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El dueño de la tienda del edificio de colores: "Lo importante, que vuelvan los vecinos"

"Lo importante es que no haya fallecido nadie y que los vecinos vuelvan cuanto antes". Lo dice Ángel Arroyo, propietario de la tienda de electrodomésticos del Edificio de colores de la calle Real de Ceuta, donde un incendio que se inició el pasado viernes 14 de julio mantiene desplazados a los vecinos y ha dejado el local comercial destrozado: "El negocio lo doy por perdido".

Arroyo habla por primera vez con un medio de comunicación tras el suceso, en una conversación con El Faro de Ceuta. Se muestra además molesto por informaciones aparecidas en los últimos días en las que se ha dado por hecho que el fuego se originó en su local.

"Estamos esperando a que venga la Científica, que los peritos hagan su trabajo y se aclare cual fue el problema. Eso es lo que queremos y que así las familias puedan volver a sus casas cuanto antes. Se dice en algunos medios que si los patinetes, que si otra cosa. De momento no sabemos nada", cuenta muy apenado Arroyo.

Es claro sobre los próximos pasos a dar, asumiendo que si se determina que la responsabilidad ha sido de algún fallo en su tienda, su seguro "se hará cargo".

Tampoco descarta, ni mucho menos, que el problema haya podido venir de la comunidad de vecinos o de algún residente en particular: "En caso de que sea así, supongo que se encargarán las aseguradoras correspondientes".

Reconoce que pasa por "el momento más bajo posible" en lo anímico y renuncia prácticamente a reabrir el local: "A mí se me han quemado mis ganas y mi ilusión. Montar un 'bicho' de estos es un lío tremendo y ya cumplo cincuenta años. No quiero volver a pasar por algo así, con el miedo que se te queda. Si el problema del fuego fuera ajeno a mi tienda, no cambiaría mis pocas ganas", resume.

Aquel viernes su vida "dio un giro de 180 grados", ante una circunstancia que "no se espera nadie": "Al final yo voy allí a trabajar como una persona cualquiera. No es que esté haciendo un trabajo peligroso donde pueda estar expuesto a riesgos".

Mirando al futuro, insiste en que si es el causante "lo afrontará, al igual que lo haría la comunidad si fuera un asunto de ellos". Recuerda además el caso de su vecina a la que meses atrás "se le quemó el ático", un trance "por el que seguro no querían tener que pasar", viéndose obligados "a volver a reconstruir su casa y todo lo que eso lleva aparejado".

Arroyo se describe como "una persona fuerte" y también trata de ser optimista. "Esperemos que la Científica dilucide rápido, los vecinos puedan volver y simplemente nos quedemos con que a nadie le ha pasado nada y todo regresa a la normalidad", concluye.

Un incendio dramático

Han transcurrido ya diez días desde aquel fatídico 14 de julio, cuando el humo empezó a brotar desde una zona indeterminada entre la parte alta del local y el bloque de viviendas. Rápidamente acudieron al lugar hasta tres camiones de bomberos, que serían más durante la tarde.

Muchos vecinos salieron de sus domicilios rápidamente, dejando el plato sobre la mesa, y algunos, incluso, a sus mascotas en el interior.

En ambas esquinas del edificio se formaron aglomeraciones de curiosos, sorprendidos por la cantidad cada vez mayor de humo negro que brotaba del interior.

Policía Local y Nacional acordonaron la zona y, en cuanto fue posible, los Bomberos se encargaron de sacar del interior a las familias que habían decidido esperar en sus casas, según las recomendaciones habituales de los servicios de Emergencias.

Los efectivos del SEIS vivieron momentos duros, especialmente por las altas temperaturas. De hecho, fueron auxiliados con hielo que vecinos y agentes de la Policía Local, entre otros, llevaron al lugar para refrescarles.

Con vecinos y animales fuera del colorido edificio, buscar el foco del incendio se convirtió en el principal objetivo. Una tarea compleja, que demoró toda la tarde, hasta entrada la noche, continuando al día siguiente las labores de enfriamiento de la zona.

Los vecinos, sin fecha de regreso

Las familias se vieron obligadas a dejar sus casas "un viernes por la tarde, de repente y con lo puesto" para, por el momento, no volver. Así lo relataban a este periódico en los últimos días, recalcando además que solo han podido subir "a coger lo fundamental". Es decir, "sacar las cosas del congelador y la nevera, bajar la basura" o llevarse "algunas prensas esenciales".

No tienen fecha de regreso y esperan en casas de familiares o incluso en hoteles, mientras se muestran prudentes respecto a las posibles causas del incendio: "Eso lo tendrá que determinar la Policía Científica, aún no no han dicho nada", vienen señalando.

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