Drama en el Pasaje Pedrosa: a menos de un mes para el tercer desahucio

La historia sobre los desahucios de las familias del Pasaje Pedrosa en Ceuta no ha terminado de escribirse. A medida que avanzan los días la incertidumbre es mayor para quienes todavía no han recibido el temido documento y peor aun para quienes ya saben su fecha de desalojo y no tienen un lugar donde vivir. Este es el caso de una de las vecinas, que el 11 de octubre quedará en la calle con sus cuatro hijos si no encuentra una solución.

Esta afectada, la tercera que tendrá que desocupar una vivienda en la que ha estado por años, no ha querido dar su nombre pero sí ha querido hablar de la situación por la que está atravesando, teniendo en sus manos la carta de desahucio que cambiará por completo su vida y la de los suyo.

"Nadie quiere alquilarme sin nómina", ha lamentado la mujer que, para colmo de males, está en el paro. Anteriormente trabajaba como dependienta en una tienda, pero apenas cobraba 700 euros, por lo que le decían que su perfil “no daba” y que ganando sobre los 1.200 euros quizás la podrían "tomar en consideración".

Tilda de injusticia que la echen de la vivienda teniendo niños. La mujer tiene cuatro hijos, tres de ellos menores de edad con 17, 15 y 12 años.

Ella no cuenta con asesoramiento, pues explica que su abogado murió y ha quedado desamparada en ese sentido. Cuenta que la primera sentencia salió a su favor, pero que los demandantes recurrieron y ahora se ve en medio de una situación crítica con un desalojo en puertas.

Ha pedido ayuda en Asuntos Sociales y que la respuesta ha sido “que me busque un alquiler y que cuando lo tenga que vuelva”. Irse con algún familiar mientras resuelve su situación tampoco es una opción viable para ella, argumentando que “te pueden acoger uno o dos meses, pero no para toda la vida”.

La petición de la mujer no es ni siquiera que se frene el desalojo como tal, sino que se retrase hasta que puedan ayudarla a conseguir una vivienda digna para alquilar.

Las familias del Pasaje Pedrosa en Hadú le pagaban el alquiler a un hombre que se encargaba de los arrendamientos de los huéspedes, algunos con contratos de por medio y otros. Pero a partir de 2004 la situación cambió tras su fallecimiento, al no haber nadie que se hiciera cargo de los respectivos cobros.

Transcurridos unos años, una señora informó que era la dueña de esas casas y que debían desalojarlas.

Lo cierto es que cada día que pasa es uno menos en las viviendas que han sido sus hogares durante 20, 30 y hasta 40 años. Estas familias, las que quedan, tienen meses proponiendo pagarle alquiler a la nueva dueña o que los reubiquen en otras viviendas.