Categorías: Opinión

Dos líneas rojas

Pues ya fue y vino en el mismo día. Me estoy refiriendo al Presidente Rajoy y a su viaje a Marruecos. ¿Y qué dicen los medios del viaje? Pues, lugares comunes. Nada más. Lo de casi siempre, por no decir lo de siempre. Buenas palabras por ambas partes. Téngase en cuenta, también, que era una mera visita de cortesía. Relación “franca y sincera”, aunque los intereses de ambos países sean divergentes; “hablar y explicar” es lo más útil, dijo Rajoy; que España es el país más interesado “en el progreso democrático de Marruecos”. En fin, si alguien esperaba algo más, pues acaso fuera un ingenuo o un iluso tratándose de la primera vez. Tal vez fuera excesivo que Rajoy dijera que “Marruecos es un ejemplo para el mundo árabe”. Cierto es que Marruecos ha dado un tímido paso hacia una cierta democracia, pero es, sigue siendo, un régimen autoritario, aunque comparado con sus vecinos, y los de un poco más allá, en ese caso, su situación democrática es algo mejor, pero no “ejemplar”. Eso no.
El deseo de España es que Marruecos sea un vigilante de hierro en la contención de la inmigración. Y es cierto. Según hemos podido leer en este mismo periódico, el CETI ha recibido en estos años alrededor de 18.000 inmigrantes ilegales, supongo que todos habrán entrado a través de la frontera con Marruecos. Oiga, que dieciocho mil individuos son muchas personas ilegales. ¿Cuántas habrán sido expulsadas? Esa es otra historia. Otro asunto que Rajoy llevaba en la cartera es la renovación del Acuerdo pesquero con la UE, cuyo Parlamento Europeo acordó no renovar el citado Acuerdo con el país norteafricano. En la mente de Rajoy están, como no puede ser de otra manera, las flotas pesqueras de los municipios andaluces mediterráneos, Barbate, Tarifa, Algeciras, etcétera, y Canarias.
Pero hay “dos líneas rojas” que el presidente Rajoy no debe traspasar en ningún modo. Las que se refieren al Sahara y a nuestras Ceuta y Melilla. Respecto del primero, Sahara, la posición del nuevo Ejecutivo es seguir defendiendo el proceso de autodeterminación de la excolonia española. Y como es natural, sobre las ciudades africanas españolas ni pío. Rabat sabe que España no va a incluir a ambas ciudades en ninguna agenda. Se trata, en suma, de hacerle ver al ‘amigo’ marroquí que las buenas relaciones pasan por respetar estas “dos líneas rojas”. Hay que hacerse respetar, para exigir respeto.
De todas maneras, hay algo que me preocupa respecto de Ceuta, y ello es la progresiva marroquinización de nuestra ciudad. Lo he repetido tantas veces que siento una especie de pudor volver a escribirlo aquí. Pero lo cierto es que la reacción de los ceutíes ante esa ‘invasión marroquí’ es muy tímida. A nadie se le oculta la indolencia, la apatía y la indiferencia con que los ceutíes encaran cuestiones en las que les puede ir su futuro. Invasión cifrada en el asentamiento de ilegales, en el empadronamiento de marroquíes y en los propios MENA, que, sabemos, son un fraude tolerado y consentido por las autoridades de la ciudad y de los gobiernos de Madrid.
Es llamativo que en este asunto de los MENA los partidos de la oposición en la Asamblea ceutí no citen a Marruecos y a su implicación descarada en que los menores marroquíes no puedan ser devueltos a su país de origen. Los que están en Ceuta, porque no se reconoce la españolidad de la ciudad, y los que han llegado a la Península, porque no les sale de las narices a las autoridades marroquíes cumplir con los Acuerdos de buena vecindad firmados por ambos países hace ya bastantes años. Nada de esto les oigo decir o escribir al PSOE ni a Caballas. Me pregunto por qué.
No me fío ni un pelo de Marruecos, siempre tiene una carta tramposa en la manga. Son unos chantajistas, mentirosos y falsos a más no poder. Mohamed V atacó Ifni, su hijo Hassan nos obsequió con la Marcha Verde y el nieto Mohamed nos la quiso meter doblada en Perejil. Anda que si no llega a ser por Aznar tal vez el siguiente paso hubiera sido nuestra ciudad. Así que si Rajoy se hace el ‘blando’ nos tratarán a patadas, pues esos marroquíes siempre se aprovechan de la estupidez de los españoles, lamentablemente.
A propósito de las relaciones con Marruecos, el editorial de este periódico del miércoles pasado finalizaba de esta guisa: “(…) que como en cualquier familia se  pasa del amor al odio por ‘nimiedades’ de las que al cabo del tiempo ya nadie se acuerda”. ¡Uf!, difícil de digerir este parrafito. ¿Nimiedades o putadas? ¿Ya nadie se acuerda? ¿En serio? Yo sí.

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