No se le ha podido identificar. Su cuerpo ha sido enterrado este viernes en la tumba 4998 del cementerio de Sidi Embarek, en Ceuta. Aquí termina la historia desconocida del joven cuyo cadáver fue localizado por la Guardia Civil y Marsave a unos 800 metros de la playa del Chorrillo.
Vestía un traje de neopreno azul oscuro con franjas en tonos grises. Se estima que podría tener unos 25 años y que habría muerto hace un mes más o menos, prácticamente coincidiendo con las nieblas que dejaron cuantiosos desaparecidos en el cruce del espigón.
La imposible identificación debido al estado del cuerpo ha estado marcada por otra traba: no llevaba ninguna documentación, ni tampoco portaba algún elemento que pudiera haber servido para orientar su búsqueda. En el examen forense no se han hallado rasgos significativos que aportaran alguna pista.
Es sin duda el mayor de los fracasos, no tener una sola línea de investigación para conocer quién era el fallecido y poder así cerrar el ciclo del duelo de unos padres carentes de noticias.
Entierro en Sidi Embarek
La Funeraria Al-Qdar ha procedido al traslado del cuerpo hasta el cementerio, en donde se le ha rezado y enterrado pasada la una de la tarde. Allí, como siempre, han estado los trabajadores de este recinto mortuorio para sumarse a la despedida de esta persona sin identificar que se lleva la historia vital que le empujó a bordear el espigón.
En Sidi Embarek están enterrados muchos jóvenes fallecidos en la que, sin duda, es la ruta más peligrosa. Solo en algunos casos es posible saber quiénes eran, en otros se juntan todos los problemas para frenar algo tan sencillo y necesario como saber quién murió en nuestras aguas.
Los dramas no vienen solo por parte de los que mueren, también de los que desaparecen. Son muchos, sobre todo menores. Sus familias saben que se echaron al mar, pero pierden todo tipo de comunicación. La ausencia de noticias es lo peor.