Los vecinos del Edificio Playa Benítez, ubicado en la carretera de Loma Larga, están viviendo una auténtica pesadilla. Una pesadilla que comenzó el 1 de diciembre y que les ha convertido a todos en víctimas de artes mafiosas de Ceuta. Tienen miedo, carecen de protección y ya no saben qué hacer después de haber sufrido disparos, atentados e intentos de quema en sus garajes. Todos y cada uno de los episodios registrados han sido denunciados en la Jefatura Superior de Policía pero hasta la fecha no han visto ni un solo vehículo patrullando por la zona que les reporte cierta tranquilidad.
Esta pesadilla tiene un origen cronológico que comienza a escribirse el 1 de diciembre. Ese domingo unos individuos a bordo de un coche matrícula italiana y de color negro efectuaron tres disparos contra una de las dos puertas de los garajes de este edificio. Una de las balas llegó a alcanzar a uno de los coches estacionado en su interior. Afortunadamente en ese preciso instante no había ningún vecino dentro de las cocheras que podría haberse convertido en víctima accidental de los hechos.
Los disparos sobresaltaron a un vecindario de gente trabajadora, ajena a este tipo de situaciones. “Llevamos 13 años de lo más tranquilo, aquí no ha ocurrido nunca algo así”, explican indignados a El Faro de Ceuta. Tras aquel suceso, ya de por sí grave, presentaron denuncia en la Jefatura Superior de Policía. Los agentes de la Unidad Científica recuperaron una bala en el lugar de los hechos y comprobaron la trayectoria de unos disparos que todavía tienen allí su marca.
La historia no termina aquí. El día 22, domingo también, a las 19:30 horas, el mismo coche se presentó en el lugar con intención de destrozar la misma puerta que habían tiroteado semanas antes. Con la parte trasera del vehículo comenzaron a golpear la puerta con ánimo de derribarla. Las llamadas de los vecinos al 112 y la acción de los residentes evitó que los delincuentes culminaran su acción. Lo más sorprendente es que hasta este lugar no acudió ninguna patrulla policial, a pesar de existir el precedente de los disparos previos. La denuncia fue interpuesta.
Solo 24 horas más tarde, el lunes 23, a las nueve y media de la noche, un individuo consiguió entrar en otro de los garajes con los que cuenta este edificio para sabotear el cierre de la puerta, cortando los cables del motor para dejarla inutilizada. Una segunda persona, encapuchada, accedió al interior pero se topó con un vecino que en ese momento salía con su coche del edificio. Al verse sorprendido escapó del lugar. Otras dos personas más, también encapuchadas, huyeron. ¿Qué pretendían? Una de ellas llevaba una petaca de gasolina. Los vecinos no solo alertaron al 112 de lo sucedido sino que también volvieron a presentar denuncia advirtiendo de que se había intentado acceder al interior del inmueble con combustible. Las cámaras de seguridad con que cuenta el edificio consiguieron grabar el rostro de uno de los implicados en estas auténticas técnicas mafiosas que están amedrentando a todos los vecinos. Ese día tampoco acudieron patrullas policiales por la zona, argumentando la falta de efectivos.
La situación extrema les llevó a los afectados a organizar sus propios turnos de vigilancia. Los vecinos tuvieron que convertirse en particulares policías para repartirse el control del lugar durante la Nochebuena ante el temor de que pudiera pretenderse un nuevo atentado después de varios frustrados. Temieron bien puesto que a las tres de la madrugada el mismo vehículo matrícula italiana destrozó la puerta del garaje y tres individuos con capuchas y garrafas intentaron entrar. Los propios vecinos, unidos, los echaron del lugar, dejando constancia con llamadas al 112 de lo que estaba pasando. En la mañana de ayer, mientras arreglaban la puerta destrozada, avisaron a los Bomberos para que inspeccionaran el garaje ante lo que se presenta como una crónica de una muerte anunciada. Quieren estar prevenidos ante cualquier posible intrusión. Están molestos porque a pesar de la gravedad de todo lo que están viviendo no cuentan con presencia policial por la zona, cada vez que se produce un nuevo atentado no acude la Policía y no tienen constancia de que haya habido detenciones que les puedan devolver la tranquilidad.
Los autores de estos delitos no van a parar. Los vecinos sospechan que quieren atentar contra un residente en concreto al que primero advirtieron con disparos y después con intentos de quema de su coche que no se han podido llevar a cabo. Todos se han convertido en víctimas de esta situación, pasando de ser un núcleo residencial tranquilo, a vivir en una constante agonía sin saber qué sucederá esta noche o con qué agresiones volverán a toparse. Allí viven familias con hijos pequeños que temen lo peor y que muestran su enorme malestar porque siendo un asunto de tanto calado no obtengan una ayuda inmediata.
De momento nadie les ha dado ninguna solución.
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