Periodista vocacional desde la infancia, su gran pasión fue y, creo, que lo será de por vida la radio, si bien las circunstancias le han permitido desfilar por todos los medios, lo que le ha convertido en un profesional todo terreno curtido en las más diversas experiencias y situaciones.
Conocí a Higinio en su época de ‘niño del Padre Arenillas’, cuando acompañaba cada sábado al inolvidable sacerdote a su charla semanal religiosa de las tres de la tarde, en ‘Radio Ceuta’, cuyo evangelio le daba a leer siempre. La timbrada voz y cultivada dicción del joven Molina eran muy significativas, como para pensar que, más pronto o más tarde, terminaría conduciéndole a la profesionalidad en el medio de las ondas hertzianas de sus sueños.
El salto no fue inmediato. A Radio Perla (de la Rueda Rato) llegó cuando contaba treinta años de edad, en la que permaneció por espacio de año y medio. “Creo que fue una de las decisiones más importantes de mi vida ya que decidí cambiar el mundo del bazar (yo trabajaba en Bazar Palash, - el que estaba junto a la Farmacia Zurita -, después de dejar la Imprenta ‘Los Remedios’), por el mundo de la radio. Un paso aquel que marcaría mi futuro, brindándome la oportunidad de trabajar en lo que yo tanto había soñado siempre.”
Aquel tiempo de permanencia en ‘Radio Perla’, permitió a Higinio cimentar efectivamente su futuro, formándose en la que él define como su “particular escuela de periodismo radiofónico” con la ayuda de, entre otros, Paco Palomo del que, confiesa, aprendió muchos secretos del mundo de la comunicación radiofónica.
“Desde Enero del 83 a febrero del 85 la Radio fue mi amante que me devolvió la ilusión por la vida en una etapa difícil para mí...”
Lo que posiblemente no llegara a imaginar Higinio Molina sería su rápida incorporación a la prensa escrita, en concreto a este diario decano, durante dos épocas, la última de ellas como director.
- Los oyentes de Radio Perla me otorgaron su confianza y me dieron cierta notoriedad en nuestra sociedad, y fue en febrero de 1.985, atendiendo a la llamada del editor de ‘El Faro’, Rafael Montero, cuando ingresé en la plantilla del periódico, en la que permanecí desde ese día, hasta agosto del 2.000.
El Faro, un reto en su carrera
- Al final recalaste de nuevo a ‘El Faro’ y no precisamente por tu gusto.
- Tras los cinco primeros años de COPE, Montero creyó oportuno hacer un cambio en la emisora y me hizo retornar a su medio escrito. No tenía alternativa de elegir. Simplemente, me adapte de nuevo al periódico. Donde hay patrón, no manda marinero y eso debe tenerlo presente siempre el profesional que trabaje por cuenta ajena, ya sea en el periodismo, en la construcción o en cualquier oficio.
Las razones del dueño para proceder al cambio las entendí y, aún sin compartirlas, me puse a la faena de lo que se me asignaba.
- Pero aquello tuvo su compensación posterior, cuando Montero te confía la dirección de su principal medio, ‘El Faro’.
- Fue un reto que acepté ilusionado, pero a sabiendas de que tenia su fecha de caducidad. En el tiempo que estuve como director, y ahí está la hemeroteca, intenté corresponder a la confianza otorgada y sobre todo intentar que los lectores se sintieran orgullosos de poder ir cada mañana al encuentro de su ‘Faro’, con la garantía de encontrar la información que buscaban y las opiniones suficientes para poder hacerse una idea de cómo se presentaba el día desde la óptica del decano de la prensa ceutí...
- ¿Es difícil dirigir ‘El Faro’ en una ciudad como la nuestra?
- Dirigir un medio escrito en una sociedad tan plural como la de Ceuta es una gran responsabilidad si se tienen las dosis de respeto necesario hacia los lectores, y a todos los ceutíes y sus instituciones a nivel general. Es difícil sí, como pueda serlo también en cualquier otro lugar.
Dirigir es, a veces, acertar y otras muchas equivocarse. Poder establecer el fiel de la balanza en su término justo es quizá la recompensa de quien intenta ser honesto en el quehacer que se plantea desde el servicio a la empresa para la que trabaja, pero también desde la responsabilidad de no engañar a sabiendas a la sociedad en la que vive.
- El periodismo es hermoso, Higinio, pero a veces tiene su cara ingrata que te puede conducir a situaciones difíciles, no digamos si eres el director de un diario.
- Malos momentos o situaciones tensas se viven en cualquier clase de trabajo y en el periodismo también. Quizá en éste las tensiones sean mayores que las que puedan darse en otras actividades pero, en mi opinión, creo que deben quedarse en el ámbito interno y no sacarlas a la calle. Los malos tragos se quedan para mí. Posiblemente el momento más desagradable o el más delicado fue cuando le comuniqué al editor que dejaba la empresa. Aquella entrevista la tengo en mi recuerdo como un momento delicado. Posteriormente me despedí de los lectores mediante una carta del director que se publicó mi último día de trabajo bajo el título de ‘Ojalá haya sido suficiente...’ (30/09/2000).
- ¿Y en el plano humano?
- No recuerdo ninguno en especial. No obstante siempre se queda una imagen grabada en tu mente que adquiere importancia por el momento en el que haya podido producirse. Así, me viene a la memoria el día, o mejor dicho la noche, en que cerrábamos la edición y tenia que hacer la primera del periódico con la noticia de que se había muerto un hombre de la Casa que en el terreno mediático era toda una institución en nuestra ciudad: Francisco Amores.
-Salvando los inevitables altibajos ¿cómo fueron tus relaciones con el editor?
-Correctas en todo momento. Cada cual sabíamos perfectamente el papel que desempeñábamos, él como Presidente del Consejo de Administración y yo como empleado en cualquiera de las responsabilidades que me fueron encomendadas a lo largo de 17 años de permanencia en la empresa.
- Sin pensarlo demasiado, cuál es el recuerdo más grato que te viene a la mente en este momento de tu paso por ‘El Faro’?
- Mi mayor satisfacción en la etapa de director era la de hacer la primera página del periódico que al día siguiente iban a leer los ceutíes. Maquetar la primera era uno de los momentos más agradables para mí de cada jornada.
- Hay quienes consideran como un verdadero milagro los 75 años de existencia que ha cumplido nuestro periódico, ¿tú también lo piensas así?
- No creo sea un milagro que ‘El Faro’ aparezca cada mañana en los kioscos. El producto de cada día que el periódico ofrece a los ceutíes, especialmente a sus lectores, es posible gracias a un trabajo realizado por los buenos profesionales que configuran su plantilla.
- Has trabajado durante largo tiempo en radio, prensa y, ya por fin en la plantilla de RTVCE desde su creación. ¿Con cuál de los tres medios te quedarías a estas alturas como veterano de la comunicación que eres?
- Cada uno de ellos tiene un atractivo especial que engancha. La radio es mi eterna amante; la prensa escrita requiere disciplina en el trabajo y un nivel de exigencia que si no estás dispuesto a asumir puede llegar a agobiarte, pero que también te atrapa si te gusta la comunicación. La televisión es el medio más poderoso porque aglutina lo mejor de la radio y la prensa escrita, aportando las imágenes. La televisión, y su papel en la sociedad es tan importante que me ha conquistado totalmente.
- ¿Crees que ‘El Faro’ llegará a ser centenario?
- No me cabe la menor duda de que sí.
Un consumado autodidacta
- Si ‘Radio Perla’ fue mi primera escuela de periodismo radiofónico, en ‘El Faro’ aprendí el periodismo escrito y muchos de los secretos de este oficio, al que me incorporé sin ser licenciado. Fui de esos periodistas ‘chusqueros’ que cada día intentaba aprender a desarrollar mi trabajo para devolver la confianza que había puesto en mí la empresa, así como los lectores del decano de la prensa ceutí.
- Y sin salir de la Casa, a renglón seguido retornaste a tu querida radio.
- En COPE - Ceuta, que realmente no era tal sino una emisora asociada a esa cadena nacional, estuve desde sus comienzos, permaneciendo a su frente durante sus primeros cinco años de vida. Al editor se le había concedido una licencia, y me designó seguidamente para establecer los contactos a nivel nacional con cadenas radiofónicas con el fin de asociarnos y poder ofrecer así un producto que se complementara con la programación local. En concreto los llevamos adelante con ‘Antena – 3’ y la Cadena de Ondas Populares Españolas (COPE). Montero eligió esta última porque su disposición y la cobertura técnica, administrativa y humana que nos ofrecía, posibilitaba a ‘El Faro de Ceuta’ poner en marcha una radio local con todas las garantías.
- Algo importante te tuvieron que ofrecer para que un profesional nato de la radio como tú aceptara la proposición de incorporarse a un medio escrito.
- El incorporarme a ‘El Faro’ fue debido a que, en relación con la radio, mejoraba mi salario y también porque el propio Montero ya me había adelantado su idea de presentar solicitud al Gobierno para la concesión de una emisora de radio que pondría en mis manos, como efectivamente hizo. Y fue en ‘El Faro’ donde noté la fuerza mediática de la prensa escrita sobre la radiofónica. Esta asignatura, como otras tantas, se aprende cuando se tiene la oportunidad, como en mi caso, de conocer desde dentro las tres modalidades del periodismo: radio, prensa y televisión...
- ¿Qué supuso para tí aquella vuelta al medio radiofónico?
- Una enorme dosis de ilusión, porque me permitía tener la posibilidad de hacer una radio a mi gusto, teniendo en cuenta, como no podía ser de otra manera, la idea del editor. Insisto en que se trataba de una oportunidad que muy pocas personas podrían tener. Para mí fue muy importante ya que Montero dejaba a mi criterio la programación, la elección del personal y, sobre todo, ese maravilloso momento de poder reencontrarte con los vecinos a través de una nueva emisora de radio que tendría que vérselas con la todopoderosa ‘Radio Ceuta’ y también con ‘Onda Cero’ (la antigua ‘Radio Perla’). Ese reto de ofrecer una información alternativa a las dos cadenas existentes, y también un espacio de entretenimiento a los ceutíes lo tomé con la mayor ilusión y, honestamente creo, te puedo decir que no defraudamos.
- La empresa era difícil, ciertamente.
- Sí, pero tuve la suerte de contar con excelentes personas también autodidactas como yo en el mundo de la comunicación, pero llenas de ilusión y ganas de hacer radio. Ahí estaban y aún hoy en la mayoría de los casos siguen Daniel Oliva, el responsable de antena en RTVCE; Montserrat Taboada; los técnicos R. J. Lacasa, hoy en RTVCE, y Francisco Gómez, actualmente en la empresa depuradora de aguas; personas entusiastas y enamoradas de la radio como el tristemente desaparecido Victoriano Cortines; Jorge y Miguel, que nos ofrecían la música de ‘MegaRock’; Rafael Peña, el actual delegado de Efe en Ceuta, y José Manuel Gallardo, al frente de la redacción deportiva; Francisco Luís Jiménez, ‘Chiky’, Alfredo Izquierdo...
Todos ellos tenían en común dos cosas: ninguno había hecho radio con anterioridad y a todos les volvía loco la idea de ser las nuevas voces radiofónicas y hacerse con un hueco entre las ya consagradas de las otras dos emisoras. Gracias a ellos se pudo materializar la idea de Montero de propiciar una radio digna, entretenida, y con las dosis de credibilidad suficiente como para ser tenida en cuenta por la sociedad ceutí y sus representaciones sociales y políticas.
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