Los hechos se produjeron a las 14.20 horas del pasado lunes y a 17 millas de Punta Almina cuando el SIVE detectó la existencia de un posible medio de transporte acuático no identificado y que por su rumbo y trayectoría parecía que pudiera estar realizando alguna acción ilícita. Hasta la zona se desplazó una embarcación oficial del Servicio Marítimo de la Comandancia, que comprobó la existencia de dos motos acuáticas. Al percatarse de la presencia de la patrulla, uno de los sujetos inició una maniobra de intento de fuga, que fue frustado por la actuación policial pudiendo detener al individuo, un joven de 23 años e identificado como A.M.M.
Los agentes de servicio le incautaron 118 kilos de droga en la moto, con un valor de 163.000 euros, mientras que el otro joven escapaba del lugar sin poder ser alcanzado por los agentes que presuponen que también portaba una cantidad de droga similar en su moto de agua.
El servicio practicado por la Benemérita pone al descubierto un modus operandi delictivo que se estila en tiempo estival y al que el Instituto Armado se enfrenta con todos sus medios. El tráfico de hachís a bordo de motos de agua no es nuevo y ya incluso el pasado verano la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) puso de manifiesto, en un informe publicado por este medio, el canal abierto por los narcotraficantes para desviar haschís a la península.
En dicho informe se contemplaba como se puede llegar a trasladar, como mínimo, 50 kilos de hachís en uno de estos pases, ocultando la droga en las mochilas que llevan los pilotos de las embarcaciones. De ahí a más cantidades, como la que portaba el detenido ayer por la Benemérita. AUGC considera que las cantidades pueden alcanzar los 200 kilos. Los pases en motos de agua se llevan a cabo en un periodo en el que la práctica de los deportes náuticos es habitual y resulta complicada la identificación de cada una de las motos que se atisba por la costa. Sólo las sospechosas terminan siendo identificadas correctamente, sucediéndose hallazgos como el ahora narrado. A modo de estrategia los pequeños pasadores de hachís realizan los pases ayudados por otras motos que tienen como labor jugar al despiste, escapando de las patrulleras aunque no porten droga alguna.
El pase de inmigrantes, en espera
Los pases de droga a bordo de motos de agua son tan comunes en verano como la introducción de inmigrantes. En este caso los encargados de llevarlos hasta la costa ceutí pueden llegar a trasladar hasta dos o tres clandestinos. Los abandonan en plena costa o en sus cercanías y se dan a la fugan introduciéndose, de nuevo, en aguas marroquíes. Las fuerzas de seguridad sospechan que este verano, al igual que los anteriores, las mafias organizadas intentarán explotar esta vía para pasar sin papeles a sabiendas del veto que sufre el perímetro fronterizo cuyo blindaje actual hace prácticamente imposible la entrada en la ciudad.