Para muchos campamentos de la Península, el de 2022 está siendo el “año del reencuentro”. Tiempo de retomar viejas costumbres que se han visto paralizada durante dos años a causa de la pandemia de la Covid-19. Desde el pasado 14 de agosto, 36
“Cuánta falta nos hacía reunirnos de nuevo y hacer estas actividades junto a los niños”
La adrenalina es otro elemento que experimentan, según el ejercicio. Este pasado miércoles fueron a la playa para hacer actividades con motos acuáticas. Asimismo, “nos montamos en unos roscos, el cual iba tirado de una lancha”. Esta hormona se les disparó, disfrutaron durante este paseo en el mar. Esto sucede en el transcurso de la mañana y ya por la tarde, el multideporte estuvo servido con el vóley playa, juegos en la piscina y carreras de orientación. Sin duda, estos jóvenes tienen las pilas recargadas, no hay quien los frene porque están saboreando este campamento de principio a fin. Eso sí, la interrelación es fundamental. “Les dejamos tiempo para que hablen y se conozcan entre ellos”, asegura Guerra.
Los progenitores de estos niños tienen un grupo de Whatssap con los monitores, donde se informan de lo que se realiza durante las distintas jornadas de colonias. No les falta detalle alguno, pero este hábito se lleva a cabo de esta manera porque “lo que pretendemos es que los niños no estén pegados a los dispositivos, ya bastante lo usan cuando están en sus casas”, manifiesta Guerra.
No obstante, adiciona que “se los tenemos prohibido porque no se puede estar con el móvil durante las actividades. Considero que sería una falta de respeto”. Entre el grupo, cabe alguno al que le cuesta adaptarse y otros ni siquiera lo sienten porque lo han dejado directamente en casa.
Este viernes, los menores visitan el Puerto Deportivo de Marbella, donde montarán en lancha. Antes del almuerzo, un baño en la playa y ya por la tarde, paintball y juegos en la piscina.
Sexta jornada intensa, puesto que les espera la ‘Gran Fiesta’. Noche de convivencia con la que toca ir despidiéndose de esta aventura veraniega al son de la música. “Está siendo muy gratificante, verlos disfrutar nos reconforta a los monitores”, dice el caballa.
Además, todos están aprendiendo valores como la cooperación, solidaridad, así como el cuidado del medio ambiente a la par que están en continuo contacto con la naturaleza. “Cuánta falta nos hacía reunirnos y hacer estas actividades”, así lo corrobora este grupo de monitores. Mañana por la tarde toca volver a la ciudad autónoma con la mochila cargada de recuerdos, con momentos que se convierten en anécdotas y que estos pequeños y adolescentes no olvidarán.
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