Los datos no engañan y efectivamente sustentan esa teoría de que Ceuta camina a dos velocidades: la rápida para algunos barrios, la más lenta y torpe para otros. Trace dedica a diario dos peones a barrer el Príncipe -eso dice la empresa aunque los vecinos no los ven-, la mitad que a la Gran Vía. Expliquen ustedes a un trabajador de la primera barriada qué le diferencia de otro que resida en la gran ruta del Ayuntamiento para no estar recibiendo los mismos servicios públicos. Esto más que un puro juego estadístico supone una auténtica tomadura de pelo.
Los vecinos del Príncipe a los que tanto se les critica en muchos aspectos deberían haberse levantado ya en protesta por ser víctimas claras de esta discriminación. Levantarse en protesta y denunciar ante la justicia cómo se permite que sus calles estén comidas de basura mientras en otras no falta la limpieza ni 24 horas.
En el barrio etiquetado siempre para lo malo vive gente trabajadora y honesta que tiene que sortear calles llenas de basura porque nadie acude a recogerla. A esos vecinos habría que explicarles por qué no tienen los mismos derechos que el resto y por qué sus hijos tienen que convivir con esa desidia que les marca como diferentes.
Ahora que saquen libretas, cuadrantes y estadísticas para justificarnos esta incongruencia. No solo sucede ese desprecio de recursos en el Príncipe, hay muchas barriadas que ofrecen su peor cara en cuanto al reparto de los servicios públicos. La imagen está a la vista de cualquiera que se dé una vuelta exhaustiva por periferia pero también por puntos del centro para analizar la degradación a la que estamos asistiendo.
Antiguamente se echaba mano de aquellos míticos planes de choque para intentar recuperar el tiempo y espacios perdidos. Mucho están tardando para poner el contador en un punto más o menos decente con el que empezar a ajustar esa balanza descompensada que hace que hoy por hoy la ciudadanía siga constantado que esta ciudad, por chica, esconde demasiadas diferencias.