Dounia El Ghorfi, de 1991, desconoce si nació en Marruecos o la península y pide información a Menores.
Su primer recuerdo es en Berkan, una ciudad al nordeste de Marruecos, próxima a Nador y Oujda. En el permiso de residencia español de Dounia El Ghorfi figura que nació el 31 de diciembre de 1991, mientras que su documentación marroquí apunta al 14 de noviembre de ese mismo año, aunque considera que pudo nacer un año antes a partir del testimonio de las personas que reconocía como su familia. En su partida de nacimiento aparece el campo destinado a los progenitores marcado con varias ‘x’, es decir, desconocidos. Y ésta no es la única pieza que sigue sin encajar en el puzzle de su vida.
“Nunca supe nada de mi madre biológica, todo lo que me contó la mujer que tuvo mi kafala –figura para la adopción de menores musulmanes– fue que era española y vivía en Madrid, pero piensa que estoy muerta porque se lo contó la familia de quien creo que es mi padre”, explica esta chica de 22 años, quien porta las únicas pistas que la pueden llevar hasta su origen en una carpeta que conserva con cuidado.
“Busco a mi verdadera madre porque quiero recuperar el tiempo perdido y estar con ella”, explica afligida Dounia, quien ha vivido más experiencias que cualquier joven de su edad por sus circunstancias, pasando de familia en familia sin nadie que la hiciera sentir en casa. “No tengo parientes, a veces me pregunto por qué he tenido que llegar a esta situación, estar sola, sin haber hecho nada para merecerlo desde que era una niña”, añade esta mujer, quien tiene el pálpito de que su madre aún la busca.
Dounia se niega a renunciar a su esperanza de localizar a su progenitora porque, a su paso por el Centro Mediterráneo del Área de Menores de Ceuta, los educadores le dijeron que en un programa nacional de televisión –corría el año 2006 o 2007– vieron el testimonio de una mujer que aportaba datos que coincidían con su historia y mostraba la fotografía de una niña que se parecía extraordinariamente a esta chica. “Estoy pendiente de saber a qué programa se referían. En el centro apuntaban todo lo que nos ocurría en un diario. Me gustaría que comprobaran las anotaciones de aquel tiempo porque cualquier referencia me podría ayudar a encontrarla. Una vigilante de seguridad y una educadora del Mediterráneo me aseguraron haberlo visto. Dicen que llamaron al teléfono que aparecía en pantalla pero comunicaba”, destaca esta muchacha que busca respuestas, hasta el momento, sin éxito aunque confía en que estos datos pueden descifrar el misterio que envuelve su vida.
La reconstrucción de los acontecimientos se remonta a 1996 en Berkan. Una fotografía capta la única vez que vio a quien considera que es su padre, Farid El Ghorfi, aunque sus presuntos abuelos, Fatima Habachi Mohamed y Mohamed Mohamed El Ghorfi, le insistieron en que no le llamara “papá” porque no era tal. Sin embargo, él telefoneaba regularmente para preguntar por cómo estaba la pequeña Dounia, primero desde Madrid y luego desde París, Francia, donde se casó. Su último contacto fue en 2005.
Según su supuesta abuela, su madre estuvo una vez en la misma casa que aparece en la instantánea, cuando ella tenía dos o tres años, un encuentro que le resulta imposible recordar por su corta edad. “Cuando tenía 13 años, ví que mi abuela tenía una foto de una mujer rubia que estaba con un niño y una niña, ésta se parecía a mí. Más adelante le volví a preguntar por esa imagen y me dijo que no había foto alguna”, indica Dounia. En 2000 llegó a Ceuta. Sus abuelos marroquíes la dieron en adopción al hermano de su abuela, Mohamed Mohamed Habachi, y su mujer, quien estaba muy enferma. “¿Por qué me dieron en adopción? Eso me gustaría saber”, se pregunta esta joven que se debate entre las verdades y mentiras que le hayan podido relatar, retazos que ha incorporado a su trayectoria vital.
Mina, su madre adoptiva, cuando se encontraba en el Hospital a punto de morir, continúa Dounia, “me contó que mi madre era de Madrid y la única versión que se sustenta”. Cuando falleció, el hermano de su abuela la devolvió a Berkan y le quitó la documentación, prometiéndole que volvería a recogerla. Nunca lo hizo y, ocho meses más tarde, vendió una cadena de oro que heredó de Mina y empleó ese dinero más unos ahorros que consiguió trabajando en una casa para tomar un autobús hasta Tetuán y de ahí a Castillejos, donde sabía que Mohamed iba a hacer la compra los domingos. Ella habló con los policías marroquíes que, cuando le vieron cruzar la frontera, la pararon y exigieron que se responsabilizara de la pequeña ya que tenía la kafala. Una vez en Ceuta, él volvió a renegar de ella y un día acabó en el Hospital de la Cruz Roja fruto de un “ataque de ansiedad”. El médico que la atendió llamó a la Policía Nacional y decretaron el desamparo de la menor, que ingresó en el Mediterráneo y de ahí a un piso tutelado hasta 2009 dado su buen expediente, explica.
“Creo que Farid y mi progenitora se conocen en Madrid”
Dounia sospecha, a partir de la confesión de su madre adoptiva Mina, que Farid, quien considera que es su padre biológico, y su verdadera madre se conocieron en Madrid, donde él emigró desde Marruecos. Mina fue quien le contó que su verdadera progenitora pagó a Farid para recibir información sobre su paradero pero que, cuando tuvo la cantidad en su poder, le mintió diciéndole que ella murió en una operación en Casablanca. Sin embargo, sostiene, ella siguió en su búsqueda porque desconfiaba de la palabra de Farid. De confirmarse, este hecho la convertiría en una robada o secuestrada.
Solicita ayuda de algún abogado para esclarecer su caso
Dounia El Ghorfi está interesada en contactar con algún letrado que quiera llevar su caso de forma gratuita ya que está en situación de desempleo.
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