Todos los detalles sobre la batalla campal en el puerto de este lunes

La pasada madrugada fue una de las más complicadas que se recuerda en el puerto. No obstante se temía y sospechaba debido a la escalada de violencia y repunte de enfrentamientos entre dos grupos bien definidos de inmigrantes que se disputan el control del territorio del puerto. Son los de la zona norte: sobre todo de Tetuán y Castillejos, y los de la sur, muchos venidos de Casablanca. El resultado final de la auténtica batalla campal generada tiene cifras: 40 inmigrantes interceptados, de los que cuatro fueron detenidos bajo acusación de un delito de incendio (dos) y otro de atentado (la otra pareja).

En torno a las dos de la madrugada comenzaba el altercado y lo hacía cuando unos 70 inmigrantes, los del norte que habitualmente merodean por la explanada de Poniente, entraron a la carrera en la zona restringida después de que los residentes en las escolleras, los del sur, hubieran robado un teléfono móvil a uno de los suyos. El agente de la Policía Portuaria que estaba en el control se vio solo ante todas estas personas. Se adentraron hasta las escolleras y ahí empezaron los enfrentamientos a piedras, incluso lanzadas con hondas.

Los guardias civiles que estaban en el lugar y los agentes portuarios se vieron superados por toda esta masa, corriendo peligro su integridad física. Como también la de los trabajadores de las empresas allí ubicadas, como por ejemplo los de Atlas o EcoCeuta. Tuvieron que salir del lugar al verse rodeados por decenas de personas armadas con piedras, dejando como rastro algunos vehículos con las lunas rotas.

De inmediato se cerraron los accesos a la zona restringida impidiendo que los transportistas accedieran al lugar por seguridad y se dio por activado el protocolo movilizando a los GRS así como a los agentes disponibles de la Compañía. Hasta el lugar acudieron también patrullas de Policía Nacional por si era requerido su apoyo aunque los agentes no contaban ni siquiera con material de protección para hacerlo. Acudieron mandos de la Benemérita dando orden de que se desplegaran los GEAS y Servicio Marítimo por el mar, ante la posibilidad de que alguna persona cayera al mar. Por el aire se activó al helicóptero que hizo un sondeo iluminando toda la zona en torno a las cuatro de la madrugada.

Gritos, amenazas, lanzamiento de piedras... la noche se complicaba mientras la Benemérita perfilaba su plan de actuación en la zona. Se escuchaban insultos, impactos de piedras lanzadas contra las chapas metálicas que rodean la zona de las escolleras... Los del norte contra los del sur, adultos y menores, perfectamente organizados.

Los que estaban fuera de las cuevas abastecían de piedras a los que estaban subidos sobre el muro, que eran los que se encargaban de arrojarlas hacia la zona de las escolleras. Y desde las escolleras también arrojaban piedras. Todo esto aderezado con recuerdos mal sonantes hacia las madres de unos y de otros formulados en árabe. A las piedras les siguieron botellas de cristal, ladrillos y se usaban las manos o también hondas para arrojar con mayor fuerza. Esa era la situación cuando los GRS intervinieron. Y lo hicieron en coches y andando, al grito de ‘vamos’ y entrando en forma de cierre por distintos puntos: por la entrada a la zona restringida, pero también por los laterales para evitar la fuga de los participantes.

Y así fueron interceptando a hasta 40 personas, de entre ellas 18 menores de los que solo 3 eran de nuevo ingreso ya que el resto ya constaba como residente de ‘La Esperanza’ con anterioridad. Dos de los interceptados quedaron detenidos por quemar un contenedor de EcoCeuta. Fueron identificados plenamente así que se procedió a su arresto por un delito de incendio. Otros dos fueron detenidos por atentado contra las fuerzas de seguridad.

Se tuvo que requerir la presencia de los Bomberos para sofocar las llamas aunque ya la Policía Portuaria había evitado males mayores. Piedras en el suelo, restos de cristales, lunas de coches rotas y los inmigrantes, a pesar de que el número de agentes iba en aumento, seguían a lo suyo, arrojándose piedras, insultándose y generando momentos de tensión.

Fuera de la zona restringida esperaban los transportistas con camiones a los que se había impedido la entrada por salvaguardar su propia integridad. Allí permanecían también trabajadores de Atlas y EcoCeuta. Así durante al menos tres horas. El propio responsable de esta segunda empresa indicaba en declaraciones a este periódico que la situación de inseguridad va a provocar que los barcos no quieran venir. Advirtió además de que cualquier día puede suceder una auténtica desgracia debido a la existencia de conexiones de combustible que van hasta la zona de Benítez y de la Dúcar. Allí se hace fuego, se lanzan piedras y pueden producirse explosiones. Lo advierte y se deja constancia por escrito.

Durante toda la madrugada los agentes iban deteniendo a inmigrantes: subieron a las escolleras ayudados de escaleras y registraron todas las cuevas, pero también tuvieron que peinar la explanada para dar con los que intentaban fugarse. Una ‘lechera’ de la Benemérita iba haciendo viajes para trasladar a los detenidos hasta las dependencias de la Compañía Fiscal. Y así hasta pasadas las cinco de la madrugada cuando los GRS abandonaron el lugar y se retomó cierta tranquilidad. Por cierto que tres inmigrantes, en medio de todo el caos, fueron localizados colándose en uno de los barcos.

Durante toda la mañana se procedería al traslado, en distintos viajes, de los interceptados al objeto de que fueran filiados en las dependencias de la Jefatura Superior en el Paseo de Colón. Se registraron pudiendo comprobarse que había un elevado número de menores de edad. Las detenciones aleatorias son pan para hoy y hambre para mañana, puesto que el filtro en la frontera del Tarajal, que separa Ceuta de Marruecos, deja mucho que desear en cuanto a ser una garantía de una impermeabilización que termine con estos hechos. Todos se hacen la misma pregunta: ¿cuánto tardarán en volver? Esa es sin duda la clave.