El pasado martes, día 15, presenté en la Biblioteca Pública de Ceuta la obra ‘El espíritu de Ceuta’. Pensé que iban a acudir un buen número de personas a este acto, pero la realidad superó con creces nuestras expectativas. Poco antes de comenzar la presentación comencé a firmar ejemplares y, no sé cómo ni cuándo, al levantar la cabeza me di cuenta de que la sala estaba abarrotada. Tuve que dejar la firma de los libros y sentarme en la mesa, -junto al prologuista de la obra, mi querido amigo Óscar Ocaña-, para iniciar la actividad. Abrió el acto, en calidad de anfitrión, el director de la Biblioteca Pública de Ceuta, José Antonio Alarcón. Mi apreciado director de la referida institución cultural y a la par máximo responsable del Instituto de Estudios Ceutíes (IEC) expresó su satisfacción por el hecho de que un compañero del IEC presentase un libro que trata sobre nuestra ciudad. Además de resaltar mi condición de miembro del IEC apuntó algunos detalles de mi trayectoria investigadora y profesional.
Tras la intervención del director de la Biblioteca Pública de Ceuta presenté al prologuista, Óscar Ocaña, y le agradecí el magnífico prólogo que había escrito. Quise resaltar que este brillante prefacio fue redactado por Óscar en unas circunstancias muy difíciles. Nuestra querida Paquita había pasado por un delicado estado de salud lo que, a su vez, sumió a Óscar en una profunda depresión. Por suerte el viento ha vuelto a rolar y ahora dirige las naves de sus vidas por derroteros mucho más favorables. Óscar vino al acto con las pilas cargadas y con un mensaje claro: la reivindicación del africanismo con marchamo ceutí. Quiso dejar claro que estamos entrando en un tiempo nuevo que demanda altura de miras y cooperación política y cívica. Obras como ‘El espíritu de Ceuta’, según la opinión de Óscar, se inscriben en este cambio en la estructura de la consciencia humana. De un pensamiento estrictamente racionalista estamos evolucionando hacia un cosmovisión mucho más holística e integral. En este Mundo Nuevo, como lo denominó Walt Whitman, lo tangible no es sinónimo de lo real, pues se reconoce que hay planos de la realidad intangibles tan “reales” como los objetos que podemos percibir con los sentidos.
Óscar preparó a la perfección la atmósfera para que yo presentara el contenido del libro. Como paso previo expresé mi alegría por verme rodeado de mi familia y de tantos amigos y amigas. Mi primer agradecimiento quise dirigirlos a mis padres. Es una obviedad decir que si no fuera por ellos yo no estaría aquí y este libro no existiría. Ellos me dieron la vida, pero también me ofrecieron a mí a y mis hermanos una educación, unos valores y la posibilidad de cumplir mi sueño de estudiar arqueología. He compartido mi pasión por la arqueología con mis hermanos y gracias a ella conocí a Silvia, mi mujer y compañera de vida. Nos conocimos en la Universidad hace veintiocho años y desde entonces estamos juntos. De dos hemos pasado a cuatro. Se han incorporado a nuestra familia dos maravillosos hijos: Alejandro y Sofía.
Sin bien, como he comentado, yo no estaría aquí sin mis padres, este libro no sería una realidad sin mi mujer y mis hijos. Lo normal es que sean los autores los que dediquen sus libros a sus seres queridos, pero en este caso, tratándose de un regalo por mi cincuenta cumpleaños, han sido ellos los que me han dedicado el libro a mí. El pasado día 26 recibí un regalo muy especial. En una caja perfectamente envuelta se escondían algunos ejemplares del libro “El espíritu de Ceuta”. Se pueden imaginar la sorpresa que me llevé. Fue, sin duda, un momento inolvidable.
En el capítulo de agradecimiento no quise olvidarme de mi familia de Granada, que son mis suegros, mis cuñados, cuñadas y sobrinos. Tampoco dejé de recordar a aquellos seres queridos que ya no están entre nosotros, como mis abuelos Diego, Aurea, Dolores y Pepe. Debo a este último, a mi abuelo José María Rivera Alcaría, la pasión por los libros y la afición por la lectura. Poco antes de fallecer me animó a que siguiera con mis inquietudes intelectuales y así lo hecho. Seguro que hubiera disfrutado mucho de este momento. También me referí a un querido amigo que perdí no hace mucho: a José Luis Navazo. Estoy seguro de que para él se abrieron las puertas de la eternidad que se encuentra sobre Ceuta.
Por último, y cerrando el capítulo de agradecimiento, expresé mi agradecimiento a la editorial Avant por el profesional trabajo de maquetación y composición gráfica del libro.
Del contenido del libro resalté que es una obra algo heterodoxa. No recuerdo quien lo dijo, pero es cierto que en todo lector se esconde un futuro escritor. Hasta el año 2013 todos mis escritos eran científicos o artículos de opinión relacionados con el mundo de la arqueología, el patrimonio cultural o la protección del medio ambiente, pero al acercarse la fecha de mis cuarenta y cuatro cumpleaños, empecé a salir a la naturaleza ceutí y hacer de ella mi sala de estudio. En el cuaderno que inauguré en el Monte Hacho, lo que comencé a exponer era una visión íntima de Ceuta basada en mis experiencias, sentimientos, pensamientos y emociones. Llegué a este momento como fruto de una evolución personal y un vivo interés por conocer el espíritu de Ceuta. En mis libretas fui exponiendo lo que surgía de mi interior y necesitaba materializarse en forma de palabras escritas. Como escribió H. D. Thoreau, si no llega a ser por mis libretas “derramaría todo y lo echaría a perder”. He procurado aferrar y enfrentarme al pensamiento que me visita, así como expresarlo por escrito. De alguna manera no quería que mis ideas y sentimientos se perdieran sin que ello suponga caer en el engreimiento.
Como conté en la presentación del libro, mi contacto directo con la naturaleza de Ceuta y la contemplación de los paisajes despertaron en mí el interés por estudiar el espíritu de Ceuta. Fue a comienzos del año 2015 cuando sentí un deseo irrefrenable de escribir sobre la personalidad de Ceuta. Pensé que el círculo del Estrecho, tantas veces citado como un espacio económico y cultural en la antigüedad clásica, poseía una dimensión mítica, mágica y sagrada poco analizada. Este círculo se dibuja a partir de un centro sagrado ubicado en Ceuta que surge a partir de la intersección de dos continentes y dos mares. Estos dos mares, a su vez, simbolizan el plano de la existencia terrenal y el celestial. Los considerados míticos “centros del mundo” poseen una energía vital muy importante. En ellos nacen el árbol de la vida, como el árbol de las manzanas de oro del jardín de las Hespérides o la fuente del agua de la vida custodiada por al-Khidr. Este árbol cumple la función del eje del mundo (Axis Mundi) que conecta el inframundo, la tierra y el cielo.
La entrada en el círculo mítico fue, como narré, un despertar de una realidad preconcebida y encorsetada a otra mágica y sagrada. Una parte importante de las ideas que me sirvieron para redibujar los paisajes de Ceuta se las debo a los autores que me han ayudado en este despertar: Lewis Mumford, Patrick Geddes, Ralph Waldo Emerson, Henry D. Thoreau, Walt Whitman, Carl G.Jung, Marie Louise Von Franz y Joseph Campbell, entre otros.
Al igual que ocurre en estos días tan frecuentes en Ceuta en los que nos despertamos con una niebla cerrada, apreciamos la luz, pero no distinguimos las formas. En esta fase somos con un niño recién nacido. Yo tuve la fortuna de que mi despertar viniera acompañado con un extraordinario hallazgo arqueológico. Tal y como cuento en el libro, a los pocos meses de plasmar por escritos mis pensamientos sobre el espíritu de Ceuta, retomé una excavación arqueológica en la calle Galea. Casi al final de estos trabajos descubrimos una gruta sagrada en el que en el siglo XIII se practicaron ritos de magia talismánica propiciatorios de la fertilidad. La pieza más destacada de este hallazgo fue un talismán de plomo con la imagen de una divinidad femenina. También encontramos un curioso ídolo de piedra que simboliza la conjunción de opuestos que representan el mar Mediterráneo y el Océano Atlántico. Uno de los aspectos más sorprendentes de este descubrimiento es que en mi despertar yo había intuido la existencia de una gruta sagrada dedicada al culto de la diosa madre.
La aparición de la gruta, la piedra sagrada y el talismán anunció el primer acto del desvelamiento del espíritu de Ceuta. Luego vinieron otros hallazgos arqueológicos de los que trato en el libro, como el horno metalúrgico de la calle Galea o las minas de hierro y cobre que localizamos en las inmediaciones del morabito de Sidi bel Abbas Sabti en el Sarchal. Todos y cada uno de estos descubrimientos fueron hitos importantes en mi estudio del espíritu de Ceuta. No resulta fácil resumir en pocas palabras las conclusiones de este trabajo, pero sí quise resaltar en la presentación de libro que Ceuta es el centro de un círculo sagrado con una extraordinaria capacidad generadora de vida. La mayor parte de los mitos de la antigüedad clásica y el periodo medieval que aluden a este círculo mítico, sagrado y mágico tienen como tema central la inmortalidad o la existencia de árboles o fuentes capaces de otorgar la eterna juventud.
Por desgracia, de estos árboles mitológicos nadie se acuerda y los tangibles están siendo consumidos por el fuego. Algo similar ocurre con los manantiales naturales de Ceuta, algunos de ellos arrasados por las máquinas excavadoras y otros secos por la escasez de lluvias. Mi propósito con este libro es liberar de nuevo el fluir de la vida y abrir las puertas que en el cielo de Ceuta conectan el tiempo con la eternidad y la eternidad con el tiempo.
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