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El desorden como constante en la historia de Ceuta

Ceuta es un lugar dotado de unas extraordinarias y privilegiadas condiciones naturales al estar situada en un cruce de caminos entre dos mares y dos continentes. El “estrechamiento” del brazo de mar que envuelve a Ceuta favorece la concentración de un sinfín de especies marinas y el incesante paso migratorio de todo tipo de aves. Algunas de estas especies marinas fueron capturadas desde la prehistoria hasta hace pocas décadas, cobrando una significativa importancia en época romana. Este incremento en la extracción de recursos pesqueros sin duda tuvo una significativa importancia en época romana, hecho que todavía no se ha evaluado ni estudiado en profundidad.

El paisaje de dunas móviles sobre el que se asentó el complejo industrial salazonero del periodo romano se modificó tras el cerramiento del perímetro de las factorías de salazones. No obstante, este establecimiento estuvo limitado al istmo, por lo que las zonas de la Almina, el Hacho y el Campo Exterior debemos suponer que no sufrieron graves modificaciones hasta momentos históricos avanzados. El primer espacio de expansión de la ciudad fue la Almina. Su urbanización, según conocemos gracias a recientes hallazgos arqueológicos, se remota al periodo califal (siglo X d.C.). Comenzó así una ocupación gradual de la Almina y de la cúspide del Monte Hacho que se completaría a comienzos del siglo XV. Justo en estos años se produce la toma portuguesa de Ceuta lo que supuso el abandono de la Almina. Esta zona de Ceuta no volvería a ocuparse de manera intensa hasta finales del siglo XVII, momento en el que el inicio del cerco de Muley Ismail obliga al reasentamiento de la población en la Almina para quedar a salvo de la artillería enemiga. Esta operación de traslado de la población del istmo a la Almina se hizo de forma apresurada sin que diera tiempo a una mínima planificación urbanística.

El fin del sitio de Muley Ismail logrado por las tropas comandadas por el marqués de Lede favoreció la expansión urbana de Ceuta. La imagen de la Almina se completó dibujando una pintoresca estampa de casas bajas con sus verdes huertos y sus fachadas blanqueadas. Como si el tiempo se hubiera detenido, esta imagen de la ciudad permaneció apenas modificada durante mucho tiempo. El despertar de un sueño que parecía eterno se produjo de forma súbita tras la decisión de anular la condición de penal de Ceuta y el inicio del Protectorado Español en Marruecos. Ambos hechos históricos atrajeron a miles de personas a Ceuta. La ciudad se vio desbordada y por todos los rincones de Ceuta surgieron chabolas y barracas. La única solución era expandir el espacio urbano hacia el denominado Campo Exterior, una intención a la que se opuso durante bastante tiempo el Ministerio de Defensa. Una vez vencida la resistencia del estamento castrense se construyeron, de prisa y corriendo, muchas barriadas con edificaciones de baja calidad y sin los imprescindibles equipamientos sanitarios, educativos, comerciales, espacios verdes e infraestructuras básicas, como una adecuada red de distribución de agua y saneamiento.

"La aceleración indefinida del negocio inmobiliario es una prioridad del PGOU sin pensar que los ingredientes naturales y culturales son fundamentales para una vida humana plena y rica"

El impacto medioambiental provocado por una población en vertiginoso crecimiento se hizo cada vez más patente. La falta de planificación urbanística y ambiental se manifestó de manera ostensible en décadas de vertidos de aguas fecales por todo el litoral y en la formación de una montaña artificial de basura sobre los isleos de Santa Catalina. Ambos hechos constituyen un ejemplo palmario de la falta de sensibilidad ambiental de nuestras autoridades que con el paso de los años se ha vuelto endémica. Los tímidos avances que se han realizado en las políticas ambientales se los debemos a la presión ejercida por las autoridades comunitarias para que los países miembros actualizaran sus instrumentos protección y gestión de los recursos naturales. De esta forma, a comienzos del siglo XXI se aprobaron los espacios protegidos de Calamocarro y Benzú, de los acantilados del Monte Hacho y el LIC Marino que bordea al mencionado promontorio. La prueba del poco entusiasmo que despertó esta decisión obligada por la UE tomada por nuestras autoridades locales es que ha pasado casi un cuarto de siglo y todavía no han aprobado las perceptivos Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de los espacios naturales ceutíes integrados en la Red Natura 2000. Ni siquiera el anuncio de sanciones contra España por este incumplimiento parece inquietar a los responsables medioambientales de la Ciudad Autónoma de Ceuta.

El desorden se hace extensivo a todos los aspectos de la gestión ambiental y la planificación urbana. En toda la historia reciente de Ceuta sólo hemos contado con un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que este año ha cumplido treinta años. Dicen que la aprobación definitiva esta próxima. Ya veremos. En cualquier caso, El futuro PGOU es un proyecto claramente desarrollista y depredador del escaso y valioso lugar de Ceuta. Parte de la superstición del crecimiento urbano es signo de progreso. De esta forma, el territorio es considerado de manera exclusiva como la materia prima para el beneficio económico y la especulación urbanística. Esta miope visión no es capaz de percibir los valores naturales, paisajísticos, históricos e identitarios de nuestra ciudad.

La importancia patrimonial de los paisajes de Ceuta es especialmente apreciable en espacios como el Monte Hacho. Sobre este lugar acechan desde hace tiempo los especuladores urbanísticos a los que este gobierno, mediante el PGOU, pretende entregarles una sustanciosa superficie para cubrirla de cemento y hormigón. Los argumentos legales para la conservación íntegra del Monte Hacho son de mucho peso, aunque no parecen ser suficientes para inclinar la balanza hacia el lado de la preservación del Hacho. Los intereses de unos pocos pesan mucho más para este gobierno que el derecho de la ciudadanía del presente y del futuro de Ceuta de disfrutar de un paraje natural y cultural de enorme importancia patrimonial.

La aceleración indefinida del negocio inmobiliario es una prioridad del PGOU sin pensar que los ingredientes naturales y culturales son fundamentales para una vida humana plena y rica. La consecuencia de la voracidad insistente del territorio ha sido la deformación de la bella faz de Ceuta. Ha llegado el momento de revertir los errores cometidos hasta la fecha respecto al territorio ceutí y comenzar la reparación del ciego ataque cometido contra el contorno paisajístico y biológico de Ceuta. No podemos seguir comiéndole terreno al Monte Hacho ni ocupando los arroyos tan necesarios para hacer frente a las consecuencias del cambio climático, como también incluye el PGOU. Es hora de invertir los términos y hacer que la naturaleza ocupe la ciudad, en vez de la ciudad a la naturaleza. Estamos haciendo de Ceuta un lugar inhóspito y desalmado, pues, precisamente, su alma ha sido expulsada de sus entrañas.

Tenemos por delante el gran reto de revertir el desorden ambiental actual mediante una adecuada planificación y una eficaz gestión. No confío mucho en que este cambio de rumbo vaya a adoptarse por nuestras autoridades locales. A pesar de haberse presentado una oportunidad única para hacerlo con los fondos europeos del programa Next Generation, prefieren apostar todo, nunca mejor dicho, en el sector del juego y en intentar satisfacer el insaciable apetito de dinero y poder de los amigos del ladrillo.

Así prefieren malgastar una enorme cantidad de dinero público en construir un nuevo hotel y en ampliar el puerto deportivo. Nuestros espacios naturales no merecen para nuestras autoridades ningún tipo de atención y seguirán abandonados a su suerte. Las huellas de los incendios forestales de los últimos años son claramente reconocibles y no piensan dedicar los suficientes fondos a su restauración ambiental y a la reforestación de nuestros montes. Tampoco les interesa restaurar el borde litoral plagado de vertederos incontrolados y de restos de fortificaciones a punto de derrumbarse u ocupadas de manera ilegal.

El plan integrado de gestión de residuos permanece en un cajón, junto a la Agenda 21 Local de Ceuta y su plan director, acompañados de los borradores del Plan de Ordenación de espacios LIC o ZEPA, los planes especiales de protección de los conjuntos históricos de Ceuta o el plan director de saneamiento. Nuestras autoridades se han adaptado al desorden y lo utilizan como una cortina de humo para que no se note todo el estropicio que están favoreciendo con su actitud negligente en un lugar sagrado y mágico.

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