La Consejería de Cultura protege los restos pictóricos de la Puerta Califal y Huerta Rufino atendiendo a unos rasgos y conservación diferentes.
En la actualidad, la decoración de paredes mediante pinturas murales crea tendencia. Este placer por el embellecimiento de las superficies está presente en todas las épocas y culturas. Ceuta, crisol de pueblos y testigo de siglos de historia, no es ajena a este fenómeno artístico y en su patrimonio pueden encontrase diversas manifestaciones.
La conservación y la restauración de estas obras pictóricas aparecidas en yacimientos arqueológicos siempre supuso un tema complejo. Dos de los mayores hallazgos en este campo se encontraron en Huerta Rufino y en la Puerta Califal. En ambos casos, las técnicas de conservación son distintas atendiendo a su grado de exposición a la intemperie, su composición y, por su puesto, su estado de deterioro.
En el caso del conjunto de viviendas y calles que permite al visitante comprobar cómo era la ciudad hace seis siglos, integrada en la nueva Biblioteca Pública del Estado, la Consejería de Cultura extrajo una decena de fragmentos de pinturas murales y almacenó su mayor parte en el Museo de Ceuta.
Un patrimonio que custodia la Ciudad Autónoma y que se exhibirá al público en las nuevas instalaciones del Recinto. En la versión inicial del proyecto, estos lienzos se expondrían en una vitrina.
La excavación de Huerta Rufino comenzó en 1995, es decir, hace 18 años, un tiempo que de haber estado los murales a la intemperie, posiblemente, estas pinturas hubiesen desaparecido por la erosión derivada de los agentes ambientales.
El Área de Patrimonio dató estos restos pictóricos en el siglo XIV y bastante interesantes desde el punto de vista histórico, por su conservación y sus diseños geométricos. La estratigrafía de las pinturas murales estudiadas sigue una secuencia con pocas variaciones: fábrica –de mampostería, ladrillo o tapial–, enfoscados de cal y arena, enlucidos del mismo material pero textura más fina, y capa pictórica. Las diferentes granulometrías de los áridos empleados y la distinta proporción de cal empleada en la ejecución de cada capa, así como el propio grosor de cada una de ellas las hacen fácilmente diferenciables en un corte estratigráfico.
Por otra parte, en el transcurso de los trabajos de restauración en la Puerta Califal, el equipo de arqueólogos y técnicos detectaron unas pequeñas pinturas en distintas superficies en este yacimiento. Gracias a las numerosísimas limpiezas, consolidaciones, y sobretodo al trabajo de Fran Naranjo, el restaurador en las obras, progresivamente se conoce cómo se decoró la Puerta Califal hace más de mil años.
Destacan los tonos rojizos –almagras–, amarillos cálidos y blancos apagados, entre otros. Siempre presentan formas geométricas propias de la época Omeya, y en ocasiones marcando los sillares, describieron desde el Área de Patrimonio.
En ambos casos, las decisiones adoptadas por el Área de Patrimonio respondían a criterios meditados y por el entorno de los restos.
Dos sistemas de exhibición. Con la inauguración de la Basílica Tardorromana, la Ciudad Autónoma decidió incorporar una de las pinturas murales extraídas de Huerta Rufino a la exposición permanente (1). Del mismo modo, en la exposición de Al Mansur en Paseo del Revellín nº 30 –regente califa– también puede contemplarse parte de estas piezas históricas. Sin embargo, los visitantes que acudan a la Puerta Califal podrán contemplar ‘in situ’ sobre el arco y otras superficies aquellos colores con los que se decoró el fragmento de historia en el siglo X (2). Al tratarse de un yacimiento que se encuentra en un entorno controlado y seguro, resulta innecesario su desplazamiento.
‘El Candelero’ se postula como acceso
Existe un espacio similar a la Cueva del Moro –en el interior del Baluarte de la Coraza– que se encuentra bajo el Baluarte de la Bandera y al que se dio uso como discoteca bajo el nombre de ‘El Candelero’. Desde el equipo que se encarga de la recuperación de la Puerta Califal –en las Murallas Reales– animan a través de las redes sociales a que las autoridades utilicen estas dependencias como entrada directa desde el Puente del Cristo a la que se le podrían dar “infinitos usos” y que podrían compaginarse con la visita al yacimiento del siglo X ya que compartirían el acceso renovado.