Dina Raissouni sufrió violencia de género y sabe mejor que nadie lo que significa vivir con temor constante y enfrentarse diariamente a amenazas, a menosprecios por el simple hecho de ser mujer y a golpes que la hacían sentir culpable al pensar que ella era parte del problema “porque yo pensaba que era una mujer que no sabía hacer mis cosas”, cuenta esta vecina de Ceuta a las cámaras de El Faro.
“Comenzó con faltas de respeto, con evitar que vayas con tus amigas, que vayas a ver a tu madre; es decir, que estás controlada prácticamente en todos los aspectos, no hay posibilidad de que puedas formarte, ni hay posibilidad de que tengas contacto con tus amistades. Nada: casa, hijo y lo que él diga”, recuerda.
Como ocurre en muchos casos, antes del matrimonio Dina no percibió ninguna señal de alerta y no se imaginaba lo que le esperaba en los próximos años. Por el contrario, cuenta que el trato era completamente diferente.
“En un principio era muy amable, era todo diferente, totalmente diferente. Él comenzó los cambios una vez que nos casamos y una vez que tuve a mi hijo, fue cuando ya empezó a demostrar su parte machista, posesiva, de menospreciarte, de dejarte en vergüenza tanto delante de tus hijos como en cualquier otra situación. Fue paulatinamente el demostrarme que él llevaba los pantalones por así decir”, señala.
Sobre Dina su pareja también comenzó a ejercer violencia patrimonial, pues no permitía que trabajara, sino que buscaba que permaneciera en casa bajo su control. “También es cuestión económica, él no me dejaba que yo trabajase, sino que me quedase en casa, con presión y bajo su control”.
Pero, a pesar de lo que estaba ocurriendo, Dina no fue plenamente consciente desde el principio de lo que le estaba pasando, pues “no lo concebía”. Ocupada con el cuidado de sus tres hijos varones, que nacieron uno detrás del otro, no se daba cuenta de la frecuencia de los maltratos, ni de la gravedad del asunto, hasta que sucedió algo que le abrió los ojos.
"Fue una reacción de ponerse doblemente agresivo porque quería quitarme a mis hijos, quería dejarme peor”
“¡Mamá o tú llamas a la Policía o llamo yo! Ya no puedo mamá con estos gritos, con este malestar”. Estas fueron las palabras que Dina escuchó de uno de sus hijos y las que hicieron que entendiera que estaba siendo maltratada. “Cuando yo vi a mi hijo en esa situación, yo ahí desperté y me dije: ‘Dios, mis hijos lo están pasando peor que yo’, entonces ya fue un punto para reflexionar y decidir que yo voy para adelante, voy a denunciar pase lo que pase y fuera el miedo, porque tenía miedo, con tres chiquillos, sin trabajo y sin nada”.
Esto le ocurrió a Dina durante 14 años antes de que pudiera salir de esa pesadilla en la que se había convertido su hogar. Mientras esto le sucedía solo pudo contar con una persona, a la que le narraba todo y que fue la misma que la convenció de que era capaz de superar esta situación. “La única persona en la que yo pude tener confianza y contarle todo lo que me estaba sucediendo es una amiga y también familiar de él. Ella fue el inicio al decirme: ‘Venga que tú puedes, sigue para adelante, tú puedes hacerlo todo’, pero le dije que estaba perdida”.
Esta persona la animó a salir de esta situación y a buscar la superación personal y profesional. Pero lo que vino después tampoco fue fácil, sobre todo porque era momento de hacer esa denuncia contra quien compartió 14 años de matrimonio y con quien tuvo sus tres hijos.
“Fue una situación un poco difícil porque él no lo admitió, ni se lo esperaba. Fue una reacción de ponerse doblemente agresivo porque quería quitarme a mis hijos, quería dejarme peor de lo que estaba; es decir, que su reacción fue mala, malísima, hasta hoy en día seguimos en las mismas”, dice.
Toda esta experiencia fue bastante difícil para Dina, hubo varios episodios violentos, pero habla de uno en particular que la marcó. “Ha habido varios episodios, el más fuerte que digamos fue el día que me pegó con un palo en la cabeza delante de mis hijos, entonces mi hijo el mediano fue el que le quitó el palo y le dijo: ‘¿Qué?, ¿vas a matar a mi madre?’, y ha habido otros también de darme patadas, de empujarme, ha habido varios”.
“En un principio era muy amable, era todo diferente, él comenzó los cambios una vez que nos casamos”
Hacer la denuncia no fue sencillo tampoco. Según Dina, en principio fue difícil probar que estaba sufriendo maltrato. En 2014 decidió denunciar a su esposo tras una agresión física, pero por presión de la familia de él la retiró, y no fue sino hasta el año 2017 cuando tomó una decisión definitiva y salió de su casa.
“En un principio no me dieron la razón por ser víctima de violencia de género porque decían que no tenía la apariencia de estarlo, entonces el único testigo para decir que lo que yo estaba diciendo era cierto fue mi hijo, es el que atestiguó diciendo que efectivamente ha estado en todo momento viviendo malos tratos, gritos... de todo. Entonces es el que pudo dar el punto clave de que sí, que su padre era un maltratador”, asegura.
Dina señala que el proceso continúa, “porque él recurre, recurre y recurre, y por eso la situación está ahí”. Insiste en que fue difícil para ella demostrar lo que le había ocurrido a pesar de tener un parte de lesiones: “Lo que pasa es que en el momento en el que yo decidí denunciar, que fue en 2014 por el palo que me dio en la cabeza, ahí la familia como es tan conservadora dijo: ‘Debes de darle otra oportunidad, que tú igual le has llevado a esos límites para que te haga eso’, entonces retiré mi denuncia hasta el 2017 que ya fue la definitiva y decidí ya salir de la casa, sea como sea, así me quedara debajo de un puente”.
Hoy en día Dina es graduada en Educación General Básica y técnica superior en Promoción de Igualdad de Género. Hizo un curso de Informática Básica y también se formó en Gestión de Residuos Urbanos e Industriales en grabado de metal, en gestión informática y como auxiliar de cocina. Actualmente vive en una casa de alquiler con su hijo menor, está cursando otro Grado Superior de Estética y Bienestar, y también está en la búsqueda de un empleo.
"Lo que me impulsó fue ver el sufrimiento tan grande que estaban pasando mis hijos”
“En un principio me ha ayudado lo que es la Seguridad Social, estoy buscando trabajo porque no puedo llevar todos los gastos, todas las cosas no las puedo llevar, y ahora pues espero que me den algún trabajo para poder seguir para adelante. Los de la Seguridad Social me estuvieron ayudando, pero por un cierto tiempo que no pude justificar los recibos por la pandemia, entonces hubo un parón y hasta el año que viene no me la solicitan”, explica.
Pero, a pesar de los obstáculos, Dina está convencida de que debe salir adelante e insiste en que lo que la motiva a seguir y lograr una mejor vida son sus tres hijos. “Lo que me impulsó fue ver el sufrimiento tan grande que estaban pasando mis hijos, ese es el punto que te da fuerzas para decir: ‘Yo sí valgo, yo sí puedo’, que puedo rehacer mi vida y también formarme, para poder tener mi economía independiente, sin esperar nada ni de él ni de nadie”.
Dina ya está divorciada, pero su lucha no ha terminado y el proceso legal continúa, mientras ella se sigue superando para dejar atrás esta traumática experiencia. Pero dice con firmeza que no se considera una víctima, sino más bien una superviviente. “Víctima, no me gusta ser víctima, el victimismo no te soluciona la vida, lo que te soluciona la vida es que tú te saques fuerzas y que te valores, que tengas esperanzas de que algún día tu vida va a ser cada día mejor”.
A las mujeres que están atravesando por una situación similar, les pide que no se queden calladas, que denuncien, que se formen y que logren su independencia. “A todas las mujeres, el mensaje que les daría es que no se callen, y es que una vez que la pareja, sea marido o sea pareja, te falta el respeto es que ya no va a haber nada bueno detrás de esto. Así que una mujer lo que debería de hacer es denunciar, hablar con un familiar, hablar con una amiga de confianza y contarle lo que le está sucediendo”.
"El más fuerte que digamos fue el día que me pegó con un palo en la cabeza delante de mis hijos”
Dina insiste en que hay que tomar acciones. “Que vayan a instituciones donde le pueden ayudar a salir del bache, a salir de esa situación que no merece la pena, porque eso no es vivir, eso es estar muriéndote en vida”.
Finaliza recalca que “lo que tendrían que hacer es salir, hablarlo, denunciar y formarse, es lo único que les puedo decir, que no dejen que les subestimen, que les rebajen o que les quiten la dignidad. Somos personas y somos iguales, no por ser diferentes sexos tenemos que ser menos que otros o más que otros, tenemos que ser iguales y tener respeto, el respeto es muy importante”.
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