Tanto el dolor lumbar derecho como el izquierdo pueden estar relacionados con órganos internos, lo que plantea un enfoque diferente para tratar estas molestias. Veamos cómo las disfunciones en los intestinos o los riñones pueden ser responsables de este dolor y qué soluciones desde la fisioterapia y la nutrición pueden contribuir a mejorar el bienestar.
- Dolor lumbar derecho: la conexión con el intestino delgado. Los problemas en el intestino delgado, como una mala digestión o irritación, pueden tener una manifestación inesperada en la zona lumbar baja. La rigidez que provoca en la región dorso-lumbar facilita una hipermovilidad en la parte baja de la columna, volviéndola más vulnerable e inestable. Uno de los efectos más comunes es el bloqueo de la cuarta vértebra lumbar, lo que puede generar un círculo vicioso de compresiones nerviosas y dolor.
Este bloqueo puede reducir el espacio por donde pasa una de las raíces del nervio ciático, lo que conduce a la temida ciática. Además, la disfunción puede derivar en otros problemas como el síndrome del piramidal, trocanteritis o incluso un síndrome de impactación de la cadera. Curiosamente, muchos de estos dolores suelen aparecer en el lado derecho, donde el cuerpo refleja el desequilibrio visceral.
De las contracturas a las hernias discales. Si el problema en el intestino persiste y no se trata de forma adecuada, los dolores musculares iniciales pueden evolucionar hacia problemas más graves, como hernias discales. Cuando una hernia discal se desarrolla, el núcleo del disco intervertebral comienza a sobresalir, lo que agrava la compresión nerviosa y multiplica el dolor. Aunque solemos atribuir las hernias a causas puramente mecánicas, no debemos subestimar el impacto que puede tener la disfunción visceral en su aparición.
Reconoce los signos de alerta. Detectar si el intestino delgado está causando problemas en la espalda es más sencillo de lo que parece. Los síntomas iniciales suelen incluir digestiones lentas, molestias intestinales o incluso irritaciones menores. Si estos problemas coinciden con dolores recurrentes en la parte baja de la espalda, podríamos estar frente a una disfunción visceral.
- Dolor lumbar izquierdo: posibles causas renales. El dolor lumbar izquierdo, por su parte, puede estar relacionado con disfunciones renales.
¿Cómo impacta la disfunción renal en la espalda?
Cuando los riñones no funcionan de manera óptima, pueden desencadenar una serie de problemas reflejos que se manifiestan en la columna vertebral. Esto incluye contracturas musculares, rigidez y hasta la aparición de hernias discales. El dolor tiende a concentrarse en la zona lumbar y, a menudo, se irradia hacia el lado izquierdo del cuerpo, dado que el riñón izquierdo suele ser el más afectado.
Entre los problemas más frecuentes causados por la disfunción renal encontramos: •Lumbalgia aguda o crónica: El dolor lumbar puede volverse constante y aumentar con el tiempo si el riñón no funciona correctamente. •Hernias discales: Es común que las hernias aparezcan en el lado izquierdo, especialmente entre la quinta vértebra lumbar y el sacro (L5-S1) o entre la cuarta y quinta vértebras lumbares (L4-L5).
- Síndrome del músculo piramidal o piriforme: Este músculo, ubicado en la zona de la cadera, puede sufrir irritación y compresión nerviosa, lo que genera dolor en el glúteo y la pierna izquierda.
- Trocanteritis y dolor de cadera: La inflamación en el trocánter (la parte superior del fémur) es otro de los reflejos que puede causar la disfunción renal, acompañado de un dolor profundo en la cadera izquierda.
- Rigidez lumbar: La rigidez en la zona baja de la espalda es habitual, y puede empeorar en situaciones de frío, cansancio o estrés.
¿Por qué ocurre esto?
El riñón, al igual que otros órganos, está conectado al sistema nervioso de una forma compleja. Cuando se produce una disfunción, ya sea por sobrecarga de toxinas, infecciones o problemas metabólicos, esta afectación se transmite a través de los nervios a otras partes del cuerpo, como la columna vertebral y los músculos circundantes. Es por ello que los problemas renales pueden manifestarse como dolores en la zona lumbar, incluso si la persona no siente síntomas urinarios evidentes.
Vanessa Cantón, dietista y nutricionista en IronFisio
La nutrición como complemento al tratamiento de fisioterapia
La alimentación juega un papel fundamental en el bienestar general, y cuando se trata de disfunciones viscerales como las intestinales o renales, ajustar la dieta puede marcar una gran diferencia en la recuperación y prevención de síntomas. A continuación, te ofrecemos algunos consejos nutricionales que pueden ayudar a gestionar mejor estas disfunciones.
Nutrición para la disfunción intestinal
El intestino es un órgano vital no solo para la digestión, sino también para el sistema inmunológico y el equilibrio de nutrientes. Cuando hay una disfunción intestinal, como el intestino irritable o intolerancias alimentarias, el cuerpo responde con inflamación, digestiones lentas e incluso dolores reflejos en la espalda. A continuación les ofrecemos algunos cambios nutricionales clave:
- Aumentar el consumo de fibra soluble e insoluble: La fibra ayuda a regular el tránsito intestinal y mejora la salud de la microbiota intestinal. Las fuentes de fibra pueden incluir: Avena; Frutas como manzanas y peras; Vegetales como zanahorias y espinacas; Legumbres como lentejas y garbanzos.
- Evitar alimentos irritantes: Los alimentos procesados, ricos en azúcares refinados, grasas saturadas y aditivos químicos, pueden inflamar el intestino y alterar su funcionamiento. Es preferible reducir o eliminar: Dulces y bollería industria; Fritos y alimentos con aceites refinados; Bebidas gaseosas y alcohol.
- Cuidar las intolerancias alimentarias: Si existen intolerancias al gluten o a la lactosa, es crucial eliminarlos de la dieta para evitar la irritación intestinal. Sustituye estos alimentos por: Alternativas sin gluten como el arroz integral, la quinoa integral o el trigo sarraceno; Lácteos sin lactosa o bebidas vegetales como la leche de almendra o de avena.
- Consumir probióticos y prebióticos: Los probióticos (como el yogur natural o el kéfir) y los prebióticos (como el ajo, la cebolla y los espárragos) fomentan un equilibrio saludable de bacterias en el intestino, reduciendo la inflamación y mejorando la digestión.
- Hidratación adecuada: El agua es esencial para mantener el intestino en buen estado, ya que facilita el movimiento de los desechos a través del tracto digestivo. Beber al menos 1,5 a 2 litros de agua al día ayuda a evitar problemas de estreñimiento y a mantener la salud intestinal.
Nutrición para la disfunción renal
Cuando los riñones no funcionan correctamente, su capacidad para filtrar desechos y mantener el equilibrio de electrolitos se ve comprometida. La dieta adecuada puede ayudar a aliviar la carga sobre los riñones y prevenir complicaciones mayores, como la retención de líquidos o un aumento de toxinas en el cuerpo.
- Controlar la ingesta de proteínas: Aunque las proteínas son esenciales, consumirlas en exceso puede sobrecargar los riñones. Es importante elegir fuentes de proteínas de alta calidad y moderar las cantidades. Fuentes recomendadas: Pescado blanco y azul (en cantidades moderadas); Pollo y pavo; Huevos; Legumbres (pero en cantidades controladas para evitar una sobrecarga de potasio)
- Reducir el sodio: Una dieta alta en sal puede causar retención de líquidos, lo que aumenta la presión arterial y sobrecarga los riñones. Es recomendable evitar alimentos procesados y salados como: Embutidos y carnes curadas; Alimentos enlatados con alto contenido de sal; Salsas comerciales
- Controlar el potasio: En casos de disfunción renal, el exceso de potasio puede acumularse en el cuerpo y causar problemas. Algunos alimentos ricos en potasio que deben moderarse incluyen: Plátanos, tomates, espinacas, patatas
- Mantener bajo control el fósforo: Un exceso de fósforo puede ser perjudicial para los riñones. Limita el consumo de alimentos ricos en fósforo, como: Productos lácteos (leche, queso), carnes rojas, Gaseosas oscuras y bebidas carbonatadas
- Aumentar el consumo de alimentos bajos en oxalatos: Los oxalatos pueden contribuir a la formación de cálculos renales. Para prevenirlos, reduce el consumo de alimentos como: Espinacas, calabacín, remolacha, pimientos
- Hidratación controlada: Mantener una buena hidratación es clave para apoyar la función renal.
Si identificas estos síntomas, en IronFisio contamos con un equipo multidisciplinar que puede ayudarte a mejorar tus síntomas. Estaremos encantados de acompañarte en tu proceso de recuperación.
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