Opinión

Discriminación del idioma español en España

Con este artículo me propongo defender el idioma español en Cataluña (España), aun cuando ni siquiera necesitaría ser defendido, porque a diario ya lo defienden hablándolo hasta 583 millones de hispanoparlantes en todo el mundo. Sin embargo, los separatistas (no el noble y honorable pueblo catalán) resulta que ahora quieren expulsar y discriminar el "español en España". Y decía Lázaro Carreter, que "los gobernantes deberían saber que el idioma es garantía de convivencia y de comprensión mutua. La cultura – añadía - es también un instrumento esencial de la democracia".

El idioma y la cultura son tan importantes que, si no fuera por ambos, la vida apenas tendría aliciente, sería demasiado sosa e indiferente. Tendríamos que entendernos por signos y gestos que casi nos asemejarían a los animales. Pero, somos seres racionales eminentemente sociales, como Aristóteles dijera. Por medio del idioma y la cultura, las nuevas generaciones continúan la labor creativa de sus antecesores; no tienen que volver a inventar lo ya inventado, sino incorporar nuevos descubrimientos sobre el idioma al bagaje social que van haciendo para enriquecerlo. La cultura, hace a las personas más "persona" todavía.

Por eso, sin perjuicio de que respetemos poder expresarnos en diversas lenguas, necesitamos tener una lengua común en la que todos los españoles podamos dialogar, entendernos y comprendernos; si no, estaríamos creando islas particulares, o "ínsulas", como Cervantes escribiera en el Quijote.

En España somos unos 48 millones de españoles hablando español. Si de ellos, sólo pudieran hablar los de cada región en su propia lengua, como en Cataluña ahora los secesionistas a toda costa pretenden, los de las demás regiones que no tuviesen su propia lengua se quedarían aislados y limitados en derechos. Por eso, todos necesitamos hablar y entendernos en la misma lengua común: el español, que todos entendemos. Lo hablamos el 98,9 % de los españoles en España y los 583 millones de hispanohablantes en todo el mundo. ¿Y qué es más importante, útil y necesario, poder entendernos esos 583 millones en español, o sólo unos cuantos miles en algún idioma autonómico?.

Vivimos en un mundo globalizado e interdependiente; donde nadie es tan autárquico y autosuficiente como para bastarse a sí mismo; todos necesitamos algo de los demás y en alguna medida dependemos unos de otros. Y todos debemos hacer cuanto esté a nuestro alcance para coadyuvar al mantenimiento y conservación de nuestro patrimonio lingüístico común, que ni debe ser exclusivo ni excluyente.

El prodigioso esfuerzo creador de los pueblos, ni se puede ni se debe desperdiciar. Lo que ha costado tantos cientos de años construirse, no debemos derruirlo para que se pierda, ya fuera por irresponsabilidad, por sectarismo, por discriminación, por conflictos de intereses que sean excluyentes o utilizados como instrumento de separación de los unos y los otros, en vez de trabajar todos para converger, unir y convivir, porque el idioma debe servir siempre para unir, pero nunca para separar.

Ahí tenemos el gran fracaso del Brexit en Gran Bretaña, cuando se salió de la Unión Europea más bien por arrogancia y prepotencia, que ahora la mayoría quieren regresar, debido a los numerosos problemas que en solitario están teniendo y que antes podían resolver con el apoyo europeo y ahora no. Lo mismo ocurrió con el "procés" de Cataluña el año 2017, que algunos, quizás antes engañados, pudieron ver con simpatía su independencia, pero ahora casi todos la rechazan. Y es que, "la unión hace la fuerza".

Ahora, en encuestas, manifestaciones y en la vida real, el soberanismo catalán aparece cada día más dividido. Su intentona separatista fue un total fracaso que no hizo más que dividir a la población y frenar en seco el progreso de aquella Cataluña anterior, próspera y emprendedora, que fue la locomotora de España, pero que ahora va de mal en peor, con divisiones, tensiones, descontentos y malestar general. Desde entonces, Cataluña no ha vuelto a ser la misma.

Vemos también cómo los separatistas radicales son incapaces de gobernarse a sí mismos en la coalición que forman. Su división, fue lo único que consiguieron con su intentona golpista. ¿Cómo es posible que, tras haber ya fracasado hasta cinco veces en su añorada e ilusa independencia ilegal, sigan persistiendo en tan torpe error, si desde la última intentona Cataluña no levanta cabeza?. Eso sí, ellos siguen tan obcecados que insisten en su tozudo "lo volveremos a hacer".

Dicen defender a Cataluña, pero creo que actúan contra ella. Hace cinco años declararon la última vez la independencia, para sólo 56 segundos después tener que dar marcha atrás de "motu proprio". En cuanto supieron que a fin de mes tenían que pagar millones de sueldos públicos sin tener una "pela", ni quien se la diera, eso les obligó a aplazarla, quizá creyendo que la "malvada" España, que ellos llamaban, sería tan tonta y tan torpe que les pagaría su separación. Ningún Estado del resto del mundo les reconoció ni ayudó. ​Quisieron separarse de España a costa de España, por lo "listillos" que son. Pero cada vez que lo intentan, hacen más el ridículo y más de reír a carcajadas a Europa y el mundo.

Aquella intentona golpista perjudicó mucho a Cataluña, su imagen, su credibilidad y su buen nombre. Hasta 7.222 empresas se fugaron a otras regiones, las inversiones cayeron en picado, perdieron el crédito y la confianza del mundo, todavía no recuperados. Pero los separatistas parecen tener muy mala memoria incluso a corto plazo. La pasión parece borrarles el juicio y nublarles el conocimiento; se obsesionan con volver hacerlo y no escarmientan, son inasequibles al desaliento. Cinco intentos llevan.

El idioma y la cultura son tan importantes que, si no fuera por ambos, la vida apenas tendría aliciente, sería demasiado sosa e indiferente. Tendríamos que entendernos por signos y gestos que casi nos asemejarían a los animales

Pues ahora resulta que pretenden volver de nuevo a las andadas con su obstinado "los volveremos hacer". Quieren cometer el tremendo error de discriminar y expulsar a toda costa el idioma castellano de Cataluña, que lleva ya nada menos que 1.400 años hablándose allí. En ningún otro país del mundo se ha visto semejante barbaridad, porque, ¿se podría cometer tan aberrante inconstitucionalidad?.

Quieren hacerlo bajo el engañoso y torpe pretexto de "blindar" el catalán para hacerlo allí exclusivo y excluyente, de forma que el castellano desaparezca de Cataluña; olvidándose de que allí lo hablan 6.793.900 de almas de las 7.049.900 censadas; mientras que el catalán sólo lo hablan unos 256.000. ¿De dónde iban a sacar tanto esparadrapo para tapar otras tantas bocas a esos millones de hispanoparlantes?. Eso, no habría ni gobernante que lo impusiera ni pueblo que lo permitiera.

Visto a la luz del mundo jurídico, el artículo 3 de la Constitución, dispone: "El castellano es la lengua oficial del Estado. Todos los españoles tienen la obligación y el deber de conocerla y hablarla", siendo cooficial con el catalán. Más, por sólo invocar la Ley 1/1990, de 7 de enero, del propio Parlamento catalán, establece en su artículo 3.2: "El catalán es la lengua oficial de Cataluña, así como también lo es el castellano". Y el artículo 21.2: "Los niños tienen derecho a recibir la primera enseñanza en su lengua habitual, ya sea ésta el catalán o el castellano. La Administración ha de garantizar este derecho".

Pues, para explicar y valorar esa aberración jurídica que se pretende cometer, expulsando al castellano de Cataluña. hay que partir de que el TSJ catalán y el Tribunal Supremo (TS), por un lado, con sus sucesivas y reiteradas sentencias condenatorias de la política lingüística catalana, lo reprueban; y, de otra parte, la Generalidad de Cataluña, con su permanente y sistemático desacato a la Justicia, desde hace ya años viene jugando al ratón y al gato con la desobediencia y al desacato a los Tribunales.

En diciembre de 2020, el TS, con un criterio bastante restringido para el castellano, dictó una sentencia firme (la 5201/2020, de 16 diciembre), obligando a la Generalidad a tomar las medidas necesarias para garantizar, de manera efectiva e inmediata. la enseñanza mediante el uso vehicular normal de las dos lenguas oficiales: catalán y castellano, para que éste sea impartido en porcentaje no inferior al 25 %.

La Generalidad trató de esquivar dicho 25 % para sustraerse a su cumplimiento. Pero la Justicia requirió al Consejero de Educación para que en el plazo máximo de 15 días se cumpliera la sentencia, que la Generalidad insistió en escamotear el mandato judicial no acatándolo, utilizando para ello la vía parlamentaria mediante una "Proposición de ley sobre el uso y el aprendizaje de las lenguas oficiales en la enseñanza no universitaria". Ante tal coartada urdida, algunos partidos de la Cámara autonómica solicitaron un dictamen al Consejo de Garantías Estatutarias.

De esa forma, la Generalidad se vio obligada a improvisar una vía alternativa y una nueva coartada, aprobando el "Decreto ley 6/2022, de 30 de mayo, sobre elaboración, aprobación, validación y revisión de los proyectos lingüísticos en la enseñanza no universitaria". Tanto la "proposición de ley" abortada (aunque finalmente ratificada por el Parlamento catalán el 8-06-2022) como también con dicho "decreto ley" pretenden escamotear el cumplimiento de la sentencia del TSJC.

Los soberanistas rechazan el uso de cualquier idioma para determinar el peso vehicular del catalán y del castellano, precisando que el primero es su lengua propia que utilizan como "lengua vehicular" de aprendizaje y de uso normal en su enseñanza oficial, queriéndonos hacer ver que allí la enseñanza en castellano es meramente simbólica y residual, devaluándolo y mofándose despectivamente del mismo llamándole "charnego", mientras que al catalán lo tienen por su única lengua. Ignoran a los millones de originarios de otras regiones, mientras promueven y fomentan el idioma chino mandarín.

Hasta el Comisario de Justicia de la Unión Europea, Reynders - que el hombre se habrá preguntado extrañado: ¿quién gobierna en esa región española de Cataluña? - ha instado a Père Aragonès a "cumplir las sentencias judiciales del 25 % en español. Y nuestro Defensor del Pueblo ha argumentado: "Parece imposible que el carácter oficial del castellano en Cataluña es poco más que una entelequia que dista mucho de ser la realidad que el texto constitucional impone. Más bien parece que se ha producido un tránsito desde una fórmula constitucional de bilingüismo oficial y territorial a una fórmula de monolingüismo territorial, matizada, en ese estrecho margen residual que se deja al castellano, sometiendo su uso al principio de rogación". ¿Cumplirá el presidente de la Generalidad las sentencias?. Quisiera creerlo, pero que aumente mi fe.

En cuanto se hizo público que el Tribunal Supremo declaraba firme la sentencia que obliga a la Generalidad de Cataluña a cumplir un mínimo del 25% en español en las escuelas, el Consejero de Educación catalán envió una Circular a todos los centros de enseñanza dependientes de la Generalidad de Cataluña exhortándoles a que incumplieran el mandato judicial, tras enumerar una serie de aberraciones pedagógicas; porque la realidad efectiva es que el modelo de idioma catalán impuesto discrimina a los niños hispanohablantes.

Pero, ¿por qué motivo y razón los independentistas radicales y la Generalidad catalana tanto se empeñan en saltarse la Constitución y su propia ley catalana que ellos mismos se han dado?. No se explica ni se justifica por qué Cataluña a la fuerza tenga que ser distinta, como si allí los separatistas pertenecieran a otra galaxia que les hiciera ser superiores y de mejor derecho que los demás. Y ni en Cataluña deben tener mejores ni peores derechos y prerrogativas, sino exactamente los que sean legales y en justicia debidamente les correspondan.

En conclusión, que hay que estar unidos para lo bueno y para lo malo, que la unión hace la fuerza. Por eso, hace falta que todos apuesten por la cordura y la prosperidad, a través de la sensatez, el raciocinio, el sentido común y la buena voluntad, sin recelos, sin partidismos, sin sectarismos, sin arrogancia ni prepotencia.

El idioma común de todos: el español, es el que más debe servir para unirnos; nunca lo utilicemos para separarnos, sino para hacernos todos como una piña. Y a ello debe ayudar el rico legado de nuestro idioma común, en los términos que la propia Constitución manda, desde la cúspide de la jerarquía de las normas jurídicas, que lo que hay que hacer es acatarla y respetarla más, y dejarse de tanto querer presumir de lo que no se es.

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