A estas alturas, muy pero que muy original tiene que ser una película de abogados e investigación para que sorprenda con algo nuevo, y no es el caso, pero es un verdadero gustazo asistir sin movernos del asiento a un proyecto interesante y bien llevado en todos los aspectos como El inocente.
Mick Haller (interpretado por el impronunciable Mattew McConaughey) es un abogado criminalista, joven y codicioso (poco futuro tendría en el cine de ser lo contrario) que vive como el rey Midas en Los Ángeles y no le hace ascos a clientes de ningún tipo mientras paguen sus obscenos honorarios. Inmerso en semejante fauna, un día recibe un trabajo relativamente fácil en el que deberá defender a un niño rico que en sus ratos libres (y también en los ocupados) ejerce de playboy y está acusado de agredir a una muchacha de baja estofa. Lo que en principio parece una hoja más del libro de la rutina de Haller se va a convertir en un verdadero calvario con dudas razonables y búsquedas de la verdad. ¿Culpable o inocente? La eterna pregunta. Sin ponernos filosóficos añadiremos que el montón de cuestiones que se presentan por el camino de este letrado mantendrán la atención del espectador en la totalidad de las dos horas escasas que dura el metraje, con especial éxtasis para aquellos que son felices viendo juicios y pesquisas en el cine.
El competente Brad Furman, sangre joven y aire fresco en el panorama fílmico actual, se rodea de un ambiente propicio para el buen resultado obtenido, con guión sólido, algún destello de melodías apropiadas y pegadizas y un montaje digno de la notable empresa que se trae entre manos. No menos atractivo resulta el reparto de la cinta, donde a la sobriedad que aporta el citado McConaughey añadiremos el brillo de la siempre elegante Marisa Tomei (maravillosa en The Wrestler), el descaro de Ryan Phillippe (Gosford Park, Crash, Banderas de nuestros padres) o el gran oficio de William H. Macy, lo que ya supone varios buenos motivos para acercarse al cine a darle una oportunidad.
Sin alcanzar esta voluntariosa adaptación de su novela homónima la ambición del personaje protagonista (la película parece mejor de lo que es, lo cual supone indudablemente una virtud), la propuesta puede llenar sobradamente una tarde tonta de fin de semana o día del espectador, y no anda la cosa sobrada como para que no merezca la pena resaltarse.
Apostaría algo de no mucho valor a que no será la última vez que veamos pasar a Mick Haller por la gran pantalla…
Puntuación: 7
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