Opinión

Desempleo y protocolo

El empleo en nuestro país sigue en máximos históricos. En nuestro estudio preveíamos que para el mes de abril de 2023 habría un total de afiliados medios a la Seguridad Social de 20.338.316 (situándose el intervalo de confianza entre 20.128.431 y 20.548.201). La realidad ha sobrepasado a la predicción, pues han sido 20.614.988 afiliados. Y en lo referente al desempleo, preveíamos un total de 2.874.342 inscritos (con un intervalo de confianza situado entre 2.707.014 y 3.041.670). La realidad final ha sido de 2.788.370, es decir dentro de las previsiones. Igual ha sido el desempleo que se predecía por sectores.
Evidentemente, con estos datos se corrobora la buena senda de nuestra economía. Por esto también cabía esperar que alguien saliera a intentar tapar esta realidad. Finalmente ha sido, nuevamente, la presidenta de la Comunidad de Madrid, la señora Ayuso, asesorada por el irresponsable Miguel Ángel Rodríguez (MAR), impidiendo el paso al ministro de la presidencia del Gobierno de España, Félix Bolaños, para presidir los actos del 2 de mayo, como marca el protocolo. Es un acto más en su loca carrera por sustituir a Núñez Feijóo al frente de la derecha española, y a Pedro Sánchez en la Moncloa. También un acto mas del nefasto MAR para hacerse notar al estilo de la extrema derecha trumpista. Después de que lo defenestrara Aznar, cuando intentó ningunearlo, solo le queda la señora Ayuso como protectora. Ambos se necesitan.
En términos generales, protocolo son reglas, a veces no escritas, o formas de comportarse en determinadas actividades. En el campo de los servicios diplomáticos y gubernamentales son muy habituales. Pero también en el mundo académico, como tuve la suerte de comprobar días atrás en un acto de entrega de honores y distinciones diversas en la Universidad de Granada; o en el judicial. También existe lo que se llama protocolo social, que son conductas y reglas de comportamiento social y de cortesía, que se deben conocer y respetar. En la religión, hay costumbres y reglas litúrgicas muy arraigadas, que se han mantenido vivas a través de los siglos. Y aunque, cuando estamos fuera de estos ámbitos, no siempre reconocemos el poder que tienen este tipo de reglas y comportamientos, cuando estamos inmersos en ellos, nos damos cuenta de su fuerza.
En mi larga carrera al servicio de la Administración Pública, ocupé un puesto en el que los asuntos protocolarios eran muy importantes. Se trataba de la Secretaría General de una Delegación del Gobierno de España en una Comunidad Autónoma. Precisamente fue durante el último gobierno presidido por el señor Aznar. No es que yo fuera del Partido Popular. Todo lo contrario. Allí solíamos recibir visitas de cargos de distinto rango. Muchos de la realeza española. En el tiempo que estuve ejerciendo mi cargo, nunca se toleró que se ninguneara a un ministro del gobierno de España, o a un cargo de una Administración autonómica. Y por parte del Gobierno autónomo, se respetó siempre, con un exquisito cuidado, el protocolo en la prelación de actuación de autoridades en los distintos actos. Era la expresión de la lealtad institucional llevada a su máxima nivel. También el cumplimiento de la norma. Lo que ha hecho la presidenta del Gobierno autónomo de Madrid es algo que traspasa todas las reglas del funcionamiento democrático. Es de una bajeza insoportable. Impropio de autoridades y cargos institucionales del Estado español. Un verdadero peligro para la democracia española.
Volviendo a los magníficos datos del empleo y desempleo de España, como resume perfectamente el primer sindicato español, Comisiones Obreras, en su último informe de coyuntura, la creación de empleo alcanza un nuevo máximo mensual y la tasa anual sube por encima del 3%. Pero también la mitad de los contratos firmados son indefinidos y el empleo de las mujeres sigue aumentando a una tasa superior a la de los hombres y baja en todos los sectores y edades.
Es evidente que la reforma laboral está siendo muy positiva para miles de ciudadanos de nuestro país. Y también que las empresas recobran su actividad con una fortaleza similar a momentos anteriores a la última crisis financiera de 2008. Ya estamos en cifras prepandémicas y nos situamos en un nuevo modelo de relaciones laborales. Y aunque quedan algunos asuntos pendientes, como el incremento de los salarios y la negociación de un gran pacto laboral y de rentas, lo andado hasta el momento es crucial.
Quizás sea esta realidad la que la señora Ayuso y sus nefastos asesores querían tapar, desviando la atención sobre cuestiones que nada tienen que ver con el interés real de los ciudadanos. Para ello, han cruzado una línea roja muy peligrosa, a saber, la utilización de las instituciones para sus intereses electorales. Esperemos que los ciudadanos castiguen este comportamiento en las urnas, por el bien de la democracia.

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