Hay nueve familias desesperadas. Nueve familias que llevan días esperando una llamada, la de sus hijos. Unos jóvenes rifeños que decidieron partir en una embarcación rumbo a España desde Nador. Nadie sabe nada de ellos, pasan los días y no reciben ninguna noticia. “Sus familiares están muy preocupados, no saben nada de ellos. Iban en una patera de casi cuatro metros”, explica un amigo de uno de los desaparecidos a este periódico. Pide en nombre de esas familias que si alguien tiene noticias de su paradero avisen a los teléfonos de Salvamento, ruegan que si algún barco se topa en su ruta les preste ayuda humanitaria. La falta de informaciones es la peor de las agonías para unas madres que viven a la espera de noticias.
Los desaparecidos son rifeños, como también lo son los cuatro jóvenes que desaparecieron en moto de agua tras partir de Nador. Fue en septiembre, nada se sabe de ellos todavía. Las peticiones de ayuda de sus familiares cayeron en saco roto al no obtener respuesta de ninguna institución. Sus hijos forman parte de esa bolsa de desaparecidos por la que nadie pregunta, que se pierde en una hilera de estadísticas que arrancan la poca humanidad que rodea a la inmigración.
La sangría entre las familias rifeñas es constante. Los rifeños buscan en la huida de su tierra la única esperanza de romper con la presión a la que se ven sometidos. La represión policial contra este pueblo ha llevado a que sus jóvenes huyan o terminen encarcelados. El Estrecho se ve como un salvavidas aunque en demasiadas ocasiones ha sido la tumba de muchos de ellos. La respuesta de todo un pueblo a la muerte de Moshen Fikri, el pescadero que en 2016 murió triturado en un camión cuando intentaba recuperar la mercancía que le había sido confiscada, recibió una respuesta de las fuerzas de seguridad tan brutal que ha terminado ahogando a muchas familias y provocando la huida de sus jóvenes para que no terminen encarcelados.
Al drama de confirmar sus muertes con la aparición de los cadáveres en el mar se suman otros: los generados por la incertidumbre de no saber dónde se encuentran.
Miles de chicos desaparecidos en el mar de la Costa norte desde hace mucho tiempo, ahora también empiezan a salir desde las costas del Atlántico y supongo que seguirán haciendolo.
Habría que denunciar a nivel internacional al rey de Marruecos ya por permitir estas muertes