Los dos rombos del Pleno

En esta ciudad y sobre todo en la Asamblea de la misma, algunos representantes políticos están perdiendo el norte, hablo claramente de los representantes de VOX.

Alguien debería recordarles a estos señores, que los representantes políticos tienen que ser un ejemplo de respeto, son figuras públicas que representan a sus votantes, personas que han depositado su confianza en ellos para defender sus ideales de gobierno y, aunque se debe aplicar en primer término al gobierno, se les exige más, si cabe, a aquellos y aquellas que están en la oposición.

La oposición debe y tiene que ejercer una crítica constructiva, no una política chabacana, barriobajera y, por si fuera poco, ordinaria.

El uso ético de estos personajes que hacen del sillón que ocupan en la Asamblea de la Ciudad, pagado por todos y todas, brilla por su ausencia. Al perder las formas, se pierde hasta la razón de sus propuestas o quejas.

Nos están acostumbrando a mucho ruido, a voces que se alzan sin razón, a dedos acusadores, a términos de tiempos lejanos y aciagos… Gritos e injurias carentes de fundamento, sin espacio al diálogo y mucho menos a una cooperación y una unidad en cuestión de estado en pro de los ciudadanos y ciudadanas, como hemos podido apreciar en el debate y el consiguiente apoyo a los presupuestos por parte de diferentes partidos políticos, de diferente color, que se han unido para poder sacar adelante sus programas, aunque sean minoría los parlamentarios autonómicos de nuestra asamblea, han defendido aquello que han creído justo para la ciudadanía en general, aunque jamás lloverá a gusto de todo/as. Existe un hartazgo del rédito político que se le quiere sacar a cada cuestión sin pensar verdaderamente en las necesidades de la ciudadanía; en el caso de este partido, en la política transgresora y descalificativa que sólo sirve para que su presidente de partido les dé una palmadita en la espalda por el bien trabajo hecho, aquel que consiste en menospreciar a las instituciones, y a aquellos/as que piensan de diferente modo. A esta gente hay que llamarles la atención y decirles de vez en cuando que “bajen dos rayitas” del tono, puesto que no están en un patio de parvularios, sino en una institución a la que hay que respetar.

Utilizar la discriminación en forma de tropelías con un vocabulario soez, grosero, indigno y sobre todo vil, para menospreciar a un colectivo ya sea por su credo, nacionalidad o orientación sexual, es atentar contra nuestra Carta Magna, que contempla los derechos fundamentales de todas estas personas y a las que, como políticos han jurado lealtad.

A los que defienden la libertad de expresión, decirles que ello no justifica, bajo ningún concepto la falta de respeto que han demostrado, Pleno tras Pleno, este grupo político, ya que sólo consiguen hacernos quedar como el hazmerreír, a nivel nacional y ser personajes continuos de 'MEMES' en las redes sociales.

Bochornoso es el espectáculo y bochornosa la actuación, valga la redundancia.

A partir de ahora, en vez de avanzar, cuando haya que televisar los Plenos, tenemos que volver hacia atrás, como los cangrejos. Debemos remontarnos a aquellos tiempos en los que en la televisión de nuestro país se indicaba con dos rombos en negrita, que el programa que se iba a visualizar no era adecuado a menores de 18 años. Así evitaremos que nuestros pequeños puedan acceder a tan lamentable ejemplo de falta de educación y respeto, sin pensar en el testigo tan indigno que tienen que recoger las generaciones venideras de políticos de nuestra ciudad. Mucha pedagogía al respecto se debe de impartir para explicar que este show, no es afortunadamente, propio de buenos, ejemplares y cualificados políticos que se precien de serlo.

En la cultura griega, los individuos con un gran reconocimiento, respeto y decoro eran considerados “hombres de ley”, si seguimos este pensamiento filosófico y lo extrapolamos a nuestros días, a la política actual, podríamos decir que, un político respetuoso sería considerado “un hombre o una mujer políticamente correcta”, y no precisamente al uso que se le da al término “quedar bien con todos”, sino simplemente actuar correctamente en función del papel representativo del que se le ha hecho portador y valedor, con valores que representan unos principios políticos correctos y creíbles.

Superar este etnocentrismo, este ego inmensurable, es tarea ardua y difícil, sobre todo en personas con poca educación, ya que el respeto, representa un pilar de la misma y requiere de empatía y tolerancia y con estas personas es como pedirle “peras al Olmo”.

La descalificación, al fin y al cabo, solo representa y retrata a aquel o aquella que la esgrime y enarbola sin pudor alguno y, desgraciadamente, esto está a la orden del día.