¿Qué va a pasar con los inmigrantes subsaharianos que entraron a finales de agosto por el paso de Beliones a Ceuta? Es la pregunta del millón y la pregunta que más respuestas arriesgadas ha tenido hasta la fecha. Después de que hayan terminado todas las entrevistas a los inmigrantes que pidieron asilo en el
CETI, los letrados que los asistieron están estudiando los recursos ante el rechazo masivo a la admisión a trámite de la casi totalidad de las peticiones. El Ministerio de Interior ha optado por callar. Quizá porque este asunto ha pasado a constituir un dilema político y en plena convocatoria de elecciones nadie en las altas esferas de la cúpula dominada por Fernando Grande-Marlaska se atreve a dar un paso en uno u otro sentido. Tampoco ha sido muy clara la delegada del Gobierno, Salvadora Mateos, al ser preguntada por estos hechos. “Como sabéis entraron violentamente y todos lo que entren así no vemos que es la forma de querer quedarse en España. Estamos a la espera de que el Ministerio de Interior diga qué es lo que se va a hacer, esperando documentación”, ha recalcado la mandataria de la Plaza de los Reyes. La devolución de los inmigrantes, que van a cumplir en unos días un mes de estancia en el Centro del Jaral, está pendiente de que Marruecos diga que los admite. Algo que, curiosamente, no hizo con los últimos que cruzaron la valla de Melilla y cuyo carácter fue incluso más violento que el que se achaca a los que accedieron por el paso que separa Beliones de
Benzú. Es algo más que un detalle, es un dato de peso que apuntaría a la decisión final de no proceder a la entrega de ninguno de los subsaharianos que entraron en nuestra ciudad, a la carrera, causando destrozos en las instalaciones que tiene la Benemérita en Benzú lo que ha generado, como daño colateral, el veto a la entrada en Ceuta de la población transfronteriza que debe cruzar, ahora, por Tarajal.