Edificaciones. En la exposición de motivos de esta ordenanza se llega a decir que pese a que en el deber de conservación y en la ruina, parece estar siempre presente el interés público, es forzoso reconocer sin embargo que al menos el instituto de la declaración de ruina ha sido puesto en marcha más por los particulares que por la administración y ha sido utilizado, más que atendiendo a intereses públicos, en defensa de intereses privados”, explica Pérez Rivera.
Septem Nostra defiende la necesidad de que Ceuta esté dotada de una ordenanza que regule la declaración de ruina de una manera más estricta para terminar con esta estrategia de especulación urbanística. “Para dar una adecuada respuesta a esta necesidad de vigilar por el buen estado del parque inmobiliario, la mayoría de los ayuntamientos españoles han implantado la denominada Inspección Técnica de Edificios. Una inspección que han de pasar todos los edificios en función de su año de construcción para acreditar su estado de seguridad constructiva, cualquiera que sea su destino. Por ello hemos propuesto en nuestras alegaciones al PGOU que en Ceuta se implante cuanto antes la Inspección Técnica de Edificios, algo que llegó a prometer Doncel cuando era consejero de Fomento”, añade, reclamando la vigilancia necesaria para que se evite la pérdida de una historia que se está perdiendo con alevosía.
La degradación de algunos edificios que están incluso protegidos es un hecho. Sucede a la vista de todos. Es el ejemplo de varios bloques de la emblemática barriada Alfau, en donde no se han ordenado ni medidas para que los ‘okupas’ terminen destrozándolos. O el caso del edificio del Ayuntamiento en González de la Vega o la declaración de ruina en plena calle Real del edificio levantado sobre el desaparecido Comercial Africana.
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