No es que los problemas sean pocos en esta zona de Ceuta, pero sin duda uno de los que más preocupa a los vecinos es qué va a pasar con la antigua cárcel de Los Rosales, con esa gigantesca estructura que pasó de ser una prisión a convertirse en un nido de okupas y que cada día que pasa se vuelve un inconveniente mayor, recordando que la vieja penitenciaría quedó abandonada en noviembre de 2017, cuando se produjo el traslado de los últimos presos al nuevo centro de Mendizábal.
Farida Hamed Mohamed vive en una de las casas justo al frente de la prisión y cuenta que durante el día es poco lo que se escucha desde adentro, pero que en horas de la noche la historia cambia por completo. “Lo llevamos fatal porque por las noche no podemos dormir, nosotros tenemos el dormitorio hacia la calle y medianoche se escucha un escándalo, se escuchan gritos”. Aunque no logran ver nada debido a los altos muros, sí pueden imaginarse lo que adentro ocurren con todo lo que llegan a oír en la oscuridad.
Farida relata incluso que pareciera que en ocasiones estuvieran derribando las paredes y las ventanas a golpes. Algo que suele ocurrir cerca de la medianoche.
“Entre la quema de coches, entre la quema de la cárcel, la humareda negra, no podemos estar aquí, hace poco vinieron los bomberos y no podían entrar, cualquier día habrá una desgracia grande”, advierte la vecina.
Farida lamenta que hasta la fecha no se haya hecho nada al respecto. “No entiendo por qué no hacen algo que nos ayude aquí en el barrio, un centro cultural para que los niños aprendan o un centro de profesión, para que aprendan algo y no estén todo el día en la calle”.
Adultos y menores, chicos y chicas, muchos han encontrado en esta infraestructura un lugar donde dormir. Algo que ya habíamos contado el El Faro en el 2021, cundo contábamos que las celdas de lo que una vez fue una prisión, se habían convertido en improvisadas habitaciones, otras en inodoros. Esto mientras la basura acumulada y los restos de todo tipo se mezclaban con lo que queda todavía de la antigua prisión. Una situación que se mantiene igual.
A la denuncia de Farida se suma Alí Hamido Mohamed, presidente de Poblado Regulares, sufridores junto a Claudio Vázquez y Los Rosales de esta situación. “Una antigua prisión que no se utiliza para nada”, así se refiere al centro penitenciario que está fuera de funcionamiento.
“La mejor idea es que la prisión la utilicen como taller, es un lugar enorme del que se podría beneficiar una gran parte de Ceuta, de la juventud de Ceuta”, dice.
Alí cuenta que cuando ocurrió el abandono, en ese mismo momento comenzaron a hacer exigencias al respecto, sobre todo cuando comenzaron a darse cuenta de que situaciones extrañas ocurrían dentro. Han sido varios años en la misma lucha, pidiendo o que la derriben por completo o que se utilice para un fin provechoso, pero ninguna de las dos opciones se ha convertido en una realidad.
El presidente de Poblado Regulares recuerda que el primer compromiso fue de parte de la Delegación del Gobierno, que les manifestó “que no podían hacerse talleres en el lugar” y que la alternativa viable era el derribo de la estructura. “Luego se comentó que se iba a pasar la Policía Local, a los Bomberos, luego escuchamos que se iba a utilizar como Centro de Menores, es que se han comentado muchas cosas, se ha hablado mucho, pero al final no ha habido nada”.
El mayor problema es que mientras sigue transcurriendo el tiempo sin que haya una solución, los vecinos continúan afectados por lo que aseguran es “una actividad delictiva” que ha ido en aumento dentro de los muros de la antigua prisión de Los Rosales. “Eso es lo que estamos viendo y cuando pase una desgracia se pondrán las manos en la cabeza”.
Este vecino culpa de antemano a la Administración de cualquier cosa que pueda llegar a ocurrir. “Ya llevamos tiempo advirtiendo de lo que puede llegar a suceder”.
“Nos interesaría pedir una cita con cualquier responsable de la Ciudad para saber qué es lo que se va a hacer, porque ahora no sabemos nada y nos queremos informar sobre los proyectos que tiene la Ciudad”. Dice que no le importa lo que se haga, mientras se haga algo en beneficio de la comunidad y para acabar con “el foco de delincuencia que hay ahí”.
Y es que a finales del año pasado, la Ciudad informaba que quería convertir la antigua cárcel de Los Rosales en un albergue o centro de acogida para menores, pero en ese momento los vecinos reclamaban que este lugar fuera un polifuncional que diera vida a las barriadas cercanas.
Aunque toda la barriada sufre las consecuencias de estar cerca de este lugar, son unas ocho viviendas que tienen peor suerte y el mayor temor es por los niños. “Están todo el día metidos en casa porque no pueden salir a la calle, cuando vienen mi sobrinos, tenemos que estar con la puerta cerrada y vigilándolos”, dice Farida, a lo que Alí agrega que “de noche las mujeres caminan con miedo o se recogen temprano porque ven caras nuevas, gente que no conocen”.
Aunque a simple vista pareciera que no se puede ingresar a la prisión debido a los enormes muros y a los accesos cerrados, hay un pequeño boquete por donde ingresan y a través de ese pequeño espacio se puede ver una muestra de lo que pudiera haber adentro: montones de desperdicios dan la bienvenida a los desconocido. “Es horrible, no sé cómo ellos pueden vivir ahí”, comenta Alí.
“Ahora mismo en Poblado Regulares, Narváez Alonso, Claudio Vázquez están muy tranquilos y las personas están más unidas, la juventud está más tranquila, pero lo que no comparten es que venga gente de afuera y que nos manchen”, dice refiriéndose a quienes ingresan a la antigua cárcel a causar conflictos.
Abdel Latif Mohamed Alal, otro vecino de la zona, también está preocupado por lo que ocurre muros adentro, pero que termina afectado a los que viven alrededor. Cuenta que hace un mes aproximadamente, quienes pasan la noche dentro de la antigua prisión se pusieron a manipular un cableado eléctrico, dejando sin luz a muchas de las casas que están cerca. “Han quitado un cable, no sabemos qué han hecho y antes se colgaban del cable”. Adicionalmente, comenta que “hay fuego cada dos por tres”.
Ante todas estas quejas y una preocupante realidad que los afecta los vecinos de los alrededores de la antigua cárcel de Los Rosales solo piden dos cosas: o que la retiren o que la reformen.
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