Venimos observando con atención y cautela un cambio en el cuerpo burocrático estatal. En los dos últimos meses hemos recibido varios escritos del Ministerio de Medio Ambiente solicitándonos nuestra opinión respecto a algunos planes y proyectos impulsados por la administración central. No sabemos muy bien si estos movimientos indican que el cuerpo burocrático comienza a desperezarse o, por el contrario, hay que interpretarlo como los estertores finales de una anunciada muerte por inanición económica. Sea como sea, otra vez empiezan a circular por los despachos y por la prensa hermosos planos a colores que representan proyectos que, como siempre dicen, cambiaran la fisonomía de la ciudad y nos sacaran del profundo pozo en el que nos encontramos. De uno de estos proyectos, el de la reforma de la N-352, en el tramo Tarajal-Almadraba, daba cumplida información este mismo rotativo el pasado domingo, día 10 de marzo.
Preguntados por nuestra opinión respecto a este proyecto de la N-352, quisimos dar una respuesta que fuera un poco de más allá de lo inmediato y alejada del discurso mayoritario. A priori, pocas objeciones caben a un proyecto que pretende mejorar la puerta de entrada a Ceuta desde la frontera marroquí. En términos económicos, todo parecen ventajas. Sin embargo, si pensamos en términos de propósitos humanos y no económicos, invertir 16 millones de euros en una carretera con todos los problemas sociales y ambientales que padece esta ciudad merecería al menos una reflexión. Decía el maestro Mumford que la sociedad actual está fundada en la religión del automóvil, “y los sacrificios que la gente está dispuesta a hacer en aras de esta religión, están fuera del reino de la crítica racional”.
Si echáramos cuenta del dinero que dedicamos a facilitar el tránsito de vehículos en nuestra ciudad igual tomaríamos conciencia de lo irracional de este absurdo culto al automóvil. Incluso desde la óptica pragmática, es decir, centrando la cuestión en la efectividad de la reforma de la carretera N-352 para mejorar la circulación, caben ciertas objeciones a este proyecto. Nosotros no creemos que vaya a contribuir a solucionar los habituales problemas de embotellamiento en la carretera de acceso al paso fronterizo del Tarajal. Todo lo contrario, tal y como demostró Colin Buchanan, las nuevas infraestructuras generan más tráfico del que son capaces de absorber. Según pudo demostrar este reputado experto en movilidad urbana, las nuevas carreteras o su ampliación, como el caso que nos ocupa, sirven de atracción a más vehículos, con lo que estas vías quedan enseguida colapsadas a unos niveles superiores al punto de partida.
Debemos plantearnos además la siguiente cuestión: ¿Alguien que no esté cegado por el dinero que pueden traer los marroquíes ricos se ha detenido a calcular la capacidad de carga de la ciudad para soportar más vehículos por sus calles?. Con la puesta en marcha de esta reforma en la N-352, vamos a facilitar que entren el doble de vehículos a la ciudad en el mismo tiempo. ¿Cuáles serán las consecuencias? Desde nuestro punto de vista, el colapso. Ceuta, debido a su alta densidad de población y abultado parque automovilístico, ha sobrepasado su capacidad para absorber tráfico motorizado, por causa de su estructura urbana, su carácter y su edificación. Si facilitamos de manera incontrolada y sin previsión el acceso de más vehículos al centro urbano y comercial las consecuencias pueden ser catastróficas.
En otro orden de cosas, en este proyecto de reforma de la carretera del Tarajal puede observarse una de las principales patologías del poder: el gigantismo. No se conforman con reparar el fruto de la desidia urbanística de este espacio, sino que se proponen una obra de magnitudes gigantescas: cuatro carriles, pasos elevados, rotondas, etc… Nos podemos imaginar la excitación de los arquitectos e ingenieros que han redactado este proyecto dibujando sobre el papel toda esta pléyade de costosas infraestucturas. ¡Qué importa el dinero! ¡Qué más da transformar el perímetro costero! El papel lo aguanta todo y los políticos encantados de presentar un proyecto de proporciones titánicas para dejar boquiabiertos a los ingenuos ciudadanos. ¿Duro? Creemos que nos quedamos cortos. El desarrollismo es el mal de nuestro tiempo y nosotros somos cómplices necesarios.
Es evidente que la zona de la Almadraba presenta un aspecto lamentable. Pero, ¿Cuáles han sido los motivos que ha llevado a esta situación? Pues la desidia, la dejadez, la incompetencia de unas administraciones que han permitido la degradación de una de las zonas más bella de Ceuta. Ahora toca gastarse un dineral en expropiaciones e indemnizaciones a gente que, en algunos casos, han ocupado como les ha dado la gana esta franja del litoral. Unos hechos que han sucedido a los ojos de todos. No nos dirán que no pasan por allí fuerzas de seguridad del estado y políticos para darse cuenta de las barbaridades urbanísticas que han sucedido en este lugar.
Pasemos a tratar, aunque sea de manera breve, otro de los proyectos que nos ha remitido el Ministerio de Medio Ambiente para que nos pronunciemos sobre la necesidad de acometer una evaluación ambiental completa. Nos referimos al anunciado proyecto del sendero marítimo entre San Amaro y Santa Catalina. ¿Quieren saber cual fue nuestra primera impresión al leerlo? Que se trataba de un auténtico despropósito. Un genuino lavado de cara y una pérdida de tiempo y dinero. ¿Se acuerdan cuando las máximas autoridades del gobierno central y local de nuestra ciudad, a la par y cogidas de la mano, nos dijeron que iban a acometer una restauración ambiental y patrimonial integral de este tramo del litoral? Pues no. Todo lo más que van a hacer es colocar una pasarelita por aquí, un pavimento por allá, otra escollerita un poco más adelante. Y no piensan tocar todos los restos de murallas, torres y otras fortificaciones, declaradas Bienes de Interés Cultural, que llevan años cayéndose a trozos. Algunas torres se están deshaciendo como si fueran terrones de azucarillos y así se van a quedar. Bueno le van a poner un pavimento por encima para que se note menos.
Casi todos estos lienzos de murallas y fortificaciones que bordean el perímetro costero entre San Amaro y Santa Catalina están tapados por taludes de tierra y residuos que se fueron acumulando en esta zona durante los más de cincuenta años que estuvo abierto el vertedero de Santa Catalina. Muchas motovespas y camiones vertían los residuos junto a la muralla para ahorrar tiempo y dinero, en vez de depositarlos en el vertedero. De esta manera muchos sectores de la muralla quedaron ocultos. ¿Y qué van a hacer con estos taludes?¿Limpiarlos? No, los van a utilizar como soporte para unas bonitas y elegantes pasarelas para que la gente pueda pasear junto al mar.
No sabemos cuál será el coste económico de esta obra, pero por mucho o poco dinero que se haya presupuestado, debería ser dedicado a la restauración del patrimonio cultural y natural marino de esta zona, cuyos arrecifes costeros están plagados de manchas antiguas de fuel. De igual modo debería atenderse la eliminación de los vertidos de aguas fecales en esta zona del litoral, asociados a edificaciones que claramente vulneran la ley de costa, cuya eliminación tendría que figurar como un objetivo prioritario de las administraciones competentes. Una vez que se atienda lo urgente y lo prioritario, será el momento de emprender un proyecto de adecuación de un sendero. Pero claro, queda mucho más bonito y luce más hacer un sendero para mayor gloria de nuestros representantes políticos que poco antes de las elecciones podrán cortar la cinta inaugural de un recorrido peatonal junto a unas murallas que se están literalmente desmoronando.
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