Creo que ni se le ha reconocido ni tampoco se le ha hecho justicia a la Milicia Universitaria, los miles de universitarios que nutrieron las filas de los ejércitos y lucieron con honor y orgullo las estrellas o galones y sus cordones se merecen un reconocimiento, máxime cuando algunos de sus componentes en el cumplimiento del deber y heroicamente entregaron sus vidas con la legendaria de “¡todo por la patria!”.
En el diario de operaciones de dicho batallón consta que entre los 850 hombres que lo componían estaban su comandante-jefe, Luis González Peralta, 1ª compañía capitán Juan Rincón Sanz, 2ª compañía Juan García Antón, 3ª compañía Andrés Ojeda Blanco y 5ª compañía de armas pesadas Pedro Criado Cubero.
El armamento que portaban era fusiles ‘Mauser’, 7.92, fusiles ‘Coruña’ 9 mm, fusil ametrallador ‘FAO’ 7.92, ametralladora ‘Alfa’ 7.92, mortero ‘Valero’ 81 mm, granadas de mano ‘PO-1’ y ‘P-02’, lanzallamas ‘Flamenwert’ alemán con alcance de 32 metros y, finalmente, cañón sin retroceso 75 mm (1.120).
El entonces teniente de complemento Juan F. Herrero Diez, había nacido en Bilbao en 1921, siendo Graduado Social y diplomado en Derecho, y tras las pruebas reglamentarias para su acceso a la Milicia Universitaria, se incorporaba al campamento de ‘Monte la Reina’ (Zamora), ascendiendo a alférez de infantería y posteriormente a teniente de infantería de complemento. Sus destinos fueron en el regimiento de infantería ‘San Fernando’ 11 de guarnición en Alicante.
Este teniente, cargado de razón, narra en sus memorias la amargura que le tocó vivir por algunos de sus mandos. Son estos sujetos quien tan magistralmente los identifica un intelectual: “La justicia llevada al extremo es una extrema injusticia” (George H. Fitgory). Este teniente sufrió en sus carnes esas actitudes que algunas personas se amparan en la justicia o en la fuerza de sus estrellas, los cuales ignoran que nunca jamás “la fuerza tiene que entrar por la razón”.
El teniente Juan F. Herrero Diez, hombre que amaba a la milicia, estaba al mando de la 3ª sección de fusiles de la 3ª compañía, y era un oficial que aplicaba la justicia y los reglamentos con humanidad, el cual se hacía querer por sus subordinados. Su humanidad era tal que, en los ratos libres, enseñaba a leer y a escribir a muchos soldados que llegaban analfabetos. Uno de sus soldados, después de que aprendió a leer y a escribir, al llegar una carta de su madre y poder leerla le dijo al teniente: “mi teniente, al leer la carta que me envió mi madre no pude más y se me saltaron las lágrimas”.
Tras varios días de viaje lleno de incomodidades, el buque "Domine" se situaba frente a Villa Bens y a través de unas redes, a primera hora de la mañana del 18 de enero de 1958, a través de la barcaza (K-2) pisaban tierra los soldados del batallón “San Fernando ll”.
La 3ª compañía durante la campaña en Villa Bens tuvo una destacada actuación, así como el resto del batallón, como consta en el diario de operaciones. El 18 de marzo de 1958 a las 7 de la mañana sale un grupo de combate con su comandante-jefe, constituido por la 3ª compañía, una sección de Jeeps, un pelotón de carros del grupo de caballería, con la misión de reconocimiento y de localizar y apresar al enemigo, enlazando con fuerzas de la agrupación “A”.
A las 11:30 se recibe orden de permanecer en dicho punto, ya que ha sido localizada una emisora del enemigo entre el cruce de “Tha-Daora” y “Hasi Tha”. A las 07:45 la 3ª compañía sale en reconocimiento por el borde de la "Selj Uln Daboa", regresando a Villa Bens sobre las 21 horas.
El 5 de abril de 1958 a las 10 horas de la mañana la 3ª sección de la 3ª compañía sale con la misión de proteger un convoy de camiones a El Aaiun. Al día siguiente dicha sección regresa a las 17:30 tras cumplir la misión de protección.
El 13 de mayo de 1958 era relevado el teniente de complemento Juan F. Herrero Diez, por un teniente de la escala activa, así como otros seis tenientes de complemento que eran relevados por tenientes de la escala activa.
El teniente Juan F. Herrero Diez personalmente se sintió dolido porque hubo, incomprensiblemente, muchas zancadillas y gestos de indiferencia por parte de algunos oficiales de la escala activa. También estaba dolido porque su trabajo bien hecho, reconocido por sus soldados que le admiraban y tenían un gran respeto, no se le tuvieron en cuenta sus méritos ni la Cruz Roja al mérito militar ni la Medalla de la Campaña, así como el "valor acreditado", como consta en su expediente personal.
En sus memorias el teniente Juan F. Herrero Diez, con mucha razón, así lo relata: “me da pena pensar en aquellos enfrentamientos, en tantos caídos, sobre todo legionarios, para años más tarde sufrir tanto con la humillación de la famosa Marcha Verde. En esta absurda desconocida e ignorada guerra con un constante goteo de pérdida de vidas humanas, fue en realidad ‘una guerra de la alpargata’, con hombres que combatieron y cayeron como verdaderos héroes y que fueron ignorados por altos mandos en aquel momento y años más tarde".
Finaliza el teniente Herrero Diez sus memorias con esta gran verdad: “los responsables del Ministerio de Defensa deberían preocuparse un poco más por hacer felices a los que están y estuvieron sirviendo con honor y orgullo a nuestra querida España”
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