Hoy, como primer domingo de mayo, la mayoría de las mujeres que han optado por la maternidad amanecerán entre un mar de halagos y regalos. Es Día de la Madre, el día en el que se homenajea y da gracias a esa fémina que desde el comienzo de nuestra vida emerge como un pilar fundamental de la misma, como un referente y apoyo incondicional. La frase más resonada entre ellas es que afrontar esta aventura ha sido el proyecto más emocionante e importante de su vida, pero a la vez se abre un debate social sobre ese eterno rol que se le ha asignado a la mujer, y no al hombre, sobre la maternidad como fin último en su vida.
Ser madre es una decisión libre, responsable y consciente. Un derecho del que cualquier mujer que así lo desee puede disfrutar. En soledad o en pareja, sin que nadie tenga lo más mínimo que reprochar. Cuando y como quiera. ¿Pero lo es igualmente no ser madre, renunciar voluntariamente a serlo?¿O es realmente un deber, una exigencia cultural tener hijos? Pero si una mujer es ‘solo’ madre ¿no censura la sociedad que deje de lado su realización profesional, incluso personal? Raquel, Mª Ángeles, Macarena e Isabella debaten sobre ello. Cuatro mujeres muy diferentes que aportan cuatro visiones sobre la mujer como madre en el siglo XXI.
“La sociedad te cuestiona constantemente, la presión ha estado y sigue estando ahí”
Pese a su disparidad coinciden en una de las cuestiones más relevantes y candentes: “Como mujeres la presión ha formado y forma parte de nuestro rol y, por desgracia, sigue estando ahí”, afirma Raquel. Todas y cada una de ellas confiesan haberse sentido presionadas por la sociedad en algún momento. “Cuando estás soltera te preguntan sobre la boda, en el momento en que te casas llega la presión sobre cuándo tendrás hijos pero, sin embargo, son cuestiones que solo soportamos las mujeres”, manifiesta Macarena. Esa sociedad que tanto cuestiona, comentan estas cuatro mujeres, tampoco suele digerir bien las opiniones de las antinatalistas y las experiencias de las que en alguna ocasión han sido atacadas con el calificativo de “malas madres” o “egoístas”. Es el caso de Isabella que confiesa que no han sido pocas las veces en las que se ha repetido la eterna pregunta del “¿y por qué no eres madre, qué es lo que pasa?”.
“Muchos padres deciden serlo a toda costa sin renunciar a su ritmo de vida anterior”
Pese a que esa presión continúa, la incorporación de la mujer al mundo laboral y “el querer llevar un nivel de vida medio-alto” son factores que están posicionando la tasa de natalidad de España entre las más bajas del mundo, opina Macarena. Sin embargo, apunta Isabella que “muchos padres lo hacen con total inconsciencia”. Para ella las parejas actuales “deciden serlo a toda costa sin renunciar a su ritmo de vida anterior” convirtiendo a los abuelos en los nuevos padres. “No creo que sea así, conozco padres muy entregados”, opina Macarena. Por su parte Raquel y Mª Ángeles creen que existe una falta de información y, la mayoría, “o no sabe o no se plantea lo que supone tener un hijo”.
En directa relación a esos bajos índices de natalidad se encuentran otras estadísticas más elevadas: las del número de abortos. Es el instante en el que la tertulia alcanza uno de los momentos de mayor confrontación de posturas: Macarena y Mª Ángeles muestran su “absoluto desacuerdo” con la práctica de esta técnica. Mientras que Raquel se muestra más plausible. La más joven del grupo opina que “la mujer es dueña de su cuerpo y goza legalmente de total libertad para poder hacer con él lo que desee”. El comentario es inmediatamente rebatido por Macarena. “La mujer es dueña de su cuerpo, pero no de la vida que lleva dentro y a la que va a poner fin”, apostilla. “Además, más allá de eso, creo que puedes decidir si es un hecho bueno o malo, pues estos conceptos no son subjetivos, y matar a una persona socialmente se entiende como algo malo”, sentencia. Entre palabras pisadas y una evidente discrepancia, Raquel le rebate argumentando que “por el simple hecho que haya aumentado el número de abortos pensamos que se toma a la ligera, pero en mi opinión cada mujer tiene sus motivos y es un asunto que queda dentro de la ética de cada persona”.
“Con la gestación subrogada se vuelve a utilizar el cuerpo de la mujer como un recipiente”
Un mayor acercamiento de posturas se produce cuando surge un asunto que durante las últimas semanas ha ocupado la agenda política: la gestación subrogada. “Puede parecer un acto de generosidad, pero creo que es muy peligroso porque lleva al mercadeo de la mujer y, por tanto, a que se genere un negocio en torno al mismo e, incluso, a que se produzca una situación similar a la de la trata de blancas”, estima Macarena. “Nuevamente se vuelve a utilizar el cuerpo de la mujer como un recipiente”, opina Raquel. Sin embargo, Mª Ángeles, como madre adoptiva empatiza con el tema y lo relaciona con las madres que dan a sus hijos en adopción. “Me parece similar, es una mujer que cuando nace el niño lo termina entregando a otra”, manifiesta. “Pero la adopción es un acto más generoso, le estas ofreciendo una vida mejor a ese niño”, añade Macarena. “Quizá hay padres que eligen esta opción porque desean tener algo suyo, de sus genes”, piensa Mª Ángeles.
El diálogo entre las cuatro féminas avanza, puntos en común, discrepancias, pero también muchas situaciones de complicidad. De la situación que han experimentado por su condición de mujer a lo largo de su vida, a las nuevas opciones para llegar a ser madre o, en caso contrario, no serlo, el diálogo desemboca en los nuevos modelos de educación. Acaparando noticias e incluso opiniones de expertos de la justicia, como el conocido juez de menores, Emilio Calatayud, se encuentra el debate que cuestiona la educación del ‘cachete’. “Estamos aquí cuatro mujeres y creo que todas hemos recibido en alguna ocasión un ‘cachete’ y no por ello estamos traumatizadas”, considera Isabella. “Se le está dando demasiada importancia”, opina.
En la misma línea se muestran Mª Ángeles y Macarena. “No es una situación que se produzca a diario, pero a veces te desesperan, y un ‘cachete’ en el culo no es maltrato”, dice la primera. Raquel, sin embargo, se muestra contraria a esta práctica tradicional. Explica que ella decidió elegir otro camino para educar a sus hijos. “Busqué si existían otros métodos, otras herramientas”, señala. “Aposté por la empatía y el diálogo, es más difícil y requiere más dedicación, pero a la larga a mí me funciona”, manifiesta.
En el marco la educación la reunión alcanza su final. Coinciden en que juega un papel fundamental inculcar desde niños “esa cultura de la igualdad”, y se establece como una herramienta esencial para evitar encasillar a la mujer en el rol que la ha perseguido a lo largo de los siglos. “Desde que nacen te están etiquetando, rosa para la niña y azul para el niño, la cocina para la niña y el coche para el niño, es necesario que les demos libertad de elección”, sentencia Raquel.
Sin duda los tiempos cambian, nuevas madres, nuevos modelos de enseñanza, “más libertad de elección que antes”, y muchas y diversas opiniones al respecto. Pero si algo todavía no ha sufrido ningún cambio es el hecho de ser madre. Esa mujer a la que idolatramos a lo largo de nuestra vida, esa heroína invencible que siempre está ahí y que no se merece un día, sino 365. ¡Felicidades mamás!
Madre de una niña desde hace 15 años, esta mujer trabajadora, profesora de Educación Secundaria, se dedicó plenamente a su vástaga durante los primeros años de su vida. Para ella la maternidad es el hecho “que más feliz me ha hecho en mi vida”. Se muestra fiel y acérrima defensora del movimiento conocido como ‘pro-vida’, participando en las diferentes concentraciones convocadas en la ciudad, y así lo expresa durante la tertulia en el momento en que surge la cuestión del aborto. Mostrando a sus compañeras imágenes del bebé en las semanas 15 y 22 de gestación, las máximas permitidas por ley para someterse a esta práctica, manifiesta que “no somos nadie para decidir quitar la vida al embrión que se encuentra en el vientre materno”.
La madre más joven del grupo, de 39 años, tiene dos hijos de 3 y 5 años por los que renunció a su carrera profesional porque para ella la maternidad “es el proyecto más importante de mi vida”. Gracias a ello se ha involucrado en las nuevas corrientes que rodean a la misma, es asesora de lactancia en el grupo ‘LactaCeuta’ y personifica a los nuevos métodos de educación que huyen de la cultura del ‘cachete’ y apuestan por otras herramientas, en su opinión, más fructíferas. “He decidido educar a mis hijos en el método conocido como la crianza con apego”, explica. Este modelo busca entender las necesidades biológicas y psicológicas de los hijos y evitar expectativas poco realistas en el comportamiento del niño. De esta manera, los padres pueden intentar evitar la frustración que ocurre cuando esperan cosas que sus hijos aún no pueden hacer.
Esta mujer de 53 años encabeza un movimiento que cada vez congrega a más adeptas: el de esas mujeres que se enfrentan al condicionamiento social y deciden no ser madres. Bien porque no sienten esa ‘llamada’, por la situación que atraviesan en ese momento de su vida, o por otros tantos motivos. En su caso explica que “por filosofía de vida decidí no ser madre, he optado por ser una mujer que se dedica a trabajar, a los demás y soy una muy buena tita”, manifiesta. Sin embargo esa elección tan personal y libre ha sido cuestionada en alguna que otra ocasión por parte de la sociedad que no llegaba a comprender cómo una mujer renunciaba a la maternidad.
Esta madre de familia numerosa que se ha dedicado plenamente a la crianza de sus hijos tiene una palabra para definir a la maternidad: “felicidad”. Asegura que siempre quiso ser madre y, que desde muy joven sintió la necesidad de adoptar, por ello cuando sus tres hijos ya habían crecido decidió embarcarse en una nueva aventura maternal que la cambiaría, y que la llevó a completar la familia con un cuarto vástago. “Son unas emociones muy fuertes las que sientes cuando vas a por un hijo adoptivo”. Para Mª Ángeles ha sido una experiencia “enriquecedora”, asegura que el afrontar esta nueva crianza en la madurez le ha hecho disfrutarla “aún más”, aunque en su casa no hay distinción. “Todos son mis hijos y los quiero por igual, biológicos o no”.
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