Los ciudadanos de esta bendita tierra han decidido tirar la toalla y se han afiliado al conformismo más absoluto, porque no se entiende que se resignen a llevar a sus hijos a un lugar de recreo en un entorno sucio y no decir ni pío.
Esa es la impresión que saco cuando veo un espectáculo vergonzoso en un lugar de recreo para niños en pleno centro de la ciudad.
Voy a describir lo más aproximado posible cómo se encuentra el parque de recreo de la Plaza de Azcárate. Trataré de hacerlo lo mejor posible para que el diputado responsable y el personal de parques y jardines no tenga que dedicar mucho tiempo en buscar las deficiencias. Pues bien, comienzo.
"La situación es de extrema dejadez y suciedad porque hay todo tipo de elementos donde los pequeños toman su merienda: latas, bolsas, basura..."
La situación es de extrema dejadez y suciedad, porque justo detrás -10 centímetros- de los bancos donde las mamás, papás o abuelos dan la merienda a sus pequeños, hay todo tipo de elementos. Hierbas como en la selva virgen, crecidas a su antojo entre cartones de comida de un comedero de gatos clandestino.
Si nos adentramos visualmente en la selva de Azcárate nos encontramos elementos de todo tipo -latas de cerveza, coca cola, agua, envases varios de lácteos, una especie de almohada, tablas varias, bolsas de plástico y un sinfín de restos-.
Pero toda selva debe tener una fuente de vida: agua, bendita agua.
Pues sí señores, aquí en esta bendita tierra no nos privamos de nada y nuestra selva, también tiene agua, y mucha. Detrás de esos asientos para madres, padres, abuelos y peques nos encontramos una gran charca de agua estancada -donde comienzan a nacer todo tipo de seres maravillosos- en su interior, un trozo de silla de hierro amarilla, envases y, por supuesto, más hierbas, porque el agua es fuente de vida, también de vividores.
Pero, por si fuera poco, si nos adentramos aún un poco más en este maravilloso parque de pequeños en pleno centro, podemos ver también una verja oxidada donde los peques pueden acercarse y divisar una escombrera llena de restos y desechos, una gran reja podrida y si miramos hacia arriba, el techo de una escalera que se va cayendo poco a poco.
"Podemos ver también una verja oxidada donde los peques pueden acercarse y divisar una escombrera llena de restos y desechos"
Pero para mí lo más desmoralizante de este bochornoso paisaje es que todo se arregla con seis bolsas grandes de basura, un par de herramientas de jardinería y unas pocas horas de trabajo “400 euros de presupuesto”.
Parece fácil, pero si nadie se pasa por los parques para comprobar su estado o lustre, si ningún ciudadano protesta porque estamos instalados en la resignación más absoluta, esta ciudad se va muriendo poco a poco.
Ese es el principal problema, si nadie levanta la voz, si nadie protesta, si nos instalamos en el conformismo más absoluto, si a nadie le importa la ciudad donde vive, el final será muy triste.
Una selva en la Plaza Azcárate.
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