Opinión

Día de las Fuerzas Armadas (DIFAS)

Si bien, la defensa de cualquier Estado de Derecho Soberano es el pilar fundamental que debe sostener su estructura, ayudando y garantizando el bienestar en paz y libertad del resto de actividades, hoy por hoy, el Ejército ocupa un lugar más que manifiesto en su aparataje para legitimar que la voluntad de la ciudadanía se genere.

Actualmente, los sistemas democráticos occidentales se articulan a las Fuerzas Armadas, sustancialmente, porque son las garantes en la protección última de los valores e intereses de la nación.

España, no ha sido ni mucho menos un actor contrario a esta evidencia.

Ya, a finales de la década de los setenta con la llegada de la democracia, el Ejército se empeñó en ser una de las razones cardinales sobre las que habría de apoyarse el progreso y la armonía.

Así, desde los años transcurridos en una causa no libre de complejas dificultades, con total rotundidad puede afirmarse, que las Fuerzas Armadas de España han sabido adecuarse a las aspiraciones del mismo Pueblo, hasta convertirse en el instrumento imprescindible al servicio del Estado.

De ahí, que los ejércitos de nuestros días hayan dejado de hacer valer la terminología “transformación”, para más bien, posicionarse en las causas de los cambios organizativos, conceptuales o maneras de proceder.

Pese a ello, los Ejércitos de España continúan atesorando sus tradiciones y valores que los nutre, confiriéndole un carácter propio que asume en el servicio a España, como máxima expresión. De ahí, que se aplique el concepto darwiniano de evolución, con la finalidad de denotar que asiduamente se cambia, de acuerdo a las condiciones del entorno y con el talante de estar preparados para realizar eficientemente las misiones requeridas.

Con estas premisas, aunque concurran estilos reacios a esta realidad, nos aproximamos a un nuevo éxito colectivo de una sociedad como la española, que, sin complejos, se echa a las calles para enaltecer a los miembros de las Fuerzas Armadas, haciéndolo en señal de orgullo y apoyo a los valores que representan la libertad, la defensa de la Constitución y la unidad inapelable de España.

Por eso, las Fuerzas Armadas quieren honrar su día grande y lo hacen sabedores de la trascendencia que denota tener cercana la llama ardiente de la ciudadanía, a la que con gran afecto protege. Abriéndose de par en par las puertas a la festividad central del Día de las Fuerzas Armadas, DIFAS, acrónimo con el que se conoce esta solemne conmemoración.

En esta ocasión, se recapitula el XXX Aniversario de la primera misión en el exterior, con la participación en el encargo de Verificación de las Naciones Unidas, allá por el año 1989 en la Guerra Civil de Angola. Motivo más que justificado para homenajear como merecen, a los más de ciento sesenta mil efectivos que han estado desplegados en alguna de las ochenta y tres operaciones a lo largo de estos intensos treinta años de consagración y entrega. No pudiendo quedar en el anonimato, aquellos hombres y mujeres que entregaron sus vidas en misiones de paz, con un recuerdo más que señalado para las ciento setenta almas, que, desde entonces, forman parte del soldado de todos los tiempos y que esperanzados nos escrutan a diario desde el cielo, evocándonos a un pretérito que siempre permanecerá vivo entre nosotros.

Adentrándome brevemente en el origen de la celebración del DIFAS, próxima a la festividad de San Fernando, hay que partir del día 30 de mayo del año 1252, fecha que fue establecida para rememorar el fallecimiento de Su Majestad el Rey don Fernando III de León y de Castilla (1199-1252) llamado “el Santo”, que, aunó definitivamente las coronas castellana y leonesa, hasta entonces divididas desde la época de Su Majestad el Rey don Alfonso VII de León (1105-1157) llamado “el Emperador”.

Unos siglos después, en el año 1671, bajo el reinado de Su Majestad el Rey don Carlos II (1661-1700), don Fernando III sería canonizado por Su Santidad el Papa Clemente X (1590-1676).

Posteriormente, esta efeméride fue enraizándose y engrandeciendo el DIFAS, hasta decantarse por el año 1978 con la promulgación del Real Decreto 996/1978, de 12 de mayo, publicado en el B.O. del E. Núm. 114 de fecha 13/V/1978, cuando se instituyó la recapitulación anual de una fiesta de índole nacional, que agasajara a los Ejércitos y promoviera el conocimiento y la integración entre los mismos y la sociedad.

De manera, que durante ocho años este aniversario centró su ceremonia más significativa en cada una de las ciudades sedes de las Capitanías Generales del Ejército de Tierra, con la dedicación de una formación y un acto en honor a la Insignia Nacional, presididos por Sus Majestades los Reyes.

Más tarde, en el año 1987, con la intención de amplificar su repercusión y subrayar los vínculos entre los ciudadanos civiles y militares, se publicó el Real Decreto 530/1987, de 10 de abril, publicado en el B.O.E Núm. 92 de fecha 17/IV/1987, con la que el DIFAS se expandió a todo el espacio nacional y su carácter perdió algo de rigidez para transformarse en una fiesta, donde a las partes castrenses más arraigadas se le añadieron otras prácticas habituales, que, sin duda, infundieron una mayor aportación y cordialidad entre el pueblo.

Aunque, hay que referir, que el día propiamente de esta celebración continúa estando próximo al 30 de mayo, conservándose al respecto el domingo más cercano a la onomástica del Rey don Fernando III.

Desde entonces, los actos centrales del DIFAS han recuperado su verdadera condición de itinerancia y encanto, pasando por lugares tan representativos como Logroño (2018) hasta llegar a Guadalajara (2017); Madrid (2013-2016); Valladolid (2012); Málaga (2011); Badajoz (2010); Santander (2009); Zaragoza (2008); Gijón y León (2007); Sevilla (2006) o La Coruña (2005), todas, en el espíritu de acentuar la filiación de los Ejércitos con la ciudadanía de la que forman parte y a la que se entrega sin reservas.

En esta ocasión, el sábado 1 de junio la capital hispalense de Sevilla nuevamente volverá a cobijar esta parada militar, porque con anterioridad al citado año 2006, lo había hecho en 1979, contando indudablemente con la presencia de Sus Majestades los Reyes

Al unísono, la Ciudad Autónoma de Ceuta ni mucho menos permanece impasible ante este deleitable acontecimiento del DIFAS, porque, por cada una de las venas de quiénes habitan este hermoso enclave, circula ese flujo que igualmente se alborota y agita al escuchar la pronunciación de España, hasta distinguir la portentosa expresión de respeto a una Bandera que ondea solemnemente para cuatro culturas y del gran afecto que encarna el amor patrio, de la que sus ciudadanos se hacen embajadores de cuántos actos públicos avivan las diversas unidades que la defienden.

Si de por sí, desde sus orígenes, esta superficie ha sido eminentemente militar dejando numerosos vestigios de señorío por donde ha pasado, el broche final lo refrenda la Comandancia General de Ceuta (COMGEU), siempre ensamblada a su dilatada historia y devenir. Hoy, es más que innegable protagonista de esta celebración junto a Su Excelentísimo Comandante General, al contar entre sus filas a un puñado de hombres y mujeres honrados, que viven envueltos en el sentimiento profundo de amor a España.

De ahí, que enmarcado dentro de las diversas actividades cívico-militares que se vienen realizando en estos días del DIFAS, el pasado miércoles se inauguró lustrosamente la exposición de material y vehículos organizada por la COMGECEU, estando presidida por el Excmo. Sr. Comandante General y Comandante Militar de Ceuta, don Javier Sancho Sifre; primero, con el solemne izado de la Bandera en el mástil mayor del Parque Urbano Juan Carlos I, a la que le siguió la formación de unidades de esta Comandancia, exhibiendo los bellos matices y coloridos de sus indumentarias características y el corte protocolario de la cinta por parte del Excmo. Sr. Presidente de la Ciudad Autónoma, don Juan Jesús Vivas Lara, para finalmente quedar a disposición de la ciudadanía ceutí este despliegue testimonial, que es la certeza plena del sentir apasionado de cada uno de sus miembros.

Tal como inicialmente se ha indicado, este año el DIFAS rememora y a la vez reconstruye el XXX Aniversario de la primera misión en el exterior.

España, como país enteramente implicado con la paz, la seguridad y la legalidad internacional, sitúa a sus fuerzas en función de estos designios, interviniendo con ellas en diversos lugares.

Partiendo de la base, que España ha asumido un concepto profundizado de seguridad nacional que acredita la ponderación entre sus distintas dimensiones, llámese entre otras, políticas, económicas, sociales o de defensa, demanda de una dirección más multidimensional e integradora en el que prevalezca el principio de defensa militar.

Por ende, la separación habitual entre seguridad interior y exterior parecen difuminarse, ya que en este momento las amenazas y riesgos no saben de divisiones territoriales. De ahí, que las estrategias españolas de seguridad salgan de un juicio global, en la que no se priorizan los peligros particularmente militares, sino que se establecen los planes y líneas de acción básica para avalar la seguridad de España, así como la intervención en un escenario europeo e internacional más seguro e inexpugnable.

Nuestras Fuerzas Armadas forman parte, como miembro de pleno derecho, de varias organizaciones internacionales de seguridad y defensa como la Organización de las Naciones Unidas (ONU); la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN); la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y la Unión Europea (UE), cada una de ellas, en virtud de los acuerdos multilaterales firmantes.

Por medio de las operaciones en el exterior, España ha confirmado su firme responsabilidad, a la vez que es una defensora innata de los valores democráticos, dando un buen ejemplo al intervenir y tomar parte en esta relación de defensa y seguridad combinada, participando con total eficacia hasta los días presentes.

Esta contribución de operaciones en el exterior, debe ser concebida como un gran gesto de solidaridad y de esos valores que España pone a favor de la estabilidad y la seguridad internacional.

Es más que evidente, que lo que acontece fuera de nuestros límites fronterizos, repercute directamente en el conjunto poblacional. Luego, con la concurrencia a estas misiones, las Fuerzas Armadas trabajan para la salvaguardia de la seguridad de España y de los españoles. Asimismo, el mecanismo militar entra en tareas más allá de nuestros márgenes geográficos, intercediendo en instituir un ambiente estable mediante el cese de movimientos terroristas o criminales en estados fallidos o sitios sin control estatal y otros teatros potenciales de combates.

Sin obviar, la ayuda prestada contra la propagación de armas de destrucción masiva, ya que estas labores se ajustan en la consecución de los tratados internacionales, así como favorecer los avances en la capacidad de defensa antimisil de la Alianza Atlántica y la optimización en la amplitud de interposición frente a los conflictos biológicos, químicos, nucleares y radiológicos.

Acciones, que se efectúan al amparo de la legitimidad nacional e internacional.

Por lo tanto, España interpreta el criterio de seguridad como un todo en el que la disociación de las amenazas y riesgos tanto internos como externos han evolucionado, por lo que se desprende una resolución consumada en todos los medios y capacidades con los que opera esta nación.

Por esta lógica, además de las misiones y funciones referidas, las Fuerzas Armadas de España respaldan de forma virtuosa a otras instituciones y/o administraciones del Territorio.

En el área nacional, nuestras Fuerzas están dispuestas para cooperar eficazmente en las circunstancias que pudieran ser emplazadas, con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Y, cómo no, las Fuerzas Armadas están instadas a otras dos vertientes de espacial calado, tales como la protección ante emergencias y catástrofes, manteniendo múltiples capacidades en condiciones de asistir a otros organismos, aparte de contar con unidades concretamente destinadas para tales fines, como la Unidad Militar de Emergencias; y, en lo que concierne a la ordenación de los flujos migratorios, como otra de las preferencias con las que colabora en el resto de las administraciones públicas y organizaciones internacionales, estando involucradas de lleno en la observación y control de las fronteras exteriores españolas.

Queda claro, que las capacidades de las Fuerzas Armadas de España no pueden improvisarse. Porque, hay que diferenciar minuciosamente las predisposiciones que conforman la situación estratégica futura y saber desplegar los recursos adecuados, tanto desde el plano tecnológico, como en los procedimientos y la propia organización.

Pero, para equiparlas con los medios más seguros en el nivel recomendable de operatividad y seguridad, se requiere de un equilibrio entre la inversión y necesidades. En resumidas cuentas, la plasmación de la estrategia militar y el mantenimiento de su estructura, necesita de una financiación proporcionada.

A la hora de instaurar una estrategia de futuro, las Fuerzas Armadas tienen que percatarse de la suma que aportan los actores dominantes. También, en lo que corresponde preferiblemente por los demás y en lo sobresaliente de sí mismas.

En el caso concreto de España, es de valorar que reúne a uno de los Ejércitos más valiosos en historia y cultura. Debiendo de hacer frente a lo que está por llegar y presuponiendo realidades que fragüen el futuro. Únicamente, de esta manera, maniobrará con las mayores garantías.

Fijarse en las debilidades y fortalezas de los estados más avanzados y competitivos en la sociedad de la información globalizada, es una recomendación primordial para explorar las numerosas irregularidades, requerimientos y recomendaciones de la sociedad a la que el ejército asiste.

En este tipo de misiones que el DIFAS pone especial acento, últimamente se ha originado una evolución más que acusada. Precisamente, es en el planeamiento e instrucción de los activos españoles, donde ha adquirido un protagonismo elemental la capacitación para encarar los conflictos armados procedentes de la defensa de los intereses meramente nacionales, en los que España actúa autónomamente o con el aval de sus socios.

No obstante, la visión en nuestros días es muy diferente a la que se tenía a finales del siglo XX, cuando España se inició en estas misiones con su participación, porque de un ejército centralizado en la defensa terrestre, se ha caminado a otro que, sin renunciar para nada a las misiones de protección en los aspectos de la soberanía, como la seguridad de las fronteras territoriales y de la zona marítima y aérea, de igual forma, está en alerta permanente ante los riesgos derivados del exterior.

Las obligaciones y deberes de España con la actividad conjunta y su pertenencia a las organizaciones de seguridad, determinan en gran medida su política de defensa.

Pero, simultáneamente a sus peculiaridades, este país aglutina unos componentes precisos en un contexto específico como la cultura, los intereses estratégicos y los valores reunidos en la Carta Magna.

En estos dos marcos aquí definidos, distíngase el multilateral y el doméstico, el Reino de España debe actuar con maestría en la hoja de ruta que le atañe a sus principios como nación.

De esta forma, en una humanidad como la de ahora, insegura e inestable, la credibilidad de las políticas nacionales está indeterminadamente coligadas a la capacidad efectiva de las Fuerzas Armadas. Siendo posible afirmar que los Ejércitos y la defensa nacional, continúan siendo las piezas esenciales para que España pueda involucrarse activamente en las cuestiones internacionales.

Este principio de intervención de las Fuerzas Armadas está recogido en las leyes e instrumentos doctrinales, pero, lo que es más trascendental, ha sido verificado en la práctica a través de una evolución decidida en sus metas, formas de acción, capacidades y operaciones en el exterior, porque esta milicia que en estos días nos ofrecen lo mejor de sí mismas con la celebración del DIFAS, es parte integrante de esta sociedad por la que vela sin descanso, teniendo muy claro que como Institución, sienten el deber apremiante de ser los constructores de la paz y el baluarte de la seguridad, por el bien de todos.

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