El drama de una familia con un hijo que sufre crisis nerviosas sin solución

“No sé qué hacer. No sabemos qué hacer”, replica constantemente Ahmed, el padre de una familia de Ceuta con un hijo de 28 años, Azeddine conocido como 'el Pikas', que está viviendo un calvario de salud física y mental, un padecimiento extensible a toda la familia.

Su caso particular es el de un joven al que diferentes lesiones le han dejado secuelas psíquicas importantes arrastrando con ello crisis nerviosas que convierten su día a día en un infierno que se traslada a sus familiares sin que encuentren una solución por el momento.

La convivencia es dramática y los arrebatos de este joven cuando arrecia el dolor hacen que todo se vuelva negro. “Estamos pasando por problemas desde que le llegaron hace cuatro meses los dolores que prácticamente le duran las 24 horas del día”, advierte el padre del joven que vive en la planta baja de la vivienda familiar.

Según relata Hamed, todo se torció cuando a los 17 años su hijo tuvo una caída que le provocó severas lesiones en la espalda y las vertebras. Desde entonces, empezó a trasladar esos dolores a la conducta, aunque aun así logró seguir haciendo una vida hasta el punto de que ha tenido dos niños que ahora no ve por su mal estado.

“Somos varias familias en casa, la suya y la de mi otra hija”, detalla el padre, consternado y preocupado por no hallar una solución al problema.

“Lo hemos intentado llevar a Urgencias a Cádiz pero no nos atienden”, explica sobre una etapa reciente que resume como desesperante. “Lo han ingresado un par de veces en el hospital de aquí y lo han echado aunque está muy mal”, recalca el padre, asegurando que los fármacos no alivian los dolores intensos que sufre desde que tuvo una lesión hace unos meses sumados a la migraña crónica que padece desde hace años.

“A raíz del accidente es continuo y lo escuchamos todo el día desde arriba cómo se está destrozando”, explica el padre apuntando que los gritos o los arranques violentos de su hijo rompiendo cosas son insoportables, cuando no amenaza con quitarse la vida.

La economía familiar, con el padre como único trabajador y además por cuenta propia, no les permite ingresarlo fuera de Ceuta para una atención especializada y que mejore su salud. Todo esto les está causando, además, un grave perjuicio.

“Hay que estar siempre pendientes y cuando recibes una llamada ya te tiemblan las piernas, esto me salpica porque lo estoy viendo morir y nadie te da una solución”, manifiesta, señalando que los expertos médicos le han recomendado que lo mejor para su situación es estar ingresado en una institución psiquiátrica, una alternativa que no es viable para ellos en este momento.

“Está mal, dice que prefiere morir”, lamenta sobre este drama familiar que hace insostenible el día a día en la casa. Los brotes son continuos y en Ceuta no hay un centro especializado para este tipo de ingresos de trastornos de salud mental.

El joven de 28 años apenas sale a la calle, solamente y es muy raro cuando no sufre dolencias, y las llamadas a la ambulancia son recurrentes. La familia no sabe ya a donde acudir mientras vive con pena el deterioro de su hijo.

Atención multidisciplinar y especializada

El presidente de la Asociación de Salud Mental Acefep Ceuta, Basilio García, apunta a El Faro que hay que valorar a las personas con problemas de salud mental como gente que trabaja muy duro contra el estigma de ser propensos a la violencia.

“Lo importante es que la persona pida ayuda y siga el itinerario médico”, recalca este profesional reivindicando, eso sí, que este tipo de atenciones sean multidisciplinares con psicología, trabajo social, educadores, fisioterapia y todos los ámbitos que puedan ayudar.

Además, recuerda que en mayo se instauró el teléfono 024 de atención a las conductas suicidas. Recalca que el sistema sanitario debe “atender los casos más graves y lo importante es no dejar el tratamiento y ver la evolución en esos espacios terapéuticos entrando en razón y poniéndose en manos de profesionales”, matizando que hay escalas de gravedad y casos extremos muy difíciles.