El Estado de Alarma decretado hace más de dos meses por la pandemia del coronavirus ha provocado un cambio radical en la vida de todos los ciudadanos y trabajadores. Por ejemplo para José Flores. Desde el 14 de marzo realiza su trabajo de manera nueva para él y sus compañeros: antes limpiaba las calles y ahora se dedica a desinfectar todos los rincones de Ceuta.
José Flores, peón en Trace, cuenta que están trabajando en las “desinfecciones de pavimentos, portales de zonas de tránsito… zonas susceptibles que las personas puedan tocar las desinfectamos diariamente”. Así comenzaron en marzo, nada más decretarse el Estado de alarma, su trabajo habitual cambio “radicalmente”. Pasó de hacer labores de “limpieza y barrer las calles a desinfectar juntos a tres compañeros más”.
Los repartidores tampoco han dejado de trabajar en todo el Estado de Alarma, aunque Adrián Mesa confiesa que su trabajo no ha variado demasiado: “Recojo tartas y las entrego en las casas, ahora hay más trabajo porque entregamos más pasteles a domicilio porque la gente todavía no sale demasiado de las casas”. Se encarga de llevar y entregar a los clientes de La Campana los dulces que encargan, cuenta que ha aumentado el número de pasteles a domicilio porque “antes los pasteles no se llevaban a casa, pero ahora por el confinamiento sí”.
Los hornos de la pastelería La Campana no se han cerrado en ningún momento. Su prioridad son sus clientes y “el miedo a la reapertura. Cómo podría sentar nuestro cierre temporal a los clientes. No podemos, así que no hemos parado”, por el Estado de Alarma.
Los lugares de culto religioso están poniéndose a punto para poder recibir a sus creyentes. Uno de ellos es la Iglesia de San Francisco, en la Plaza de los Reyes, donde la empresa Limpiezas Ceuta se está encargando de de desinfectar el espacio. María Granja, empleada, cuenta que no ha parado de trabajar, aunque sí que han variado sus equipos de protección: “la verdad es que yo no he notado el confinamiento porque realmente estoy trabajando todos los días. En el tema de protección sí. Al principio con la mascarilla me ahogaba y no sabía trabajar, ahora ya me he acostumbrado y bien”. Granja admite que no es complicado guardar las distancias de seguridad porque ella suele “limpiar sola”, aunque hoy estaban tres compañeras. “No estamos juntas”, se reparten las zonas y no coinciden. Trabajan manteniendo grandes distancias entre ellas.
Las obras continúan a buen ritmo. Los trabajadores cuentan cómo es su día a día, si mantienen la distancia de seguridad y, a los musulmanes, cómo les influye el Ramadán en su trabajo diario. Alae Enfedal, peón de Africana Contratas y Construcciones, cuenta que tiene “un horario más duro por el confinamiento porque no descansamos ni para desayunar. Ahora con el Ramadán también se me está haciendo más duro, pero lo aguanto bien”. Las dificultades, según él, vienen por las normas de “distanciamiento físico respecto a mis compañeros, tengo menos contacto con ellos entonces se hace más complicado el trabajo en sí”.
Después de dos meses de confinamiento, la situación de la pandemia provocada por el coronavirus sigue estabilizándose y los trabajadores a pie de cañón para restaurar la normalidad.
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