Opinión

Deserción de la caballería Regular en Zeluán, como consecuencia del Desastre de Annual

E n el oriente del Protectorado Español en Marruecos, Comandancia de Melilla, se había perdido el 21 de julio de 1921 la posición avanzada de Igueriben, que estaba cercada por los rifeños bajo el mando del rebelde Abdelkrim. Desde las primeras horas del día siguiente, el cercano campamento de Annual posición principal española en el norte de Marruecos empezó a ser hostilizado, reinando en él la mayor incertidumbre. Revelando el estado de ánimo de las fuerzas españolas y la indecisión de las mismas por las órdenes rápidas que se sucedían, muchas de ellas contradictorias y todas con el carácter de urgencia.
El general Silvestre al mando de la Comandancia de Melilla acuerda en un principio la retirada de Annual, recogiendo antes las posiciones españolas que sean posibles, más tarde el general cambia de opinión y decide permanecer en el mismo, estableciendo el servicio de protección de la aguada y del camino de Izummar con algún refuerzo más que el acostumbrado, el primero por tres compañías de Policía indígena y las harcas auxiliares y algunas unidades peninsulares, y, el segundo, por soldados Regulares.
Avanzado el día, se dispuso por el general Silvestre ocupar también por Regulares las alturas que dominan el camino viejo de Annual. Estas tropas, con las antedichas de Policía, establecidas en las lomas del otro lado del barranco de la aguada, venían a constituir una línea sensiblemente paralela a la dirección del camino de Izummar salida natural a Melilla, el cual en sus tres primeros kilómetros se desarrollaba por terreno ligeramente ondulado, hasta las faldas de los montes de Beni Ulixex, en que a media ladera y haciendo lazos, ascendía a la posición de Izummar.
Al fin se ordena la retirada primero a Ben Tieb, pero ya es demasiado tarde y se produce la gran desbandada de las fuerzas españolas. Los efectivos indígenas desplegados, que debían cubrir los flancos del camino y ascendían a media ladera, se separan en exceso de la columna. Los Policías chaquetean y disparan contra sus compañeros. Los Regulares bajo el mando del comandante de infantería Llamas aguantan el tirón, solo se producen algunas deserciones, llegando al campamento de Dar Drius junto con la caballería del regimiento Alcántara a las 17.00 horas.
Por precaución del mando, a resultas de su dudoso comportamiento durante la retirada, todos los elementos indígenas fueron separados de la columna principal por órdenes del teniente coronel Álvarez del Corral, quedándose la Policía en Dar Drius y los Regulares yendo a pernoctar a la posición de Vestia. Estas últimas fuerzas, el Tabor de Regulares de Melilla, en la mañana siguiente el sábado 23, adelantan su salida por orden terminante del general Navarro, jefe de las fuerzas españolas, una vez desaparecido el general Silvestre durante la retirada, en su desconfianza de los soldados regulares, marchando la infantería en el primer tren a la ciudad de Nador cercana a Melilla y llegando a las 13.15 horas, donde es recogido el armamento, y la caballería destacada a la alcazaba de Zeluan.
La marcha desde Annual ha sido dura y sangrienta, y lo que es peor la moral está hundida, los bravos jinetes están hartos de “recibir”, solo pueden defenderse siguiendo la marcha, sin tener órdenes claras. La caballería ha sido diezmada por los muchos combates que llevan consigo desde el primer día, intentando socorrer Igueriben y otras posiciones, quedan pocos hombres de los tres escuadrones, solo unos cientos.
Zeluán está tranquilo, aunque el enemigo está cerrando el cerco. El lugar es una vieja fortaleza reconvertida de una alcazaba del siglo XVIII, transformada en acuartelamiento en 1912. En la historia de Marruecos fue famosa por residir en ella El Rogui (El pretendiente) y Bu Hamara (El de la burra) ambos aspira Trono del reino. El acuartelamiento constaba de una excelente muralla que rodeaba el conjunto, altos torreones espaciados, varias puertas y desde el cercano río existían unas cañerías que surtian de agua al recinto, que fueron destruidas iniciado el cerco. Y en sus cercanías el aeródromo militar.
La guarnición de Zeluán era inicialmente pequeña, ya que al parecer se componía a fecha del 22 de julio de 1921 de solo 64 hombres. Esta cifra, se vio incrementada en unos 450 hombres, debido a los fugitivos que a ella llegaban como consecuencia de la retirada de Annual. De estos, eran útiles, dos días más tarde, algo menos de la mitad, unos 200 aproximadamente debido al estado en el que se hallaban. A ellos, se había incorporado la columna que días atrás había organizado el general Navarro en Drius, la que bajo el mando del capitán Galbis, debía de dirigirse a Melilla con restos del material de guerra susceptible de ser reparado y con las tropas en peor estado o desmoralizadas. La escolta de dicha columna la componía un escuadrón de caballería del Regimiento de Alcántara 14, que se hallaba bajo el mando del teniente Cantalapiedra, y el alférez Maroto. Este convoy que partió de Drius sobre las 20:00 horas del 22 de julio, jamás llegó a Melilla ya que a su arribada a Zeluán se quedarían y defenderían esta y el Aeródromo.
Cumpliendo las órdenes recibidas, el mismo sábado 23 sobre las 16.00 horas llega también a Zeluán el Tabor de caballería de Regulares de Melilla, bajo el mando del comandante del Alcázar, el capitán García Margallo, los tenientes González de Guzmán, Carvajal, Bermejo, Bargés, el alférez Tomasseti y el veterinario Ortiz, con otros tres oficiales moros. En total; 205 jinetes, 12 oficiales, 1 suboficial, 8 sargentos, 184 cabos, tropa y herradores, el cual ya se hallaba reducido, respecto a los 400 jinetes que lo componían debido a los combates anteriores. Nada más llegar el comandante Manuel del Alcázar alegando enfermedad fue evacuado a Melilla y entregó el mando al capitán del 2° escuadrón García Margallo. El capitán Cebollino del 3o escuadrón nunca llego a Zeluán, ya que se había separado del grupo en Batel por prescripción facultativa.
Posteriormente, según se extracta de la lectura de los volúmenes de la colección titulada España en sus Héroes, en el capítulo Primo de Rivera: "La última carga al paso", las fuerzas que guarnecían Zeluán y su aeródromo el domingo 24 de julio de 1921, entre las de la guarnición propiamente dichas y las llegadas, quedaron compuestas además de los jinetes regulares, por: 6 oficiales y 138 miembros de tropa de Infantería; 10 oficiales y 135 jinetes de caballería, del Regimiento de Alcántara 14. (Escuadrón provisional y el refuerzo enviado des Batel). 40 artilleros. 1 oficial y 50 soldados de ingenieros. 16 de intendencia. 5 entre sanidad militar, farmacia y el capellán castrense. 8 guardias civiles. 18 policías. En total, 611 almas en la Alcazaba, al frente del capitán Carrasco de la Policía que ejercía de jefe de la posición por ser el más antiguo, y que podían quedar agrupadas aproximadamente en 3 grupos compuestos por 28 oficiales, 442 miembros de clases y tropa y 141 indígenas.
El Aeródromo de Zeluán estaba a unos escasos kilómetros de la Alcazaba y su guarnición se componía de 2 oficiales y unos pocos soldados de aviación, motivo por el cual el capitán Carrasco designó, haciendo especial hincapié en su necesidad, un destacamento desmontado del Regimiento de Caballería de Alcántara para reforzar a la guarnición del Aeródromo. Se presto voluntario el alférez de complemento Maroto Pérez del Pulgar, que después de insistir en mandar ese destacamento escogió a 30 jinetes para cumplir esa misión.
A la mañana siguiente, el día 25 las fuerzas disponibles disminuirían, mientras la guarnición dormía, de madrugada, los oficiales moros del Tabor de Regulares, Meneyud del 1° escuadrón, Hamed del 2o y Yilali del 3o, se fueron a acostar entre los soldados indígenas y empezaron a cuchichear entre ellos, extendiéndose un rumor rápidamente entre los que allí estaban. La finalidad era la deserción, decisión que llevaron a cabo. Los oficiales indígenas sorprendieron al teniente que se hallaba de guardia, el cuál al ver aproximarse a los moros no sospechó de ellos por creerlos leales, iniciándose una charla, hasta que recibió un golpe en la cabeza perdiendo el sentido. El cabo y el centinela habían sido eliminados sigilosamente.
Mientras tanto, los soldados indígenas se apoderaron de sus monturas y se dirigieron a la puerta, hecho que naturalmente, produjo ruido. Con ese sonido, acudieron dos oficiales del Tabor de Regulares que cumplían con el servicio de 'Oficial de Semana'. Son los tenientes González de Guzmán, del 1° escuadrón, y Bargés, del 2o escuadrón, los que al descubrir lo que pasaba, empuñaron sus pistolas e hicieron fuego, muriendo en el enfrentamiento contra los indígenas. Con semejante revuelo y al estar prevenida la guardia de Alcántara, el campamento se despierta, entablándose combate, del cual resultarán muertos unos 30 soldados indígenas y dos oficiales moros, y un número indeterminado de soldados españoles. El resto, unos 40, consiguió escapar. Las deserciones por parte de los indígenas, aún no habían finalizado. Nuevas sorpresas aguardaban al destacamento de Zeluán.
El miedo de los españoles a los nativos que todavía les eran leales fue tanto, y ante los sucesos acaecidos durante la madrugada que el capitán Carrasco, ordenó a los oficiales de Regulares que saliesen con la fuerza indígena que quedaba, no confiando por eso plenamente en la lealtad de la misma. A la mañana siguiente dicha fuerza de 166 jinetes formó al despuntar el día en el patio del campamento, en el que se hallaban encuadrados por sus oficiales al mando el capitán Margallo del 2° escuadrón y los tenientes Carvajal del 1°, Bermejo del 2o y el alférez Tomasseti del 30, y como suboficial Alarcón del 30 y los sargentos Martin y de Marcos del 10, el sargento del 2o Dimas Barrios Muñoz y Paulo del 3o. Estos mandos confiaban en poder romper el cerco del pe y conducir a la tropa a Melilla para poder reconstruir el Tabor de Caballería. El resto de los oficiales quedaron en Zeluan: el te Dalias de la plana mayor, al mando de la tropa española; el teniente González Guzmán; el suboficial Alarcón; los sargentos Vera, Sanz, Velasco y Mari, y el teniente veterinario Ortiz, este último para prestar servicio al ganado en caso de que fuera necesario.
Una vez hubo partido esta fuerza de la Alcazaba, desde las murallas se veía como la misma se alejaba hasta que llegando a un punto concreto, excepto los mandos y algunos indígenas, el resto se dispersó. Los mandos hicieron uso de sus pistolas mientras los áscaris que huían les respondían con sus mosquetones. En esta refriega, cayó muerto el alférez Fernando Tomasseti. Por estas causas, la quarnición de Zeluán se vio reducida en sus efectivos, y esa misma mañana, 25 de julio, quedaba junto al Aeródromo cercada. Todos ellos fueron aniquilados tras los combates producidos hasta el 4 de agosto de 1921 que sucumbió la posición, muertos heroicamente en su lucha contra los rifeños.
Los jinetes que quedaban, al llegar a Nador ya cerca de Melilla y pasar por delante de la Fábrica de Harina donde se habían encerrado las fuerzas españolas, es confundida y tiroteada por los soldados y guardias civiles que la defendían, dándose a la fuga algunos de los jinetes. Del resto, solo se salvan 36, los que consiguen alcanzar Melilla, entre los que se encuentra el sargento Dimas Barrios, mi abuelo.
Las causas de la traición de los soldados regulares de caballería, que después de desertar, lucharon contra los nuestros, habiendo demostrado su valor y lealtad anteriormente, es difícil de explicar y justificar. Pudiera ser debido a la escasez de mando y el dejarlos acampados fuera de la Alcazaba, tal vez eso pudieron ser motivos además de los muchos casos de cobardía y negligencia.
En todo caso, el Tabor y con él todo el grupo habían desaparecido como unidad operativa. En la revista de 1 de julio de 1921, anterior a los hechos, en la Comandancia de Melilla, los tres escuadrones del Tabor de Caballería de Regulares estaban compuestos por 345 hombres. En la posterior revista del 1 de septiembre del mismo año aparecen 97 hombres aptos para el servicio, 14 heridos, faltando por tanto 248 entre muertos y desertores. Para los oficiales y suboficiales del Tabor las cifras de bajas son tremendas, de los 34 hombres que lo mandaban, fallecen en acción de guerra 16, justo la mitad, ya que uno se encontraba en Melilla y otro de permiso en la península.
Recopilación realizada por Juan Carlos Barrios Treviño, Hermano Regular, nieto del sargento del 2° escuadrón de caballería de Regulares de Melilla Dimas Barrios Muñoz. Historiadores consultados, Manuel P. Villatoro y Vicente Pedro Colomar Cerrada. Julio Albi de la Cuesta autor del libro “Entorno Annual”.

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